En este contexto, se espera que Bankia se vea obligada a dotar unos 5.070 millones de euros, con lo que debería ajustar también los precios de las viviendas y valorarlas en sintonía con su precio real de mercado. Si tenemos en cuenta que BFA, matriz de Bankia y poseedora del 45% del capital registra cerca de 37.500 millones de euros en activos vinculados al sector del ladrillo, nos hacemos una idea de lo complicado de la situación cuando esta cifra es la más alta del sector concentrada en una entidad. Al ser la cuarta entidad financiera por volumen del país y poseer en su balance esta ingente cantidad de créditos problemáticos (promotor, dudosos y adjudicados) no es de extrañar que el riesgo sistémico sea una componente muy importante a tener en cuenta.

Al hacerse público la toma de control del 100% del capital de BFA, indirectamente también se hace con el control de Bankia. Este último rescate al sector bancario español, supone unos 8.000 millones de euros distribuidos entre: 4.465 millones en preferentes obtenidas del Frob1, al no alcanzar las exigencias de “core” y que se transforman ahora en capital, 2.535 millones que posiblemente se articulen a través de “CoCos” (instrumentos contingentemente convertibles) y se añaden también los 1.000 millones pendientes de inyectar en el Banco de Valencia del cual el 30% del capital pertenecían a BFA cuando fue intervenido, nos da una cifra muy cercana a la mencionada.

Esta noticia, como ya sabe todo el mundo, se anunció una vez Deloitte se negó a firmar la auditoría de BFA cuya valoración sobre su propio patrimonio era de 12.000 millones de euros. En este sentido, la consultora señaló que había un desfase 3.500 millones lo que significa valorar Bankia a su valor liquidativo, lo cual supone un cambio de criterio a la hora de auditar esta entidad, cuando durante todo el 2011 se habían aprobado las cuentas del banco. La consecuencia más inmediata ha sido la dimisión de Rodrigo Rato como presidente de la entidad y el nombramiento de José Ignacio Goirigolzarri como sucesor.

Las continuas discrepancias sobre la valoración de los activos inmobiliarios en España, parece haber cansado un poco al Eurogrupo donde en el día de ayer, el representante alemán del Banco Central Europeo, Jörg Asmussen, ha pedido al ejecutivo español una estrategia completa para reestructurar el sector bancario que incluya una valoración independiente de los activos tóxicos y la posible creación de un banco malo para sacarlos de balance. Es muy importante para el conjunto de la Unión Europea y sobre todo para el euro, que se vayan despejando las incertidumbres que afectan a todo el sistema bancario de los países más castigados por los inversores. Es cierto que prácticamente todos los bancos europeos han sido puestos a examen con los pasados test de estrés, sin embargo, es esencial saber cuánto valen las entidades realmente y sobre todo es necesario deshacerse de el lastre del ladrillo. Los bancos no son inmobiliarias y deberían dedicarse a lo que tradicionalmente hacían, que es conceder créditos.

En una economía globalizada donde cada vez se observa una mayor interacción e integración entre los distintos mercados, se hace si cabe más necesario el buen funcionamiento de los flujos de información. Si queremos tener credibilidad y que fluya el crédito en Europa, el primer paso que hay que dar es conseguir ser transparentes. Que los inversores vean que las entidades de este país dicen la verdad, que dicen lo que tienen y que puedan decir al resto del mundo somos fiables y sí, necesitamos ayuda. Esto, desde el punto de vista técnico también es imprescindible, sino, ¿de qué sirve la dotación de provisiones si no se hace por la cantidad efectiva para reducir el riesgo de impago? ¿De qué sirven las inyecciones de crédito del BCE si son medidas para ganar tiempo y este no se aprovecha para mejorar sustancialmente?

También nos preguntamos por la labor del Banco de España en todo este asunto y si realmente ha hecho todo lo que estaba en sus manos o si ha actuado en consecuencia.

Sin embargo, lo que más nos preocupa de todo es cómo afectará a los accionistas de la compañía (vía dilución de participación por conversión de preferentes en capital y las tremendas bajadas que ha sufrido la cotización de Bankia desde su salida a bolsa) y todos los ciudadanos que tienen su dinero en la entidad y les provoca dolores de cabeza, inseguridades e incluso miedo sobre sus ahorros. No sólo es esta entidad la que infunde preocupación, sino pregúntenselo a las miles de personas que tienen participaciones preferentes en otros lugares y qué ha pasado con su valor liquidativo.

En Aspain 11 estamos preocupados por toda esta situación y creemos que es necesaria una reforma sustancial del tejido financiero no sólo español, sino europeo. Mejorar en transparencia y fiabilidad lo vemos clave a la hora de afrontar una integración del euro y lo que nos parece todavía más esencial, tratar de generar empleo y comenzar a reducir la cifra de parados que ya superan los 5 millones y medio. Recomendamos por ahora estar fuera del balance de entidades financieras y no caer en la tentación de grandes rentabilidades, ya que nadie da duros por pesetas. Lean bien los prospectos de los productos que les ofrecen, asegúrense de que el activo que compren se ajuste a su perfil de riesgo. No compren nada que no comprendan cómo funciona, no corran riesgos innecesarios y sobre todo rodéense de personas que velen por sus intereses.