En Europa, los indicadores PMI de actividad del sector manufacturero y servicios han permanecido prácticamente sin cambios en abril, aunque se mantienen en zona de contracción anticipando un 0,4% de caída del PIB del Área euro en el segundo trimestre (todo apunta a que durante el primer trimestre el PIB cedió un 0,2% / 0,3% trimestral), mientras que el potente indicador de confianza empresarial alemana IFO advierte de cierta ralentización en esta economía. En EEUU el mercado laboral pierde fuerza, y la confianza del consumidor, el consumo y la actividad industrial rompen con varios meses de buen pulso, al tiempo que los indicadores de clima empresarial muestran síntomas de desaceleración (el PIB del primer trimestre que conocemos esta tarde puede sorprender a la baja).

Relación histórica entre el crecimiento del PIB del Área euro y el PMI composite (indicador compuesto entre el PMI de manufacturas y de servicios)



Unas noticias que, sin duda, hacen dudar la ansiada pronta recuperación (se esperaba a partir de la segunda mitad de este año). Y entre tanto, los mercados se han mostrado ajenos a este flujo de noticias, impulsados por el exceso de liquidez que existe en el sistema y que los bancos centrales alimentan con sus estrategias de política monetaria no convencional. El último en anunciar un masivo programa de compra de activos (quantitative easing, QE) ha sido el Banco de Japón, arrastrando al mercado a pensar que el resto de bancos centrales proclives a implantar este tipo de estrategias (Reserva Federal y Banco de Inglaterra) podrían ampliar sus programas actuales en caso de que la pérdida de pulso económico se prolongue en el tiempo.

Las dudas giran en torno al Banco Central Europeo. La debilidad económica debería ser motivo suficiente para que en el próximo Consejo de Gobierno la autoridad monetaria anuncie medidas de calado, pero la postura alemana parece seguir estando en contra. Una bajada del tipo repo de 25 puntos básicos hasta el 0,5% es ya ampliamente esperado por el mercado (el Euribor 12 meses apenas supera esta cota), aunque otras medidas destinadas a facilitar el acceso al crédito a las pequeñas y medianas empresas parecen estar también sobre la mesa.

En fin, lo que parece claro es que mientras los principales bancos centrales continúen inundando el sistema de liquidez, la descorrelación entre datos económicos y activos de riesgo seguirá existiendo. Con el bajo rendimiento que pueden ofrecer los activos monetarios y la deuda de calidad crediticia elevada, los activos de riesgo continúan siendo la única opción como fuente para generar rentabilidad. La apuesta en el mercado bursátil, en renta fija de alto rendimiento y emergente, y en deuda periférica, sigue intacta.

Alvaro Lissón. Analista Independiente.