Los principales índices bursátiles acumulan importantes subidas en lo que va de año y no parece que éstas vayan a tener fin… ¿Podríamos decir que el mercado está excesivamente complaciente?

Sin duda. No hay más que ver los niveles de volatilidad del S&P500 y del EuroStoxx, en mínimos de 15 meses, en un entorno en el que, los índices más representativos acumulan importantísimas alzas, no ya en lo que va de año, sino desde los mínimos que marcaban en marzo del pasado año: Es el caso del S&P500 con subidas superiores al 80%, del Nasdaq Composite con un alza del 100% o del Dax, con una revalorización desde aquellos mínimos también en el entorno del 80%. Entendemos que gran parte de estas subidas descuentan algo más que la puesta en marcha de los programas de vacunación. Más bien contemplan un éxito total de estos programas, cuando la realidad es que se está todavía muy lejos de alcanzar unos objetivos mínimos para atajar la pandemia a nivel global. También se descuentan algo más que unas perspectivas favorables de crecimiento económico. Muchos organismos y analistas ya vienen incluyendo en sus previsiones económicas el Plan de Infraestructuras propuesto por la Administración Biden, cuando en realidad todavía está lejos de ser aprobado.  Algo parecido ocurre en Europa. La llegada de los fondos de la UE a los distintos estados miembros va de la mano de la puesta en marcha de reformas que mejoren las cuentas públicas de los mismos… y la realidad nos muestra que la falta de acuerdo entre los países miembros puede retrasar su puesta en funcionamiento y hacer que el crecimiento de la Eurozona se vea penalizado. Lo cierto es que el mercado está recibiendo tracción por parte de muchos inputs positivos que, en realidad, están todavía lejos de confirmarse.

Algún factor positivo habrá que justifique estos niveles…

Sí, claro que los hay. Por ejemplo, la percepción sobre un desmesurado crecimiento de la inflación parece desvanecerse. Si recuerdas, la inflación era uno de los factores que más preocupaban desde primeros de año, sin embargo, avanza 2021 y seguimos sin ver aumentos destacables. Es verdad que la inflación podrá verse presionada por un repunte coyuntural provocado por “efectos base” que comparan un terrible 2020 con un más normalizado 2021. La comparativa entre ambos ejercicios podrá provocar una subida aritmética de la inflación, pero dicha subida no será compatible con una auténtica subida de los precios, pues comparamos un ejercicio 2020, devastado por la pandemia y los confinamientos, contra otro de modesto crecimiento en términos absolutos como está siendo el 2021. Días atrás conocimos el dato de inflación de marzo en Estados Unidos, el país en el que quizás más se ha hablado de “la gran inflación que viene”. El índice general tuvo un repunte interanual del 2,6% desde el 1,7% anterior. Pero si analizamos veremos que ese repunte ha estado muy en línea con lo que la evolución interanual del precio del petróleo un mes antes sugería. El repunte de la inflación subyacente, más de tres décimas hasta el 1,65%, ha sido claramente menor. El mercado ha asumido que este repunte y los que aún restan son en buena medida transitorios y no van a adelantar o a acelerar las subidas de tipos oficiales por parte de los bancos centrales. No creo que haya que preocuparse mucho de la inflación, al menos durante los próximos meses, pero es que, además, que suba moderadamente la inflación no debería causar inestabilidad sino todo lo contrario.

Los Bancos Centrales consideran que el ideal 2% de inflación permite alcanzar la soñada estabilidad de precios, ya que, los períodos largos de inflación o deflación excesiva, tienen efectos negativos sobre la economía. Miremos lo que viene ocurriendo en Japón casi en tres décadas. La estabilidad de precios ayuda a que la economía crezca, se protege el empleo y permite que los ciudadanos confíen en que su dinero valdrá aproximadamente lo mismo mañana. Una inflación estabilizada en el entorno del 2% sería un argumento magnífico para la economía occidental y, como consecuencia, también sería excelente para los mercados, disparándose la inversión.

¿Qué otros factores crees que apoyan los altos niveles de los índices bursátiles?

Cuando me preguntabas sobre el nivel de complacencia de los mercados, te decía que además de “percepciones” veía poco más… hemos mencionado la inflación y el “poco más” lo encontramos en la campaña de presentación de resultados del primer trimestre, que parece que arranca en positivo. Los analistas esperan un índice de sorpresas positivas elevado y perspectivas optimistas, lo que, en un contexto de recuperación económica, podría prolongar el sentimiento positivo en la renta variable. En Estados Unidos, el inicio de la campaña de resultados está siendo positivo. En Europa también, con unas expectativas de crecimiento de los beneficios por acción del 69% 1T21 vs 1T20, aunque también hay que tener en cuenta que el crecimiento interanual está muy impactada por el efecto base, con un 1T20 muy afectado por el coronavirus.  Y la verdad es que no encontramos mucho argumento más al que agarrarnos…

No te vemos muy optimista… ¿Qué crees que podemos esperar de los mercados en las próximas semanas?

No se trata de optimismo o pesimismo… se trata de repasar el contexto actual del mercado y constatar que los recientes máximos alcanzados tanto en EEUU (históricos) como en Europa (desde 2015) y las elevadas valoraciones podrían propiciar, próximamente, periodos de volatilidad. Tampoco será nada que nos haga echarnos a temblar. Se producirán ajustes en los excesos y el mercado volverá a buscar refugio en las buenas compañías, aquellas que han sabido adaptarse, aquellas que pueden beneficiarse de un repunte puntual de precios y en aquellos sectores que aglutinarán el resurgir del resto en caso de que se produzca un renacer consolidado de la economía después de un terrible 2020. Esto es lo que yo percibo luego, el mercado, como siempre, es soberano, y seguirá la tendencia que tenga que seguir.