Esta es una forma sencilla de “definir” el ojo, sin embargo, el ojo es un órgano complejo, que permite percibir el mundo, y cuya anatomía consta de varias partes entre las que están: La córnea, la capa exterior y transparente del ojo que protege el iris y la pupila, además de ayudar a enfocar la luz en la retina; El iris, la parte coloreada del ojo, regula la cantidad de luz que entra y rodea la pupila, que es la abertura circular encargada de controlar cuanta luz irrumpe en el ojo. El cristalino es una lente convexa que está detrás del iris, se encarga de enfocar la luz en la retina. La retina es una lámina sensible a la luz situada en la parte posterior del ojo, pegada a la pared ocular. Transforma la luz en señales eléctricas para que el cerebro las interprete y convierta en la imagen que estamos percibiendo del exterior. Las señales eléctricas llegan al cerebro a través del nervio óptico. Además, el ojo está rodeado de músculos que permiten que se mueva y de glándulas que producen lágrimas para mantenerlo lubricado y protegido.
Cada una de las partes del ojo, si no se realizan revisiones oftalmológicas con asiduidad, puede sufrir daños y por lo tanto problemas de visión, sobre todo a medida que pasan los años. Las enfermedades de la retina, por ejemplo, afectan a más del 30 por ciento de personas mayores de 50 años y causa una alta tasa de discapacidad visual. “Entre las enfermedades más habituales se encuentran el desprendimiento de retina, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la retinopatía diabética o la membrana epirretiniana macular” explica el Doctor Francisco Javier Fernández de la Unidad de Oftalmología de Hospital Quirónsalud Clideba.
El desprendimiento de retina ocurre cuando la retina se separa de la pared ocular. Esto sucede como consecuencia de uno o varios desgarros provocados por el desgaste normal de la retina a causa del envejecimiento del ojo. Afecta a una de cada 10.000 personas al año y es un problema ocular grave que puede afectar a cualquier edad, aunque es más probable en personas en edad adulta. También puede ser frecuente en personas miopes, con antecedentes familiares o si se ha sufrido alguna contusión o golpe en el ojo. “Cuando la retina se separa de la paste posterior del ojo, provoca pérdida de riego sanguíneo en la misma y causa visión borrosa y pérdida de la visión que en algunos casos puede ser irreversible” añade el especialista.
Los síntomas de un desprendimiento de retina se caracterizan por la visualización de cuerpos flotantes negros, manchitas o “moscas volantes”, destellos luminosos, una sombra oscura en alguna zona de la visión, disminución de la visión central, perdida rápida de la vista o pérdida total de la visión en un ojo. Si uno de estos síntomas aparece de repente, hay que acudir con urgencia al oftalmólogo para que compruebe que no existen desgarros en la retina. Si este problema se diagnostica a tiempo y con el tratamiento adecuado, se puede evitar el desprendimiento de retina. Si no se trata a tiempo, se puede producir una atrofia de la retina progresiva que provoca una inflamación ocular y por tanto la pérdida de visión irreparable.
Una vez diagnosticado el desprendimiento de retina, el tratamiento siempre es quirúrgico. El objetivo es cerrar el desgarro o la rotura y colocar la retina en su sitio, “se hará un tratamiento personalizado en cada caso, para desgarros en la retina se puede recurrir a tratamientos con láser como la fotocoagulación que permite sellar la rotura y previene el desprendimiento de retina. La intervención se realiza de forma ambulatoria y bajo anestesia local” puntualiza el doctor Doctor Francisco Javier Fernández.
Existen otras técnicas quirúrgicas que se aplican según el caso como por ejemplo la vitrectomía o la cirugía escleral. La vitrectomía consiste en extraer el humor vítreo del ojo, reparar el desgarro de la retina con láser y después, mediante líquidos pesados como gas o aceite de silicona, se fija la retina en su sitio. Normalmente se sustituye por una solución salina o por una burbuja de gas, aire o aceite e silicona. Cuando el humor vítreo se reemplaza por gas o silicona, en algunos casos es necesario que el paciente se mantenga en posición boca abajo o de lado durante unos días, si es con gas o aire, no se podrá volar en avión o subir a una altura superior a 500 metros sobre el nivel del mar hasta que la burbuja que se ha producido para fijar la retina desaparezca, ya que los cambios de altitud pueden dañarla. Esta intervención se realiza con anestesia local, ambulatoria y puede durar entre una y dos horas.
La otra opción, la cirugía escleral, es un procedimiento que consiste en colocar un anillo alrededor de la capa más externa de la pared del ojo, la esclera, para así, reducir su diámetro y aproximarlo más a la retina. De esta forma, se cierra la rotura haciendo presión sobre el globo ocular con la colocación de bandas de silicona en la esclera. La intervención se realiza siempre con anestesia local.