Porque del eureka académico-industrial, de la ausencia de daños colaterales de la esperada terapia de inmunidad y de la comercialización masiva del fármaco capaz de combatir la expansión del coronavirus dependerá el retorno a la normalidad de las plazas bursátiles y de la actividad económica. El consenso de los analistas ha descontado en varios momentos de los últimos siete meses de Gran Pandemia el momento del despegue del ciclo de negocios post-Covid. Hasta mover los tentáculos de las carteras de inversión hacia escaladas considerables de los índices bursátiles más relevantes y de activos de empresas que han sabido sortear los problemas de liquidez iniciales y su adaptación a nuevas modalidades productivas, como el teletrabajo, a cambios de objetivos estratégicos como los enfocados a la digitalización o la neutralidad energética o que han tenido éxito en la reconstrucción de sus cadenas de valor. Pero ese mismo diagnóstico extendido por los mercados habla de que sin vacuna ni tratamientos clínicos capaces de doblegar el efecto de la epidemia sobre los enfermos contagiados no habrá una estabilidad sólida en la arquitectura financiera internacional.


Una de las voces más emblemáticas y prestigiosas del mercado, la de Jeremy Grantham, de las pocas y excepcionales que, en la historia reciente del análisis financiero global, puede certificar sus certeros y negros presagios sobre tres de las burbujas más complejas y devastadoras -la crisis bursátil de la Bolsa de Tokio, en 1987, la punto.com, desde 1998 y el credit-crunch de 2008 desde los impagos por las hipotecas subprime americanas- acaba de lanzar una nítida señal de alarma. “Los inversores deberían estar nerviosos por los movimientos de los mercados [en referencia a las oscilaciones de volatilidad tan elevados] porque las secuelas de la Gran Pandemia sobre la actividad económica son más profundas de los previsto, su recuperación global cada vez más incierta y las esperanzas de un despegue efectivo del ciclo de negocios post-Covid está cada vez más sometido a la existencia de una vacuna efectiva” contra el coronavirus. 

Las palabras de Grantham no son proféticas. Pululan en la atmósfera inversora. Pero anticipan sus temores a un clima de optimismo en los mercados, previo a la creación de un nuevo episodio de burbuja bursátil, que contrasta con la proliferación de una segunda oleada de contagios por Europa y otras latitudes industrializadas -Australia, Nueva Zelanda- y emergentes -India- sin que la curva epidemiológica haya logrado revertirse en economías como la de EEUU o Brasil. 

El fundador de Grantham, Mayo & van Otterloo, en declaraciones a Business Insider, resalta que los avances científicos no están logrando impedir hasta el momento ni la meteórica escalada del desempleo, ni la acumulación de deuda corporativa, ni las potenciales quiebras de empresas que se están sobre la mesa de sus consejos de administración y que se cuentan por millares en todo el mundo. E incide en que una emergencia global como la epidemia del Covid-19 “no está en los protocolos de crisis ni en la experiencia corporativa” y que la “incertidumbre en torno a la vacuna justifica los cambios de criterio inversor en las carteras de capitales” ante las dudas de una recuperación económica sólida y sostenible” en el tiempo. El virus -alerta- “es un cúmulo de tensión, por su complejidad, por los datos contradictorios que genera, por las conjeturas sobre su capacidad de contagio y los efectos colaterales sobre la salud”, pero, sobre todo, por la falta de un calendario más o menos claro de una vacuna eficaz. A su juicio, la actual ratio entre precio y ganancias en los mercados de capitales estadounidenses, próxima al 10% “resulta extraña”. En una economía que ha restado la tercera parte de su capacidad productiva a lo largo del segundo trimestre y que no ofrece síntomas de haber superado su punto de inflexión. “La prudencia y la paciencia deberían sustituir al excesivo optimismo que gobiernan los activos” en Wall Street dice Grantham. “Sería más apropiado” -sentencia- “porque se trata del desajuste más desigual de la historia”. 

 

Record en el Dow Jones frente a otros índices

 

A su juicio, “el mejor escenario futuro posible es que, casi milagrosamente, se disponga de varios miles de millones de dosis de una vacuna eficaz para finales de año”. Pero los frentes abiertos en la comunidad científica y en la industria farmacéutica hablan de varios años -hasta cinco- para su desarrollo y con éxitos terapéuticos parciales, afirma. Por lo que, “incluso si los trabajos llegan a buen puerto, la profundidad de la recesión seguirá siendo notable”. Un despegue en V, aunque sea asimétrica, parece ya sólo una esperanza sin fundamento. 

