Desde el área de Psiquiatría y Psicología del Hospital Quirónsalud Digital, la psicóloga Mónica Sagardoy explica que el concepto de ‘estrés’, por su amplio uso en muy diferentes contextos, resulta en la actualidad “algo confuso y excesivamente amplio”.
Así, se basa en la Asociación Americana de Psiquiatría, que establece que el estrés comprende “un patrón de respuestas que una persona experimenta ante estímulos que perturban su equilibrio” y que exceden su capacidad para hacerles frente”.
SÍNTOMAS DEL ESTRÉS
“Desde hace un tiempo es habitual oír hablar del estrés y de las consecuencias que tiene en aquellos que lo sufren. Habitualmente se relaciona con la tensión física y emocional que se produce como respuesta a un estímulo que nos molesta o nos agobia”, asegura la experta de Quirónsalud.
Ahora bien, matiza que, si hablamos de estrés por cambios vitales significativos, las manifestaciones varían e incluyen: bajo ánimo, ansiedad, o preocupación, sentimientos de incapacidad, así como deterioro en la ejecución de actividades diarias.
“Para el estrés agudo, los síntomas comprenden: dificultades de atención, desorientación, amnesia, e hiperactividad. Con frecuencia aparecen taquicardia y sudor. Finalmente, el estrés postraumático puede manifestarse con la vivencia recurrente del episodio traumático, pesadillas, desapego de los demás, desmotivación, evitación de situaciones relacionadas con el trauma, hipervigilancia e insomnio”, señala Sagardoy.
CAUSAS DEL ESTRÉS
Por otro lado, esta psicóloga indica que para que se produzca la respuesta de estrés será necesario estos dos aspectos:
1. La presencia de un suceso amenazante puntual o persistente en el tiempo:
• Si se trata de un suceso excepcionalmente amenazante, o que acarrea grave peligro para la propia vida, o la de personas cercanas, hablamos del estrés agudo y del estrés postraumático.
• No obstante, los casos más frecuentes se deben a la presencia de cambios vitales significativos que pueden amenazar nuestra estabilidad emocional o social, y conllevan un fracaso en las estrategias de adaptación a situaciones adversas; por ejemplo, la ruptura de una relación sentimental no aceptada; destacamos aquí, por su frecuencia, el síndrome de desgaste profesional como un tipo de estrés crónico generado en el ámbito laboral.
2. Vulnerabilidad personal: hace referencia al hecho de que no todas las personas poseen la misma capacidad para afrontar y superar sucesos adversos; su influencia es mayor en los casos de estrés debido a cambios vitales significativos.
CONSEJOS PARA REDUCIR EL ESTRÉS
A la hora de reducir el estrés del día a día, esta especialista del área de Psiquiatría y Psicología del Hospital Quirónsalud Digital aconseja, de igual forma que podemos hacer a la hora de mitigar la ansiedad, la práctica de la distracción o desfocalización (contar hacia atrás o realizar una actividad manual).
También son útiles en este sentido, en su opinión, la realización de ejercicio físico, las técnicas de relajación, el mindfulness, así como las herramientas para la gestión del tiempo. “Todas ellas contribuirán positivamente en la reducción del estrés”, asegura esta experta.
TRATAMIENTO DEL ESTRÉS
Por otro lado, reconoce que en algunas ocasiones se debe recurrir a la ayuda de un especialista para poder tratar el estrés. “El tratamiento psicológico contribuirá no solo a paliar las consecuencias del estrés, sino también a mejorar la manera en que nos enfrentamos a las dificultades”, mantiene Mónica Sagardoy.
Al comienzo, paciente y psicoterapeuta recogerán información sobre la génesis y el mantenimiento del estrés, tendrán en cuenta qué factores intervienen en el proceso, y si son modificables o no. “Aquí cobran especial relevancia las técnicas de solución de problemas puesto que, en ocasiones, las situaciones de estrés prolongado son consecuencia de una dilación excesiva en la toma de decisiones”, asegura.
Pero frecuentemente, considera esta experta, el problema no radica tanto en el suceso, sino en cómo lo afrontamos y cómo nos afecta. En este caso convendrá regular las emociones negativas generadas sabiendo que, según apunta:
• Gestionar emociones no significa evitarlas, sino hallar un cauce adecuado para expresarlas o prevenirlas; por ejemplo, la expresión permanente de quejas no resulta favorable, especialmente en el entorno laboral.
• Una estrategia poco eficiente para afrontar las dificultades es dejarse llevar por las preocupaciones; anticiparse continuamente y valorar infinitas opciones para no sufrir puede llegar a paralizarnos impidiendo nuestro progreso vital; técnicas como la frase llave (por ejemplo: ‘calma, ¿qué puedo hacer?’), o la detención del pensamiento (stop, aquí-ahora, etc.) serían adecuadas en este caso.
• El conocimiento de que los pensamientos negativos (anticipaciones excesivamente alarmantes) propician la aparición de emociones negativas llevará al psicoterapeuta a orientarnos sobre la veracidad de esos pensamientos, mitigando así el malestar que nos producen (reestructuración cognitiva).
“Conviene valorar el coste que supone evitar obsesivamente emociones desagradables puesto que el sentimiento de peligro puede provocar un malestar mayor que la propia amenaza. De ahí la importancia de planificar una exposición gradual al estímulo estresante”, concluye la psicóloga de Quirónsalud.