Sin embargo, la gestión pasiva, aunque es una estrategia de inversión popular, coexiste con otro tipo: la gestión activa. Si bien es cierto que el objetivo de esta última es conseguir rentabilidades más elevadas, la gestión pasiva le sigue desde muy cerca con una serie de ventajas que la convierten en una opción interesante para algunos perfiles inversores.
¿Cuáles son las claves de la gestión pasiva?
Las claves por las que la gestión pasiva es una estrategia de inversión que tener presente tiene que ver con que genera muy pocos gastos. Esto se debe, principalmente, a que replica los índices del mercado, por lo que no demanda un análisis más profundo de cada acción como en el caso de la gestión activa. Ahora bien ¿qué fondos son más “baratos”?
Un ejemplo lo tenemos en los ETF (Exchange Traded Funds) que, además, han experimentado una tendencia alcista desde el año 2005. Esto lo muestra claramente las estadísticas de Statista donde en 2019 estos fondos de gestión pasiva alcanzaron el número de 7000. Una cifra que continúa creciendo.
Otra clave interesante de la gestión pasiva es la diversificación automática. Y es que diversificar la inversión es una recomendación tanto en este tipo de estrategia como en la activa. Esto se debe a que, así, se limita el riesgo de las pérdidas que se pueden producir pudiendo compensarlas. Pero, en la gestión pasiva esta acción no implica un coste mayor, dado que es una consecuencia natural de la replicación de los índices.
Con todo, la gestión pasiva ofrece un rendimiento consistente a largo plazo. Sí es verdad que tiene poco margen de reacción, pero brinda una mayor tranquilidad para quienes buscan invertir sin correr demasiados riesgos. Desde el Observatorio de Gestión Pasiva de Finizens explican que la rentabilidad de esta estrategia ha alcanzado el 76,1%. Un porcentaje que tener en mente en el momento de tomar una decisión.
¿Por qué la gestión pasiva es una buena opción?
La gestión activa y pasiva dependen del perfil de cada inversor, aunque está claro que esta última opción tiene una serie de ventajas que la convierten en algo interesante. Estas son algunas de sus características más destacables.
Crecimiento exponencial
Como ya expusimos al principio, el crecimiento de la gestión pasiva es una evidencia y, cada vez más, acapara un mayor porcentaje de inversión que se espera que siga incrementándose en los próximos años. Esto favorece la aparición de nuevos fondos de inversión aumentando las opciones entre los perfiles interesados en ellos.
Mayor transparencia
Los inversores de la gestión pasiva pueden ver con facilidad qué índices están replicando sus fondos, así como comprender dónde se ha invertido su dinero y qué es lo que está pasando con él. Esto es algo que ha aprovechado la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lanzando un comunicado en el año 2018 y que continúa potenciando en la actualidad dada la importancia que tiene la transparencia en la confianza de los inversores.
Reduce la sensación de urgencia
Otra razón de por qué la gestión pasiva es una buena estrategia se debe a que los inversores no entran en pánico por la necesidad de vender en determinados momentos ni se sienten demasiado eufóricos y motivados en otros para invertir más dinero en sus activos. En la gestión pasiva hay mucha más estabilidad, lo que reduce esa necesidad de tomar decisiones basadas en las emociones, lo que puede ser muy positivo.
A pesar de todo lo mencionado, no hay que desprestigiar a la gestión activa. Es otro tipo de estrategia completamente válida y que también tiene sus ventajas (sin olvidarnos de sus inconvenientes). Lo mismo sucede con este tipo de gestión de la que hemos hablado a lo largo de todo este artículo, orientada a un perfil de inversor determinado que busca una inversión a largo plazo, más estable y cuyos datos son significativos.
Como añade la CNMV en uno de sus últimos informes, los fondos de inversión pasiva han presentado un incremento de unos 3400 millones de euros. Por lo que es fundamental tener en cuenta tanto las claves de la gestión pasiva como los datos recopilados para tomar decisiones informadas sobre las estrategias de inversión disponibles con el objetivo de decantarse por aquella que encaje mejor con un perfil inversor específico.