Vías de investigación en curso

Sean o no ciertas las advertencias de Grantham, la búsqueda de una vacuna ha puesto en estado de máxima presión a los investigadores y firmas farmacéuticas y biomédicas de todo el mundo. Porque existen nada menos que 176 proyectos en todo el mundo dirigidos al descubrimiento de una vacuna contra el Covid-19, admite la Organización Mundial de la Salud. Algunas, con planes de entrega -las más avanzadas- entre finales de 2020 y el próximo ejercicio. Aunque con dudas más que razonables sobre el instante en el que podrán ser comercializadas y, sobre todo, sobre la ausencia de efectos secundarios. Pese a ello, los progresos de los tratamientos con pruebas en humanos siguen a buen ritmo, porque 32 de estos antídotos han sido suministrados en seres humanos a lo largo y ancho de todo el mundo. Y varias decenas más se hallan en fases definitivas de experimentación. Sin fecha de conclusión. Mientras la pandemia arrecia sin control en países como EEUU, donde se acaba de superar los 6,5 millones de contagios y las 190.000 muertes por coronavirus.    

El desarrollo de vacunas es un proceso que, históricamente, lleva múltiples años para asegurar y garantizar su viabilidad antes de inocularlo a seres humanos. Pero la virulencia de la epidemia del Covid-19 ha impulsado a gobiernos y organizaciones sin ánimo de lucro a desembolsar miles de millones de dólares a farmacéuticas y centros de investigación para que hagan uso y aceleren los test experimentales en paralelo a sus avances clínicos. Al menos 15 vacunas esperan entrar en esta fase en 2020, lo que significa que habrá alrededor de medio centenar de proyectos con pruebas en humanos antes de finales de año. Unos movimientos terapéuticos y de negocio que resultan impredecibles y que también engendra incertidumbre sobre la rapidez de fabricación y de distribución por todo el planeta. En esta tesitura se encuentra la de Astrazeneca , que se vio en la obligación de cancelar sus pruebas experimentales después de que uno de sus voluntarios manifestase síntomas adversos. Tras una pausa, el CEO de la multinacional farmacéutica aseguró que retomaban el proyecto y que, pese a la pausa temporal, de apenas unos días, tendrían lista la vacuna en 2020. La Administración Trump, con su presidente a la cabeza, se afana en los días previos a la campaña electoral en anticipar una solución clínica inminente -antes de que finalice este año- en EEUU, pese a que responsables del equipo científico que asesora a la Casa Blanca sitúan la fecha entre abril y junio de 2021. 

Las más avanzadas. Las que ya se están testando en humanos. 32 vacunas. Existen inoculaciones en marcha en EEUU, Reino Unido, China, Rusia, Alemania e India, donde otro centenar de ellas se encuentran en pruebas de laboratorio. Las más avanzadas están en la fase tres, la definitiva, tras reclutar a decenas de miles de voluntarios, a los que les suministran una inyección o placebo para determinar su capacidad de prevención de la infección o su poder de curación. En esta fase están las de Moderna, Pfizer  , AstraZeneca y CanSino Biologics. 

Moderna y Pfizer lo han puesto en marcha desde julio pasado con 30.000 voluntarios a partir de un tratamiento mediante codificación genética, el messenger RNA, una tecnología sin protocolo probado a la que, sin embargo, se han sumado investigaciones como la de la empresa alemana de biotecnología CureVac, la del Imperial College London o la de Arcturus Therapeutics. Mientras Washington ha acelerado varios programas de vacunas dentro de la Operation Warp Speed, que está dotado con fondos de investigación y que apoya seis vacunas, la de Moderna, Pfizer, Astra Zeneca, Novavax, Johnson & Johnson y Sanofi/GlaxoSmithKline.  

China también ha dado pasos en su mercado interno para pruebas en humanos. Como la que se investiga en CanSino Biologics, probada por militares del país desde junio, con resultados de baja inmunidad de respuesta en la mitad de los test, insuficiente para su comercialización. Pero hay otra oleada de proyectos en curso. Los de la firma de biotecnología Clover, la estatal Sinopharm, la privada Sinovac, la de la Acedemia China de Ciencias Médicas, la de Chongqing Zhifei, Yunnan Walvax o la de Sichuan University. Además de en Corea del Sur (Genexine y Medytox), Japón (Takara Bio), Rusia (Gamaleya o Rospotrebnadzor), Australia (Universidad de Queensland), Italia (ReiThera), Canadá (Medicago) o India (Zydus).    

