En la firma de investigación de mercados Mordor Intelligence destacan el notable incremento del negocio del agua en Europa. Entendido como la suma de la tipología de productos, de canales de distribución y puntos de venta, pero también desde la perspectiva funcional que le conceden las redes de infraestructuras en los distintos socios de la UE y que se combinan para facilitar el derecho de acceso social a agua sanitariamente válida para el consumo. Un desafío que le resulta aún lejano a la tercera parte de la población global, según esta consultora, que resalta que 2.100 millones carecen de agua potable y que, en conjunto, son 4.500 millones los que disfrutan de su proximidad, pero sin las condiciones sanitarias establecidas en los ODS. Con 675.000 fallecidos de forma prematura por falta de higiene y salubridad de las aguas y unas pérdidas de 470.000 millones de dólares anuales. Sin contar con las pérdidas agrícolas, sanitarias, en propiedades o en rentas, que equivaldrán al 6% del PIB global en 2050.

Europa es un espacio esencialmente libre de preocupaciones sanitarias, aunque su mercado no está exento de una urgente necesidad de inversión para modernizar sus infraestructuras y dotar al negocio del agua de un componente más estratégico que el actual, según el elenco de ideas de transformación y recomendaciones del High Level Panel on Water (HLPW) de la ONU, donde se estiman cheques billonarios para paliar este déficit global. De 6,7 billones de dólares en 2030 y hasta 22,6 en 2050. Y Europa no puede permanecer al margen del reto del agua. Los recursos Next Generation es una buena fórmula -dicen en Naciones Unidas y corroboran en la OCDE- para maximizar el capital destinado a adecuar las infraestructuras a la nueva y más intensa demanda de este servicio de utilidad pública y añadir eficiencia operativa a su adecuada gestión y consumo y, al mismo tiempo, poner en valor tarifas en función de los ingresos. Dentro de un mercado que reclamará otras prioridades, distintos impactos competitivos y que, al mismo tiempo, tendrá la misión de atender a grupos vulnerables y asumir preferencias redistributivas de otra dimensión.

Desde Water Europe, plataforma tecnológica surgida de la Comisión Europea y convertida en un think-tank de esta utility, se incide en el desarrollo de cuatro parámetros de negocio esenciales: reducir en un 50% el impacto socio-económico sobre las fuentes de agua; trasladar su valor tanto en materia medioambiental como de prosperidad; añadir competitividad al mercado del agua europeo y garantizar a largo plazo la resiliencia, la estabilidad y la sostenibilidad de los acuíferos y las diferentes fuentes de obtención de agua. Para lo cual, es ineludible la inversión innovadora y tecnológica. “Soluciones digitales y modelos de buen gobierno corporativo y de negocio que contribuyan a resolver, con objetivos sostenibles, el desafío de unas sociedades inteligentes en las que los recursos del agua estén plenamente garantizados y su demanda, satisfecha”, afirman sus expertos.

A su juicio, es preciso que, para ello, se establezcan alianzas de cooperación, en el seno de la UE, y entre instituciones, empresas y organizaciones sociales nacionales, para avanzar con decisión hacia la digitalización de este servicio esencial. Con “suficientes recursos de capital” como para que se produzca “la adecuada adaptación de sus infraestructuras” que reclaman unos complejos y cada vez más sofisticados programas de innovación tecnológica y de diseño y alta creatividad política como para atender los fenómenos migratorios en las grandes capitales o hacer atractiva la vida en áreas rurales. Las sociedades Water-Smart -explican- deberán contemplar múltiples y muy variados aspectos, entre los que resultará indispensable la apuesta, en este terreno, por la economía circular.

En un futuro cercano, más del 30% de la demanda total de agua deberá ser extraída de fuentes alternativas a la lluvia, aguas recicladas o salinas. “El rediseño de las infraestructuras avanzadas es un desafío imperioso”, tanto para la industria, como para la ganadería y la agricultura, para la generación energética y, por supuesto, para el consumo humano. Y las empresas europeas se deben implicar en resolver esta ecuación digital en su mercado interior, aunque también en sus estrategias de internacionalización. Para asumir en sus estructuras productivas y de gestión unos nuevos conceptos -multiple waters, digital water o hybrid grey and green infrastructure- que ya se están incorporando en los proyectos de inversión y que supondrán cambios en las estructuras productivas, en los mecanismos financieros y en los planes de negocios. “De profundo calado”, se atreven a augurar en Water Europe. Porque se trata de un “cambio de paradigma” -también en este sector- propiciado por la digitalización y la sostenibilidad y que dirigirá sus pasos hacia una “economía circular” y una sociedad que “asegure el abastecimiento de un bien esencial”.

