A medida que nos acercamos al XX aniversario de la burbuja de las puntocom, es difícil no reflexionar sobre dónde estuvimos, qué hemos aprendido y cuáles son las diferencias con la situación actual.
Cuando se echa la vista atrás y nos fijamos en los años 1999 y 2000, observamos que para nosotros fueron dos ejercicios muy divergentes tanto en términos de rentabilidad como de posicionamiento. En 1999 nuestra cartera no tenía exposición a los valores de tecnología, mientras suponía alrededor de un 40% del S&P 500. Muchas de estas firmas presentaban modelos de negocios endebles y pocas o ningún beneficio, sin embargo los inversores estaban dispuestos a pagar precios exorbitantes por ellos. Ese año, nuestra Estrategia de Renta Variable de EE.UU. tuvo una rentabilidad inferior al del S&P por un gran margen.
En ese momento, estábamos fuertemente invertidos en entidades de seguros, que creíamos estaban muy infravaloradas, y pensábamos que el ciclo estaba a punto de cambiar, pero los negocios "puntocom" estaban en auge, por lo que el mercado subió mucho, y obtuvimos un rendimiento inferior al esperado.
A principios de 2000, la burbuja tecnológica explotó y el mercado cayó con fuerza. Como todos sabemos, las compañías tecnología se derrumbaron, las posiciones en seguros se recuperaron, con lo que nuestra estrategia cosechó sus beneficios. Lo que presenciamos fue realmente una reversión de la bolsa de las que ocurren solo una vez en la vida. Como sabemos ahora que echamos la vista atrás, muchas de estas compañías tecnológicas no tenían beneficios. Aún así, el mercado era capaz de pagar cualquier precio cualquier cosa que estuviera revestida con un aura de puntocom.
Las empresas de tecnología de hoy no son aquellas que conocíamos hace 20 años. En la actualidad, tienen modelos de negocios legítimos y rentables, como Amazon, Microsoft y Alphabet. Muchas de ellas dependen de la publicidad y se están beneficiando de la transición a la nube.
El mercado en su conjunto también ha experimentado algunos cambios en los últimos 20 años. En primer lugar, ahora hay menos empresas en las que invertir. Muchas firmas se privatizan y no vuelven a cotizar. Muchas otras han sido recompradas y también han sido excluidas de bolsa. En segundo lugar, los mercados se han vuelto mucho más competitivos. Superarlos hoy es más difícil de lo que era hace 20 años. Wall Street ha sido muy lucrativo, y hay muchas más moscas atraídas por la miel, por así decirlo. Por supuesto, los datos están disponibles de forma instantánea ahora en comparación con hace 20 o 30 años. Retrocediendo en el tiempo, digamos 40 años atrás, la gente podía obtener una entrevista con el jefe de Chrysler o el jefe de Procter & Gamble y obtener información que era exclusiva y que era mucho más profunda que la información que otros tenían. Obviamente hoy en día, la accesibilidad a los datos es drásticamente diferente.
Las burbujas siempre se manifestarán de forma eventual en los mercados. Aunque no es un área de conocimiento directo para nosotros, nos preguntamos si hay una burbuja hoy en el mercado de renta fija. Es cierto que la valoración de la renta variable -hasta la reciente corrección- podría haber parecido un poco cara si se analiza su relación precio-ganancias (PER), así como otras métricas tradicionales. Sin embargo, la rentabilidad del flujo de caja libre de la renta variable comparado con el rendimiento de los bonos del Tesoro hace que la bolsa siga pareciendo bastante atractivas, sobre todo después del reciente recorte de los tipos de la Reserva Federal. La cantidad de deuda BBB en el mercado de bonos es significativa. Mientras los tipos de interés sean bajos, los onerosos niveles de deuda no importan mucho, pero si los tipos aumentan, el apalancamiento financiero podría convertirse en un problema en el mercado de capital privado y en el mercado de renta fija, dada la cantidad de deuda BBB en circulación. También es motivo de preocupación el capital privado, que se ha disparado recientemente, porque el coste de la deuda ha sido tan bajo que las empresas de capital privado se han apalancado mucho.
Aunque es un ejemplo extremo, un acontecimiento trascendental para el mercado como el año 2000 ilustra la importancia de atenerse a una disciplina de inversión, incluso cuando el resto del mundo está haciendo otra cosa. Seguimos comprometidos con nuestro enfoque de alta convicción y no sucumbimos al atractivo de la última tendencia. Si bien en el mundo de la inversión hay muchas cosas que han cambiado en los últimos 20 años, la única constante que teníamos entonces y que seguimos teniendo ahora es mantener un enfoque sensato. En aquel entonces, comprábamos lo que creíamos que eran empresas de calidad, viables y legítimas. Hoy en día estamos haciendo exactamente lo mismo, confiando en el análisis bottom-up para encontrar y comprar lo que creemos que son empresas de buena calidad a precios razonables. Y con una mentalidad paciente y a largo plazo, podemos ofrecer a los inversores la seguridad de que pueden confiar en un proceso repetible que ayuda a obtener resultados sostenibles.
Independientemente de la década en la que se encuentre o de las condiciones del mercado, es imperativo que los inversores conozcan las perspectivas de negocio a largo plazo de una empresa. No basta con considerar sólo lo que podría suceder en los próximos seis meses o las próximas seis semanas. Lo que importa son las perspectivas a largo plazo: el valor de cada empresa es simplemente el valor presente de sus futuros flujos de caja. Aunque no siempre es fácil mantener la disciplina, especialmente cuando el estilo de inversión no es el adecuado, un estómago fuerte es tan importante como la mente. Sea paciente. Ejerza la disciplina. Eso debería darle la confianza para el éxito a largo plazo.