Toca desempolvar a esa obsoleta SEPI, para hacer de contrapeso en Telefónica al fondo saudí, cuya incursión se supo a principios de septiembre y dejó, aparentemente, con el trasero al aire tanto al propio management de la operadora como a sus principales accionistas y, por supuesto, al Ejecutivo.
La entrada del fondo saudí en telefónica, se produce cuando la operadora está a un precio muy bajo en comparación con lo que llego a ser y tiene un suculento dividendo del 8% anual y en efectivo, una ganga para los inversores que busquen rentas y una compañía solida sin muchos sustos por delante.
El problema es que Telefónica es una compañía estratégica para el país, ya que tiene una parte de su negocio y con buenas perspectivas es ciberseguridad y tecnología (IA, Blockchain..) y es esa parte la que atemoriza al gobierno, que si los saudíes entran en el consejo puedan tener acceso a estas tecnologías y utilizarlas para sus propios intereses (recordemos que los saudíes tienen dinero, no es una democracia y tienen una influencia muy grande en distintos países del golfo pérsico).
Ahora, la SEPI reconoce estar estudiando tomar una participación en Telefónica, pero como no tiene músculo para competir con los emiratos, “estudia” el apoyo de inversores particulares. ¿Cómo? Pues pasando “ la gorra” entre el empresariado patrio.
El Confidencial, medio que adelantó la noticia, dejaba caer los nombres de Criteria (Isidro Fainé), Florentino Pérez-ACS, y, ojo al dato: ¡¡Juan Roig e incluso Rafael del Pino!! Dos de los empresarios que más han estado en la diana del Gobierno, sin disimulos por parte del Ejecutivo. Del Pino, Roig, junto a Amancio Ortega, Ana Botín e Ignacio Galán, constituyen el repóker de vudú político. “Si se enfadan Botín y Galán, es que algo estamos haciendo bien”. “No necesitamos ayudas de señoritos de cortijo”. “Les vamos a obligar a devolver lo ingresado en obra pública”… todo esto se ha dicho desde el Ejecutivo.
Sólo faltaría que le pidieran dinero también a Repsol, empresa que ha dicho que congela las inversiones milmillonarias, hasta que se aclare la incertidumbre política del país. Ahí es nada, como si fuéramos un país bananero del otro lado del Atlántico. ¿Cuál fue la respuesta de Nadia Calviño,? Amenazar con más subidas al impuesto de sociedades.
La ministra de economía que iba a dar tranquilidad a los mercados, dado su perfil técnico de Bruselas, tiene claro que la rentabilidad política se obtiene anunciando más impuestos a los empresarios y subidas del SMI, porque intentar una mejora de la productividad, de nuestros mercados; facilitar la llegada de nuevas inversiones o buscar, en definitiva, el crecimiento económico, no le interesa absolutamente a nadie.
Después de la entrada del gobierno con Indra, buscando el apoyo también de empresas como Escribano como socio pantalla, ahora viene pasar la gorra para que ayuden en Telefónica al Gobierno.
Esto no es nuevo, ya que en los primeros tiempos del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, cuando decidieron que lo primero que había que hacer era quitar a los presidentes del Ibex (empresas privadas, conviene recordar) y urdieron maniobras toscas sobre Repsol, BBVA o Endesa, que terminaron con la eléctrica en manos de una pública italiana tras un burdo enjuague con los Entrecanales y medio Ibex poniéndose en manos de Villarejo.
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