La positiva reacción del mercado en el momento de la decisión se diluía a lo largo de la rueda de prensa de Mario Dragui, al no anunciar éste medidas de mayor envergadura más allá de la mera ampliación de las subastas de liquidez full allotment hasta al menos julio de 2014. Aunque según el BCE se encuentra en fase de estudio, ni rastro ha habido de las ansiadas medidas destinadas a facilitar el acceso al crédito a empresas, algo que sin duda decepcionaba las expectativas del mercado.


Desde mi punto de vista, la bajada de tipos va a tener un impacto muy limitado al margen del abaratamiento del coste en las operaciones de financiación de las entidades bancarias con el BCE. Y es que, no podemos olvidar que la curva monetaria lleva cotizando desde hace meses muy por debajo del tipo repo del BCE (el Euribor a 12 meses cotiza en torno al 0,50%), y que la liquidez inyectada al sistema bancario sigue sin llegar a la economía real en forma de créditos, y lo poco que llega lo hace a un tipo de interés muy elevado. El impacto que puede tener sobre la recuperación económica la ausencia de medidas destinadas a impulsar el crédito es lo que ha restado valor a la decisión del BCE.


Y es que el mensaje en términos de perspectivas económicas sigue sin ser nada bueno. Aún cuando el BCE mantiene las expectativas de gradual recuperación a partir del tercer trimestre, el riesgo sigue siendo que no se cumpla. Primero, porque el brutal ajuste en términos fiscales se sigue exigiendo a los países del euro con mayores desequilibrios y, segundo porque el resto de economías del mundo, y en especial Estados Unidos, no parecen avanzar con la misma fuerza que se esperaba hace algunos meses. Eso sí, la autoridad monetaria no cierra la puerta a nuevas bajadas de tipos dejando clara su postura a actuar en caso necesario.

Y entre tanto los activos de riesgo siguen a lo suyo, beneficiándose estos sí del excedente de liquidez que existe en el sistema y afianzando la descorrelación con los indicadores de ciclo económico. En un entorno de tipos de interés en mínimos, pocas son las alternativas que existen para encontrar rentabilidades atractivas. Incluso en el caso particular de España, la caída de rentabilidades en los tramos más cortos de la curva (el tipo a dos años en el 1,5%) ya hace solo aconsejable estar en el tramo medio / largo, aún sabiendo que la cotización de las referencias de deuda a estos plazos están ya muy ajustadas dada la situación de debilidad de la economía española. Asimismo, las valoraciones en renta fija emergente y high yield americano empiezan a estar muy ajustadas, quedando algo más de recorrido en Europa.

Partiendo de la base que la diversificación por tipo de activo es la regla básica de toda cartera de inversión, y a tenor de lo que he comentado anteriormente, mi recomendación sigue siendo la de mantener una exposición alta a la renta variable pero, eso sí, que esté acorde con el perfil de riesgo. Compañías con fuerte exposición a la demanda interna de países emergentes, y la apuesta por sectores defensivos tipo alimentación, tabaco y salud, parecen ser la mejor opción. En la parte más conservadora de las carteras me decanto por los tradicionales fondos de renta fija globales, flexibles y con filosofía de retorno absoluto.

Evolución del fondo del sector salud Pictet Generics y comparativa con el índice de referencia



Fuente: AllfundsBank