¿Hay un exceso de complacencia en el mercado, que crees que significan los mínimos del VIX?

El mercado está siendo complaciente. Llevamos una larga temporada en la que no vemos que los factores de riesgo realmente estén incidiendo en valoración de empresas, activos, perfiles de riesgo de países emergentes…

Las cosas no están realmente reflejando no ya la realidad actual, que probablemente sí lo hacen porque esto es lo que hay, pero no tanto las expectativas, o las proyecciones que podríamos tener cuando no encaja muy bien el escenario de riesgos virtuales que tenemos actualmente con la realidad.

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¿Son las valoraciones adecuadas o hemos ido demasiado lejos?

Las valoraciones son las que son. Cuando alguien trabaja desde una perspectiva cuantitativa y evaluando los mercados toda la parte de los factores de riesgos, lo que podemos decir es que el Brexit no ha tenido un efecto real en la valoración de las Bolsas europeas, ni en la economía de la región, ni si quiera en la británica. No somos tampoco capaces de ver los riesgos geopolíticos que llegan día tras día. Ni tampoco el Big Data y todo el Blockchain o el Bitcoin, hay factores que la economía real no nos permite trasladar al valor de las cosas. Entonces, no podemos decir que no estén bien valoradas, pero sí podemos decir que las cosas pueden cambiar ante cualquier evento altamente ‘improbable’. 

Cuando hablamos de volatilidad, de factores de riesgo, es muy importante saber dónde estamos, adónde vamos y, sobre todo, la información que tenemos de dónde venimos.

Podemos así observar un gráfico histórico de frecuencias, donde extrapolamos todos los datos de la volatilidad del Euro Stoxx 50 desde 1989, segregados, es decir, destacando en que tramos de volatilidad el mercado es más o menos volátil. Así, por ejemplo, si echamos un vistazo a los años de la crisis de Internet, vemos que los niveles más reducidos de volatilidad los vimos en el 20% y los más altos llegaron al 60%. O si atendemos a los años de volatilidad complaciente, 2004/2006, todo iba bien, todo era maravilloso, y hubo una decisión consensuada de subidas de tipos de interés, con enormes repercusiones. En 2013-2014, también vivimos en un periodo de complacencia absolutamente fuera de lo común. Y ahora, en 2017, a pesar de esa complacencia, hemos podido ver picos del VIX del 21%.

Esto, en sí mismo no significa nada. Es una información que la ponemos en una hoja de cálculo, extrapolamos y tratamos de sacar datos, pero nos sirve para hacer esa evaluación de factores de riesgo.

Si echamos la vista atrás y tratamos de ver cuáles son los efectos o comportamientos, lo que podemos interpretar es que tenemos suficientes factores de riesgo como para que pasen cosas extraordinarias en el mercado.

No podemos valorar cuál es el valor de las cosas, porque el análisis fundamental ha quedado separado de la realidad, porque las compañías no son lo que representan y lo que dicen ser. Por ejemplo, Telefónica es una compañía que toca televisión, Big Data, telefonía, redes… tiene un foco de expansión donde los ratios normales de valoración ya no valen, por eso no podemos saber si está cara o está barata, salvo en cuestiones objetivas como el PER, pero para saber si es bueno o malo, tenemos que compararlos con otros PER.

No entiendo muy bien los datos de complacencia en el mercado con los factores de riesgo reales en los que la economía está. Pero, esto en sí mismo no significa nada, hay otras cosas que, simplemente, deben considerarse como elementos que nos ayuden a tomar decisiones. Y ahí entran en juego todos los temas de control de riesgo, de gestión dinámica del mismo.

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¿Qué papel juegan las estrategias alternativas en el momento actual de mercado?

Son fundamentales. Hoy en día no existe una cartera medianamente inteligente que no busque el Smart Beta. No hay portfolio, sobre todo en la banca privada o los grandes fondos, que no asignen una parte a estas estrategias, que son aquellas que lo que pretenden es generar descorrelación con el mercado. Es decir, las estrategias tradicionales, de pura renta variable o renta fija, estamos eligiendo una porción de todo el universo de inversión y ahí tratamos de reflejar la diversificación, la estrategia alternativa lo que pretende es ponerle la sal adecuada, las especias adecuadas a esa cartera para evitar el riesgo sistemático o el exceso de correlación con el mercado. La más inteligente estrategia alternativa es aquella que cuando las cosas no vayan bien sea capaz de equilibrar el riesgo del mercado.

¿Y los derivados?

Sobre todo mejoran el ratio de rentabilidad/riesgo. No podemos considerar los resultados de cartera sin tener en cuenta el riesgo asociado a los mismos. Entonces, los derivados permiten modelar el riesgo al apetito del inversor final y del gestor. El objetivo final de esos es poder perfilar el nivel de riesgo de cualquier portfolio, buscando descorrelaciones con el mercado.  

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