Economías circulares de escala

Tres botones de muestra ayudan a esclarecer estos retos. Zumos de frutas que se transforman en productos farmacéuticos ecológicos y agua de mar en bienes electrónicos más sostenibles, con tecnologías innovadoras que sientan las bases de una economía circular del agua, mediante financiación europea. El lavado y procesamiento de frutas, para la producción de zumos, genera gran volumen de agua sucia, pero este “desperdicio” sobrante también contiene una variedad de materiales valiosos que se pueden recuperar para aplicaciones farmacéuticas. Genera, pues, una biomasa no usada, como la piel de frutas y las semillas, que se puede vender como alimento para animales o fertilizante. Greener than Green Technologies, firma de innovación sostenible, ha desarrollado un enfoque circular que convierte estos restos de jugo de frutas en algo valioso. Utiliza una planta de tratamiento de aguas residuales transportable, para recuperar materiales y luego los procesa en una gama de nuevos productos sostenibles. “Podemos mover esta unidad a diferentes instalaciones y tomar los compuestos valiosos, mientras recuperamos agua”, afirma su presidente y fundador, Dimitri Iossifidis. La empresa es miembro del proyecto Ultimate, una iniciativa financiada por la UE, que busca crear valor económico a través de un concepto llamado “simbiosis industrial inteligente del agua”.

La salmuera de agua de mar puede ser una mina. Porque alrededor de 200 millones de personas en todo el Mediterráneo se ven afectadas por la escasez de agua, lo que provoca que muchos países recurran a plantas desalinizadoras para potabilizar agua de mar, pero este proceso genera corrientes con elevada salinidad que usualmente se vuelven a verter en el océano. Cuando las plantas de desalinización transforman el agua de mar en potable, concentran sales, metales y otros compuestos en lo que comúnmente se denomina salmuera. El líquido sobrante parece de escaso valor y, actualmente, se vierte de nuevo al mar, pero la salmuera también es una fuente de materiales valiosos que esperan ser recuperados. Según Sandra Casas, experta en agua del Centro Tecnológico Eurecat en Manresa (Barcelona, ​​España), el proceso de convertir el agua de mar en agua segura para beber en una planta desalinizadora también podría resultar una nueva fuente sostenible de metales y minerales y, en consecuencia, ayudar a reducir el impacto de su vertido al mar. “Los metales se concentran en el proceso inicial de desalinización, pero ahora queremos recuperarlos y traerlos de vuelta al mercado”.

Casas forma parte del equipo de coordinación de Sea4Value, un proyecto de la UE que tiene como objetivo extraer y comercializar recursos de la salmuera de agua de mar, específicamente magnesio, boro, escandio, galio, vanadio, indio, litio, rubidio y molibdeno. “El número de plantas desalinizadoras está aumentando porque es una forma fácil de producir agua potable para las personas cercanas a las costas, donde habita el 40% de la población europea”, indica Casas, para quien, a través de la economía circular, “se pueden reutilizar una gran cantidad de minerales”.

Charles-Xavier Sockeel, ingeniero de negocios sostenibles de Strane Innovation, una compañía emergente con sede en Francia, explica que las empresas de agua pagan enormes gastos en la gestión y eliminación de aguas residuales “por lo que ven la economía circular como una forma de ahorrar dinero”. Sockeel dice ver “una simbiosis entre el sector del agua y otros segmentos industriales”, dijo Sockeel como el de los materiales de construcción o los fertilizantes. Para que esto sucedan estas sinergias, esta firma gala se asoció con NextGen, un proyecto financiado con fondos europeos que reúne a una treintena de entidades diferentes para demostrar soluciones tecnológicas de impulso a las economías circulares del agua.

El déficit inversor en agua en España

La patronal de las grandes constructoras, Seopan, acaba de emitir un diagnóstico de situación que revela un mal endémico: “Al ritmo de inversión actual, España cumplirá sus ODS en agua con un retraso de 15 años” respecto a los objetivos de la Agenda 2030. Y no es el único factor crónico, ya que “igualmente, las actuaciones propuestas en el tercer ciclo hidrológico estarán listas 18 años más tarde del año 2027, la fecha prevista”. Antes de matizar que estas inversiones han aumentado un 80% en relación al segundo ciclo, aunque debido a la baja ejecución de estos años, que ha multiplicado el déficit inversor. Hasta alcanzar los 26.418 millones de euros, de los cuales 5.587 millones son de naturaleza básica; o lo que es lo mismo, las que, de incumplirse, derivarían en sanciones comunitarias.

Desde Seopan se enfatiza, además, que, pese a las prioridades identificadas y a las subvenciones europeas asignadas por el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, los recursos destinados a infraestructuras hidráulicas han sido únicamente de 1.850 millones de euros; es decir, el 3,6% de los 51.096 millones recibidos en el bienio 2021-2022. “Cuando es un sector clave que afecta a otros segmentos esenciales como el turismo, la agricultura o la ganadería”.

Con la inversión media anual realizada en el periodo 2016-2019, de 1.103 millones de euros, “terminaremos las inversiones propuestas en el tercer ciclo hidrológico en 2045”, recalcaron los expertos congregados en una reciente jornada de trabajo, Realidad y Futuro del sector Agua en España, en la que se ha hecho hincapié en el déficit inversor heredado y en las carencias que recogen las actuaciones del tercer ciclo de planificación hidrológica 2022-2027.

