Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el PIB de España experimentó una variación del 0,6% en el primer trimestre de 2023 respecto al trimestre anterior en términos de volumen, una décima superior al dato avanzado. Se trata del cuarto trimestre consecutivo con crecimiento, tras la recesión económica que afectó al país durante 2020 y la caída derivada de la guerra en el primer trimestre de 2022 (-0,4%).

En términos interanuales, la variación del PIB fue del 4,2%, cuatro décimas superior al dato preliminar y por encima del cuarto trimestre de 2022 (3,1%). El PIB se situaría por encima del promedio de 2019 y ligeramente por debajo del cuarto trimestre de 2019.

Por el lado de la demanda, cabe destacar la nueva caída del consumo de los hogares (-1,3% tras el -1,6% del trimestre anterior) y del consumo público (-1,6%, después de crecer un 2,1%). En el lado positivo hay que señalar el aumento de la inversión (1,8% con una expansión destacada de la inversión en maquinaria y equipo del 3,5%) y de las exportaciones (5,7%, creciendo más que las importaciones 2,6%).

Es reseñable, en este sentido, la importancia del comportamiento del consumo de los hogares en el devenir del desarrollo económico. Los últimos datos ya reflejan un enfriamiento del consumo, con un crecimiento proyectado para 2023 inferior al 4,5% interanual de 2022. El deterioro del poder adquisitivo de los hogares españoles en el primer trimestre de 2023 explicaría el nuevo drenaje del consumo en este periodo. No obstante, la pérdida de poder adquisitivo de los hogares se frenará gracias a la moderación de la inflación prevista para los próximos meses, pese a que el endurecimiento de las condiciones financieras seguirá haciendo mella en las finanzas de los hogares.

Por el lado de la oferta, destacó el incremento trimestral del valor añadido en el sector agropecuario (3,8%), ocio y otros servicios (3,0%), comercio, transporte y hostelería (2,8%), construcción (2,4%) y la industria manufacturera (1,5%), mientras que cayó el sector financiero (-4,4%), información y comunicaciones (-2,2%) y administración pública, educación y sanidad (-2,0%).

La economía española ha exhibido una resiliencia notable en lo que llevamos de 2023. El crecimiento del primer trimestre contrasta con la caída del -0,1% registrada en el área euro (no hay que obviar que España se encuentra aún por debajo del nivel precovid y la eurozona ha tenido una mayor recuperación). Esta fortaleza, que se ha prolongado en el segundo trimestre, según indicadores, ha supuesto una revisión al alza de las previsiones de la economía nacional de distintos organismos.

Además, la situación del mercado laboral, que sigue siendo un punto sensible, da señales de elevado dinamismo. La evolución del empleo, que será uno de los determinantes clave en el consumo de las familias, ha evolucionado de manera favorable en lo que llevamos de 2023, aunque la tasa de desempleo en España sigue siendo alta en comparación con otros países de la Unión Europea.

Si bien la situación en España muestra signos positivos, existen desafíos y riesgos que podrían afectar al desempeño económico en los próximos trimestres. Una inflación en tasas históricas altas más persistente impactará en el poder adquisitivo de los consumidores y pondrá presión sobre los precios y costes de producción para las empresas. Además de otros factores, como el impacto del intenso endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales (a pesar de haber moderado su ritmo), las señales de desaceleración en el área euro (también en China) y en ramas de actividad como manufacturas, la evolución de tensiones geopolíticas globales o los potenciales efectos de segunda vuelta sobre la inflación.

La incertidumbre a corto y a medio plazo sigue siendo elevada, teniendo en cuenta la dificultad en este contexto para valorar la intensidad del impacto del tensionamiento monetario sobre el crecimiento, que será más visible en 2024 y 2025.