Pendientes de autorización. Antes de explorar los efectos sobre seres humanos. Con intención de iniciar este proceso a lo largo de este otoño. Como la de Covaxx, la de la biotech VaxArt, con sede en San Francisco, la taiwanesa Medigen o la de un centro de investigación kazajo. También podría entran en este estadio la del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) que dirigen los científicos Luis Enjuanes e Isabel Sola. Los avances en España no han pasado desapercibidos en la sucesión de ciberataques que buscan los últimos progresos científicos en vacunas en estadios avanzados. El CNI acaba de corroborar que hackers internacionales han puesto sus miras en la evolución de vacunas españolas. También en el Gobierno se insiste en que en diciembre se dispondrá de vacunas. El Gobierno tiene un pacto en el seno de la UE para acaparar 30 millones de dosis -de las que podría desplegar en diciembre 3 millones- del fármaco que investiga la Universidad de Oxford y la firma AstraZeneca, en la que Europa ha puesto las mayores esperanzas de éxito y eficacia. Al margen de autorizar a finales de agosto el primer ensayo. Se trata de la inyección experimental diseñada por Johnson & Johnson, que justo ahora empieza la fase dos de sus ensayos clínicos en España, Alemania y Bélgica y que se desarrollará en tres hospitales, los madrileños La Paz y Princesa, y el Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, que coordinarán las pruebas en 190 voluntarios.

Los progresos de este bloque investigador son determinantes para aportar datos claves sobre la prevención de contagios y tratamientos clínicos de infecciones. En caso de obtener resultados positivos, organismos reguladores como los de EEUU, facilitarían con inmediatez autorizaciones, e instituciones académicas, delimitar la cantidad de vacunas o las prioridades en enfermos de alto riesgo o trabajadores de servicios esenciales. Sus recomendaciones vendrían de la mano de la finalización de los trabajos científicos. 

Aspirantes con velocidad de crucero

Moderna, Pfizer o AstraZeneca están a la cabeza científica. Pero otras multinacionales y centros de investigación podrían tomarles la delantera en caso de que sus pruebas actuales, en fases cruciales, surtan efecto. Las de Novavax y Johnson & Johnson han cobrado brío en septiembre. Se encuentran en estadio tres. Dependiendo de sus progresos en próximas fechas podrían tener listas sus soluciones clínicas antes de finales de año. Sanofi y GlaxoSmithKline también actúan desde este mes con humanos en un proyecto conjunto del que -aseguran- esperan culminar la fase tres en diciembre para su inmediata comercialización en la primera mitad de 2021. Sanofi mantiene otra colaboración adicional con una pequeña firma de biotech de Massachusetts para el desarrollo de una vacuna mediante mRNA cuyas pruebas con humanos está prevista para el último trimestre de este año. Iniciativas que siguen un nutrido número de startups biomédicas como las americanas Gaithersburg, AltImmune, las europeas Takis o Expre2sion Biotechnologies, Valneva, Aegis Life o HDT Bio, NantKwest/ImmunityBio, and VBI Vaccines. Mientras Merck, el gigante del sector, combina la retirada de dos vacunas, ya en mayor pasado, con la aceleración de otros ensayos clínicos que podrían fructificar antes de final del ejercicio en vigor. 

Las que pondrían su colofón en 2021. Más de una cincuentena de proyectos tienen previsto sus pruebas en humanos para el próximo año. La mayor parte de ellas, con resultados positivos para entrar en la última fase, la tres.  

La interpretación de los mercados

“Nunca ha sido tan extremo” la “hiper-valoración” de los mercados, un fenómeno que implica un empeoramiento de las tasas de retornos de las inversiones. “No se puede descartar un crash del 66% del valor de los activos desde los niveles actuales”, de no mediar una vacuna inmediata. Quien así se expresa es John Hussman, propietarios de fondos de inversión y ex catedrático de Finanzas por la Universidad de Michigan, para quien pasarán doce años para retornar a carteras convencionales, con un 60% de activos en bolsa, 30% en bonos y 10% en cash. Un recorrido que Morgan Stanley traduce en términos económicos. “La senda de la recuperación de los próximos 18 meses definirá el ciclo de negocios en EEUU en el siguiente lustro”, una predicción sobre la que Ellen Zentner, su economista jefe, plantea cuatro posibles escenarios post-Covid. 

