Especialmente relevante resulta la mejora de la balanza comercial, en tanto que una debilidad de la demanda interna que se ve compensada por la mejora de la externa sigue siendo la principal característica que permite esperar una estabilización en la caída del PIB español hacia final de año. Tanto es así que la economía española moderó su contracción durante el segundo trimestre del año, al registrar un descenso del -0,1% en tasa intertrimestral, y mejorar tres décimas su caída interanual, hasta el 1,7%.

No resulta descabellado pensar que la economía española se encuentra actualmente en el punto de inflexión, gracias en gran medida a la buena evolución de las exportaciones (los datos de mayo apuntan a que las exportaciones de bienes continuaron creciendo a pesar de la recesión en Europa), que explican la menor caída del PIB. Es también destacable que las exportaciones españolas de bienes en mayo a países fuera de la Unión Europea están creciendo a un ritmo del 9% anualizado (al 5,5% desde inicio de año). Gracias a la positiva evolución de la balanza comercial y de la balanza de pagos España aminora la dependencia de la financiación extranjera y permite avanzar rápidamente en la corrección de sus desequilibrios exterior e interior.

Es cierto que España debe afrontar aún importantes reformas estructurales en un largo esfuerzo para recobrar parte de la competitividad perdida en los últimos 15 años, y que el presente es difícil, pero los datos más recientes son esperanzadores.

Feliz verano.