Las inversiones alternativas son las inversiones que no son puramente financieras, como la renta fija y la variable. Los ejemplos más llamativos son las materias primas, de las que separaríamos el oro por sus características especiales; también podemos interpretar como inversiones alternativas los inmuebles, las plazas de garaje, instrumentos filantrópicos (colecciones de sellos, obras de arte), energías alternativas (placas solares…).

Las inversiones alternativas son un saco en el que metemos todas las inversiones que no sean fiducia, renta fija, variable o los depósitos.

Hay que tener en cuenta estas inversiones porque son elementos diversificadores de la cartera, pero son más ilíquidos que los activos financieros, por lo que aconsejo que el núcleo de nuestras inversiones esté en activos financiero y, a partir de ahí, diversificar un porcentaje menor en estos activos alternativos.