Intentando evitar la K

A la vez que el Financial Times nos regalaba una portada alertando del riesgo de una recaída de la actividad en Europa en los próximos trimestres y, por tanto, de la temida W.En el caso de la economía china, el PIB creció en términos trimestralesun 2,7% de julio a septiembre que, al incorporar el rebote de 12,2% en el segundo trimestre, implica que el PIB ya se encuentra un 3% por encima delos niveles de finales de 2019.El breve desglose de los datos revela que la recuperación se ha extendido desde la oferta a la demanda, principalmente a través de una reactivación del consumo privado: las ventas minoristas retomaron el crecimiento positivo, después de que colapsaran un 11% durante el pico de la crisis sanitaria a inicios de año. Un factor clave ha sido la mejora del mercado laboral, reflejada en un descenso en la tasa de paro urbana, hasta el 5,4% en septiembre(inferior al techo del 6% fijado por el gobierno para este año). Aunque quizás lo más reseñable es que las exportaciones crecieron un 8,8% interanual, el trimestre conmayor crecimiento desde mediados del 2018, impulsadaspor mayores compras de bienes chinos en EEUU y en el resto de Asia, principalmente de equipos electrónicos, médicos y tecnológicos.Lo que refleja una enorme flexibilidad y capacidad de adaptación de la oferta a los productos demandados por el resto del mundo. Si pensamos enque todavía el consumo interno tiene recorrido(sólo representa un 40% del PIB), el diferencial de crecimiento acumulado del China frente al resto del mundo puede ser abrumador a 4/5 años vista.

La recuperación de la economía en forma de K también es una amenaza en EEUU

Teniendo en cuenta que, por ejemplo,en Europa las restricciones han empezado a aumentar en las últimas dos semanas, lo que ya se está reflejando en los datos de movilidad, lo más probable es que las previsiones de crecimiento para el cuartotrimestresufran una revisión a la baja. ¿Suficiente para volver a terreno negativo? Todavía es demasiado pronto para esta afirmación y la información limitada. Pero,como pudimos constatar esta semana, las cifras de negocio de las empresas españolas muestran que la actividad ya estaba perdiendo inercia en el mes de agosto, especialmente en el sector servicios (-15,3% interanual frente a -13,9% en julio), con la mayoría de las actividades muy afectadas(agencias de viaje -79,2%, hostelería -41,3%o transporte aéreo -75,1%). En el caso de la industria, la caída de su cifra de negocio se sitúa en el 10% interanual, 1,1 puntos menos que el mes anterior. Todas las ramas contribuyen a este retroceso, excepto las de bienes de consumo duradero, que crecen a unritmo desconocido desde 2006 (+10,4%), gracias a la fabricación de otro material de transporte (incluye motocicletas, bicicletas, aparatos domésticos e industria del mueble).

También esta semana el “Beige Book” en EEUU advertía de una recuperación debilitándose y muy desigual por regiones y sectores. Así que,como señalaba Lael Brainard de la Fed, la recuperación en forma de letra K también es una amenaza en EEUU, a la espera del tamaño definitivo del nuevo paquete fiscal (entre 1,5 y 3 billones de euros)que,seguramente,se aprobará después de las elecciones. En este contexto económico,que conllevará un empeoramiento de los déficits públicos estructurales en la UEM, el Consejo Fiscal Europeo subrayaba esta semana la necesidad de rediseñar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento antes de que se vuelva a activar después de su suspensión en 2020 y 2021. Además, reconocióla incapacidad del sistema actual para generar colchones fiscales en época de bonanza para utilizar en situaciones de emergencia,como la actual. Por tanto, se considera que las reglas actuales están desfasadas y deben cambiarse. Pero hablar de sostenibilidad fiscal a medio plazo no está de moda en la temporada de otoño, cuando casi cada semana los organismos internacionales lanzan mensajes sobre la necesidad de evitar el “cliff effect”. En este contexto se debe poner en valor la emisión de lo más parecido a un eurobono hasta la fecha. El “bono SURE” destinado a financiar los programas de suspensión temporal de empleo (ERTE, kurzabeit, etc.) se emitió el martes, captando 17.000 de los 100.000 millones euros con los que está dotado el programa. Lo sorprendente fue que la demanda de este bono social fue catorce veces superior a la oferta y ascendió a 233.000 millones (récord en una emisión europea). La emisión se estructuró en dos tramos: 10.000 millones a 10 años con una rentabilidad a vencimiento negativa (-0,238%) y otros 7.000 millones a 20 años, en este caso con una rentabilidad positiva del 0,13%.

Por tanto, la UEM ha sido capaz de financiarse a largo plazo a un coste prácticamente cero, muy cercano al de la referencia francesa que estaría representando el riesgo medio europeo. Para el año que viene el objetivo de emisión es de 200.000 millones de euros que se ampliará hasta los 900.000 millones de euros en el horizonte 2026. Lareformulación tanto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento como de la estrategia de la política monetaria van a cambiar el armazónde la política económica europea para la próxima década. Se va a partir de unas condiciones muy exigentes, por tamaño de bancos centrales, niveles de deuda pública o tendencia de los déficits públicos estructurales. Esto limitará los grados de libertad para alcanzar a la vez objetivos tan diversos como: reducir la asimetría del impacto de la crisis, coadyuvar a la transición energética y digitalización, evitar que los jóvenes vuelan a serlos perdedores en esta recesión, etc. El riesgo de no conseguirlo: la recuperación en forma de K.

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