El asunto resulta todavía más grave si se tiene en cuenta que España tiene más de la mitad del territorio en riesgo de desertización, con un 72% de su superficie bajo estrés hídrico severo, y ha sido el país, de entre las mayores economías europeas, con menor inversión por habitante en protección del medio ambiente entre 2011 y 2019, con tan solo 24 euros por habitante en 2019 frente al promedio europeo de 40€/habitante que recoge los datos de Eurostat.

Según los expertos que se dieron cita en la jornada organizada por Seopan, “resulta incompatible liderar un turismo global sostenible y de calidad siendo el país europeo con mayor número de sanciones medioambientales”. También existe un gran potencial de desarrollo de nuestro sector agrícola en cuanto a su productividad comparado con otros países más eficientes, siendo posible aumentar el valor añadido tanto en proporción al área de cultivo como en proporción al volumen de agua utilizado con fines agrícolas. Sin embargo, “estamos desaprovechándolo por no invertir en agua y dejar que este sector se vea afectado, entre otros problemas, por las pérdidas que se producen durante el abastecimiento”, explican en la patronal.

El sector del agua es el más necesitado y el más sancionado, apuntan, ya que la mayor multa de la historia de Europa a España es sobre agua y sigue creciendo cada año: ya van 53,4 millones por no depurar las aguas residuales urbanas en aglomeraciones de más de 15.000 habitantes. Una multa que sigue aumentado 10 millones cada semestre sin cumplir y que el Gobierno prevé que supere los 80 millones. “Existe una falta de compromiso y de voluntad manifiesta sobre las subvenciones europeas asignadas por el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia a inversiones en infraestructuras hidráulicas (ecosistemas resilientes y preservación de recursos hídricos)”.

Los Fondos Next Generation, en lo relativo a agua, “son una oportunidad perdida”, si no se da un impulso al modelo concesional para acometer inversiones prioritarias en este terreno. Este sistema de colaboración público-privada (PPP) funciona con éxito fuera de España, ya que, por concesión, las empresas de infraestructuras españolas han contratado de media 12.070 millones de euros al año, de los que las obras hidráulicas representan el 7,4%.

“España es un país atractivo para los inversores, pero la regulación actual impide la atracción de financiación privada”, matizan en Seopan.

La estrategia de SacyrAgua -aseguran fuentes de la multinacional española- “está totalmente alineada al Plan Estratégico de Sacyr 2021-2025”. De ahí que “concentramos nuestros esfuerzos en proyectos concesionales y sostenibles”; con una “presencia destacada en los de eficiencia energética y de ahorro de agua en nuestros servicios y operaciones”.

En algunos campos específicos -explican- como la desalación, ya hace tiempo que somos uno de los principales actores a nivel mundial. “Aunque somos todavía menos conocidos por ello, ya contamos con un buen número de contratos del ciclo del agua en diversas ciudades”, además de empezar a crecer en países estratégicos para Sacyr como Chile. “Tenemos por objetivo crecer en Australia y acceder a nuevos mercados como EEUU y Canadá”, avanzan en Sacyr desde donde resaltan que “el uso de los recursos no convencionales (desalación y reutilización) se vislumbra como el complemento necesario a los recursos tradicionales de agua y para combatir la escasez de agua y los efectos del cambio climático”.

En el caso de España, la necesidad de inversión, principalmente en depuración, es una ocasión única para la creación de nuevas plantas y modernización de las existentes de forma que cada vez contemos con instalaciones más tecnológicas, sostenibles y eficientes, aseguran. Además, “hay un déficit de inversión en infraestructuras eficientes, lo que se traduce en la necesidad de invertir en renovación de redes, digitalización y nuevas tecnologías, sostenibilidad, eficiencia energética y renovables, inversiones en reutilización para cumplir la nueva normativa europea, cubrir las demandas de agua de sectores como la agricultura y la industria”.

Sacyr es una empresa preparada para dar respuesta a todas estas necesidades y los fondos Next Generation pueden ser “una gran oportunidad para poder llevar a cabo todas estas inversiones tan necesarias”.

En la multinacional española, en connivencia con la perspectiva de Seopan, reconocen que “la planificación hidrológica en España resulta muy compleja”, porque afecta y son competencia de muy variadas administraciones -desde el gobierno central, hasta las comunidades autónomas o las confederaciones hidrográficas- por lo que “se necesita una regulación común, eficiente y sostenible que permita cubrir todas las demandas”. El alto grado de reutilización en España (el mayor de Europa) y la desalación (que ya supone el 9% del agua potable del mercado nacional) han contribuido a paliar en parte la situación de escasez, “aunque vemos que algunos sectores, especialmente la agricultura en la cuenca mediterránea, que presentan una escasez estructural de agua y demanda soluciones para ello”.

Por otra parte, la compañía matiza que en España “falta madurar aún” el concepto de proyecto concesional en el sector del agua, que “está poco extendido, excepto en los ciclos del agua municipales”. Pero todavía hay “restricciones legales y económicas que no los hacen atractivos”. El modelo de negocio de Sacyr -aclaran- “se enfoca en las concesiones y la división de Agua y persigue contratos a largo plazo que den estabilidad al negocio”.