Una introducción a las técnicas de valoración

Sabemos que estas ratios o múltiplos son los métodos habituales para determinar si una empresa es un chollo, si bien consideramos que, a la hora de gestionar carteras, los inversores han de entender su alcance en sus justos términos antes de emplearlas.

Ratio precio-beneficio

La ratio precio-beneficio –PER– de un título se calcula a partir del cociente entre el precio y el beneficio empresarial por acción. Por ejemplo, si la cotización de los títulos de una empresa es de 50 € y sus beneficios por acción 2 €, tendría un PER de 25 ‒50 € / 2 €â€’. Seguramente sea el método de valoración más utilizado; de hecho, nos consta que se enseña en clases de introducción a la inversión, donde generalmente se llega a la conclusión de que un PER bajo significa que las acciones están baratas ‒¡un chollo!‒, mientras que si es alto indicaría lo contrario y existe el riesgo de que los precios caigan.

Las ratios precio-beneficio pueden adoptar diferentes formas, todas con ventajas y desventajas. El PER a futuro o PERforward compara el precio actual de la acción con la media de los beneficios esperados por acción de los siguientes doce meses. Es imperfecto, pero creemos que este enfoque incorpora la tendencia del mercado bursátil de proyectarse hacia delante y de descontar los beneficios previstos. Por otro lado, los pronósticos de los analistas no tienen por qué acertar: los resultados que cosechará una empresa que no se pueden conocer con antelación.

El PER pasado o PER trailing salva el inconveniente del anterior, ya que se sirve de los beneficios reales del año anterior y, con ello, elimina la incertidumbre de las previsiones, si bien lo hace a partir de datos retrospectivos. No nos cansamos de insistir en que los mercados de renta variable se orientan hacia el futuro, conque los beneficios del pasado, en principio, carecerían de relevancia en lo que a fijar los precios de hoy se refiere.

Por último, el PER ajustado al ciclo o CAPE, en un intento de corregir el efecto del ciclo económico en los beneficios, utiliza los resultados medios de los últimos diez años y, además, los ajusta en función de la inflación. A pesar de su aparente solidez, nos tememos que su extrema complejidad lo convierte en una herramienta prácticamente inútil. Asimismo, nos parece una trampa eliminar la influencia de los ciclos económicos, dado que son decisivos en las perspectivas económicas de una empresa. Recientemente la estimación de los resultados empresariales a partir del CAPE se ha visto mermado por la crisis financiera de 2008 y la de la deuda europea entre 2011 y 2013, fenómenos que en el momento del cálculo todavía no habrían cumplido los diez años. Como los beneficios ocupan el denominador del cociente, el CAPE da una cifra hinchada: para muchos una señal de preocupación; para nosotros nada concluyente, así son las matemáticas.

En todo caso, nuestro parecer es que la capacidad predictiva del PER es mínima. En la bolsa estadounidense, por ejemplo, la ratio ha estado sistemáticamente por encima de la media mundial durante el presente mercado alcista1 y, a pesar de ello, las cotizaciones bursátiles no han dejado de batir a sus pares del resto del mundo2. Este mismo fenómeno ya ha ocurrido más veces porque, a fin de cuentas, un título barato no tiene por qué crecer. Por otro lado, nuestro parecer es que son las sorpresas las que estimulan a la renta variable. Las ratios PER, como parte irrenunciable de los temarios de cualquier curso de finanzas, se miran con lupa, si bien dudamos que sirvan para algo más que no sea captar el estado de ánimo inversor, aunque solo en situaciones extremas. Si un índice se sitúa significativamente por encima de su valor histórico podría ser una señal de euforia, es decir, los precios estarían subiendo más allá de lo razonable. Contrariamente, un pesimismo excesivo y generalizado conduciría a un PER muy por debajo del promedio histórico, lo que apuntaría a que el mercado está en mínimos.

Ratio precio-ventas

La ratio precio-ventas o P/V compara las ventas por acción en relación al precio de mercado actual. Para calcularlo se divide el actual precio por acción entre la cifra de ventas por acción de los últimos doce meses. Ken Fisher ‒de Fisher Investments Europe‒ popularizó su uso en la década de los ochenta por su utilidad para valorar empresas que de forma pasajera no obtenían beneficios, además de que limita el efecto de la contabilidad, los gastos puntuales y otros componentes que puedan distorsionar temporalmente los resultados. No obstante, en los últimos años el empleo de esta relación se ha generalizado, por lo que, desde nuestro punto de vista, se ha eliminado cualquier ventaja competitiva que pudiera otorgar en el pasado.

Ratio precio-valor en libros

La ratio precio-valor en libros o P/BV parte de la división entre el precio de la acción y el valor en libros por acción. El valor en libros es la diferencia entre el activo de una empresa ‒inmuebles, existencias, efectivo y otros valores financieros‒ y sus deudas y cuentas a pagar. Por ejemplo, una empresa cuya cotización sea de 90 €/acción y cuyo valor en libros de 100 €/acción tendría una ratio P/BV de 0,9. Para algunos se trata de una estimación del valor por acción en caso de que la empresa se liquidara. Es por ello que sus defensores argumenten que representa fielmente el valor de una compañía frente a su eventual precio de mercado. Desde nuestra experiencia, la ratio P/BV es normalmente superior a uno, dado que no tiene en cuenta los beneficios y ventas previstos. Sin embargo, una ratio muy por encima de la unidad podría significar que las acciones están sobrevaloradas, ya que el precio de la acción superaría en mucho al valor de la empresa en una fecha determinada. Por el contrario, por debajo de uno quizás indique que el mercado es extremadamente pesimista con el título. Podría justificarse si el panorama para tal empresa fuera poco halagüeño, pero a menudo suele ser una señal de oportunidad. Con todo, estas herramientas tampoco serían concluyentes, ya que las cifras contables del balance se modifican en función de las normas del momento y del criterio del contable; además, obvian el futuro. Si una empresa está creciendo rápido, se puede prever que los beneficios impulsen sus activos en el futuro. Como ocurre con algunas ratios ya analizadas, a nuestro juicio el P/BV carece de una capacidad predictiva fiable.

Desde nuestro punto de vista, muchos inversores y analistas confían en las valoraciones y les conceden una gran importancia en tanto que indicadores de la dirección de las acciones. Este argumento es demasiado simplista. Las técnicas de valoración pueden ser útiles hasta cierto punto, pero no son oráculos y, si se pretende evaluar el valor de una empresa o un mercado, no deben utilizarse aisladas de otras variables.

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