“La severidad de la Gran Pandemia perdurará hasta finales de 2021; cualquier repunte previo y rápido a la coyuntura preCovid podría perjudicar en mayor medida los pilares del despegue, por atravesar la recesión más destructiva, en términos de producción y empleo”. De una magnitud “sin parangón”, explica Zentner, para quien existen dos variables que determinarán el curso y la trayectoria de la recuperación: el calendario de una vacuna viable y el grado de aversión de los consumidores. De ellos dependerá que el motor de la economía global entre en un ciclo de más o menos robustez. El roadmap que Morgan Stanley, en colaboración con AlphaWise, su negocio de datos y sondeos, ofrece a los inversores y empresas cubre aspectos como la biotecnología, el mercado inmobiliario, los tipos de interés, indicadores económicos, valores bursátiles y créditos corporativos. Con sus previsiones e implicaciones futuras. “La combinación de productividad y fortalecimiento inversor con el gasto asociado al déficit será el factor esencial del potencial y del sostenimiento de crecimiento económico y del retorno más o menos temprano de la actividad a los parámetros previos al Covid-19; incluso si esta incógnita se despeja con celeridad, el PIB de EEUU podría superar el ritmo de prosperidad de los últimos ejercicios sin pandemia”, asegura el estratega de mercados del banco de inversión estadounidense, Adam Virgadamo. “La respuesta política y clínica a la epidemia será, al mismo tiempo, clave para el reforzamiento de la inversión en los parqués bursátiles”.   

 

Vacunas de las princlpales economías


 
En su escenario base, con una navegación hacia una nueva normalidad determinada por el logro de una vacuna en la primavera de 2021, tras una segunda oleada de contagios y un nuevo freno de la actividad empresarial en el último tramo de este año, el PIB americano volvería a los niveles previos al Covid a la conclusión del próximo ejercicio. Pero con una productividad a medio gas y bajos ratios de gasto en capital por parte del sector privado. A altas tasas de desempleo hasta el año 2025. Con los consumidores “en actitud de cautela” hasta alcanzar tasas de ahorro del 10% frente al 7,3% de 2019. El consumo y la inversión -es decir, la demanda interna-, suponen dos terceras partes de la mayor economía del planeta. Aceleraría el sector inmobiliario, aunque a un ritmo modesto, a la espera de que se sienten las condiciones de creación de empleo estables. 

 

 

Desempleo a largo plazo


 
Un segundo horizonte, algo más optimista, que también asume la aparición de la vacuna en las mismas fechas -próxima primavera- pero con menor temor al gasto por parte de consumidores y empresas, aceleraría la productividad, que espolearía, a su vez, el dinamismo del PIB hasta el 2%; sin embargo, carecería del fuelle necesario para evitar un impulso capaz de restablecer las tasas de crecimiento antes de 2025. Este lustro de espera podría subsanarse con otra hipótesis: que la vacuna llegue a lo largo de este invierno, lo que reducirá la cautela consumista e inversora y aceleraría la vuelta a la normalización social. “La economía reduciría también los efectos de la depresión y de una recuperación tenue, abriría las opciones de un mayor potencial al alza de la economía, elevaría las ratios de inversión tecnológica en las empresas e intensificaría el empleo y las compraventas de viviendas”, explica Zentner. La economía obtendría un ritmo medio anual del 2,4% hasta 2025. Con la tasa de paro de nuevo en el 3,5%, niveles de ahorro en el 7,3% y una inflación del 2,5%, asequible para iniciar subidas moderadas de tipos de interés. También saltaría la productividad hasta el 2%. Es la visión más robusta de la recuperación. Frente a todos ellos, el cuarto planteamiento considera otro paisaje más incierto. Sin desarrollo claro de vacunas, en el que establece un impacto económico -por ausencia de tratamiento- de entre dos y cinco años, con aceleración de sectores concretos de actividad, crisis de confianza del consumo, un elevado paro estructural y daños aún intangibles sobre la economía. Bajo esta perspectiva, el empleo se tornará temporal y este tipo de contratos se asentarán en el mercado laboral americano, donde los desempleados de larga duración tendrían serias dificultades para firmar nuevos contratos y propiciaría una caída neta de la fuerza de trabajo del país, anticipa Zentner.  

