No sorprende, por lo tanto, que el populismo esté prosperando en la democracia más grande de América Latina. La primera ronda de las  elecciones presidenciales probablemente verá pasar al populista de extrema derecha,  Jair Bolsanaro, o "O Trumpinho", como se está dando a conocer a nivel local, y a Fernando Haddad, el candidato de izquierdas del desprestigiado Partido de los Trabajadores. La segunda ronda estará cerca. Bolsanaro tiene la mayor tasa de rechazo de todos los candidatos y es muy impopular entre los muchos grupos minoritarios, especialmente mujeres, ya que ha hecho una carrera a base de ofender.

Mientras tanto, Haddad representa al Partido de los Trabajadores que ha dominado la política brasileña durante tanto tiempo y cuya credibilidad ha sido destruida por las investigaciones de corrupción que se han desarrollado en los últimos años.

Pero la segunda ronda de las elecciones presidenciales en Brasil se define en gran medida por una decisión sobre quién no quieren los votantes que sea Presidente, y quién sí que quieren. En este cálculo, es probable que los votantes rechacen a Haddad como la cara del statu quo y que opten por la promesa de un cambio radical bajo Bolsanaro.

Bolsanaro es sin duda el candidato más favorable para el mercado. Esto no se debe tanto a la fuerza de sus políticas (él admite abiertamente que sabe poco sobre economía), sino a que no es Haddad. Tanto para los inversores extranjeros como para los locales, la diferencia entre los candidatos se reduce a dos cuestiones: la reforma de las pensiones y la privatización.

La reforma de las pensiones es absolutamente crítica para la salud fiscal de Brasil. Un límite en el gasto significa que los costes cada vez mayores de las pensiones se están volviendo gradualmente cada vez menos asumibles. El presidente entrante simplemente se quedará sin dinero a menos que reduzca el gasto en pensiones. Sin embargo, Haddad ha prometido desechar las reformas del actual Presidente Temer. Esto es insensato.

Del mismo modo, Haddad ha prometido eliminar el programa de privatizaciones que el presidente Temer ha establecido. Estoes igual de insensato. Brasil tiene un gran stock de deuda y la privatización de los activos del estado es la forma más sencilla para que el gobierno evite pagar esas deudas.

La reforma de las pensiones es un tema tan vital que cualquiera de los candidatos probablemente se verá obligado a hacer algo. Pero lo que está claro en esta etapa es que Bolsanaro irá más allá en las pensiones y en las privatizaciones que Haddad.

Tanto los inversores extranjeros como los locales tienen posiciones muy bajas  en activos en reales a medida que se acerca la primera ronda electoral. Esto se refleja en que la negociación de contratos de futuros  ha ido disminuyendo de forma constante.

Si Bolsanaro gana, entonces deberíamos ver un retroceso en esa tendencia y un rally de alivio en los activos brasileños. Esto no es muy diferente a lo que sucedió en las elecciones  presidenciales mexicanas cuando los inversores se dieron cuenta de que el populista Andrés Manuel López Obrador no iba a ser tan negativo para la economía como habían temido.

Un hombre clave para Bolsanaro es Paulo Guedes. Se trata de un ex banquero que está ayudando a la formación económica de Bolsanaro y que está detrás de la reforma de las pensiones y los planes de privatización. Si Guedes puede introducirlos pronto en su agenda, entonces la prima de riesgo de los activos brasileños comenzará a disminuir y deberíamos ver una reanudación de la inversión local que ha estado en gran medida moribunda desde 2012.

Pero no será fácil. Ninguno de los candidatos disfrutará de un mandato sólido y Bolsanaro enfrenta a un largo proceso de negociación para obtener el apoyo que necesita en el Congreso para una rápida acción en la reforma de las pensiones. Será más complicado por el hecho de que ahora, afortunadamente, es más difícil sobornar a los políticos que en el pasado.

Si la agenda de Guedes acaba frustrándose  y él renuncia - una posibilidad real dado que comparte poco en términos de ideología política con su jefe-  entonces el perfil populista de Bolsanara realmente entrará en escena. Sin un plan económico claro es probable que regrese a su profunda naturaleza socialmente conservadora. Esto supondría otro momento débil  en un momento especialmente poco favorable para Brasil. Tenemos esperanzas de que se aprueben reformas, pero no hay que entusiasmarse demasiado.

 

Edwin Gutierrez, Aberdeen Standard Investments Head of Emerging Market Sovereign Debt