 

La biotecnología, un sector al alza 

La búsqueda de una vacuna contra el Covid-19 ha catapultado las perspectivas de las empresas vinculadas al negocio de la biotecnología. “No sólo por venir de un largo decenio con mayores crecimientos bursátiles que el promedio del resto de industrias. Están en disposición de rivalizar por el liderazgo en los mercados de capital con las firmas tecnológicas”, afirma Yves Bonzon, CIO de Julius Bäer. Este banco de inversión suizo realiza cada otoño una traslación de los activos con más potencial de generar retornos de beneficios. Y 2020 es el año de las biotecnológicas, gracias al vigor de la digitalización y de la búsqueda de vacunas efectivas contra el coronavirus. También por su apuesta por la Inteligencia Artificial. “Incluso antes de la epidemia, la innovación en Salud y el uso del big-data para nuevos avances médicos les situaba ya en una posición de dominio de cara al futuro inmediato”, aclara Bonzon. Entre otras razones, por el incremento de la demanda de consumo de estos productos en todo el mundo y la predisposición al comercio digital. El Covid ha acelerado, por su emergencia sanitaria, las inversiones en digitalización, que se han enfocado al área científica de las compañías, detecta el CIO de Julius Bäer. “Nos encontramos antes una doble senda del negocio biotecnológico; por un lado, la prioridad es lograr una rápida respuesta médica al coronavirus y, por otro, sobre la que se asentará su futuro industrial, dependerá de la habilidad colectiva de las oportunidades que trae consigo la futura normalidad en el terreno de la Salud y su vinculación a la tecnología punta”. Sin duda -asegura Bonzon- “los inversores va a tener en cuenta la innovación sanitaria en sus carteras de capital patrimoniales”.   

Lars Naeckter, analista de Bolsa de Merrill Lynch en Hong-Kong precisa que “la recuperación de los mercados, desde su bache del 20 de marzo, y los episodios de volatilidad que se han sucedido desde entonces, tiene que ver con la percepción sobre el éxito o el fracaso de las vacunas contra el Covid-19”. Predicciones que han ocasionado tantos castigos como premios bursátiles desde entonces; en función de las informaciones que apuntaban en una dirección o en otra, asegura. Hasta el punto de afirmar que el frente europeo, la vacuna AstraZeneca, la de GlaxoSmithKline y Sanofi, está sobrevalorado en términos bursátiles. Frente otros activos del sector farmacéutico más asequible, que podrían repuntar si logran superar los obstáculos que les retrasan de la larga carrera por la consecución de la vacuna.

Aunque el sentimiento inversor internacional, como en cualquier crisis o recesión precedente, ofrece ventanas de oportunidades. Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, aporta previsiones a cinco años vista a sus clientes y, de ellas, se extrae una línea de actuación en favor de la renta variable global, que “puede generar rentabilidades anuales del 7,5%” y resquicios del capital privado “con beneficios del 10,3%”. Quizá “el legado económico más evidente de la pandemia es que deja al mundo sumido en una deuda aún más profunda, con los grandes bancos centrales aventurándose, inevitablemente, en territorios desconocidos en sus intentos por diseñar sendas de recuperación sostenible”. Al igual que la creciente influencia de los estados en la economía. “La reinvención del Estado del bienestar no será barata y los beneficios empresariales son un fácil objetivo”. De ahí que el Covid-19 acelerará la transición hacia una forma de capitalismo más inclusivo y sostenible y las empresas deberán ser más sensibles a requisitos de sus empleados, de la sociedad y de su entorno físico, siendo probable que clientes, accionistas y reguladores se conviertan en manos indulgentes”. A su juicio, en general, la construcción de una economía más inclusiva requerirá de nuevas regulaciones para que las empresas dispongan de incentivos para deshacerse de prácticas y negocios insostenibles”. Además, “es probable que hogares, empresas y gobiernos prioricen su propia resiliencia”, lo que “se traducirá en un mayor ahorro y reducción del gasto discrecional, reparación de balances de las empresas, prescindiendo de procesos de fabricación just at time y complejas cadenas de suministro globales”, resalta Paolini.

Retorno de los activos

 

En este contexto, la renta variable mundial puede generar retornos anuales del 7,5% en dólares y la de emergentes, del 12%, aunque sólo la china alcanzaría el 12,9%, una cuarta parte atribuible “a la mejora del tipo de cambio del renminbi frente al dólar”. En cuanto a activos alternativos, el capital privado puede generar rentabilidades del 10,3 % anual en dólares -con prima del 2,8% respecto a acciones cotizadas-, “aproximadamente la mitad del promedio de largo plazo”.