El euro cayó por debajo de 1,30 dólares el pasado jueves, tras la reunión del Banco Central Europeo. Desde entonces se ha mantenido en 1,29 y algunos analistas han alertado de que podría caer hasta 1,23 dólares. ¿Es demasiado alto?
Durante la crisis, el euro ha oscilado en un rango de 1,23-1,48 dólares, recuerda José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. “Los niveles bajos de la moneda europea correspondieron con los momentos álgidos de la crisis mundial y de la crisis europea, por este orden”, señala este analista. Por el contrario, “los cruces más altos correspondieron con un exceso de confianza económica hacia la zona euro en 2009, cuando el BCE empezó a tomar decisiones de calado en política monetaria con el objetivo explícito de alejar el temor a la ruptura del euro”.

Ahora, sin embargo, hay otros factores que afectan a la divisa europea, entre los que Martínez Campuzano cita la renovada debilidad económica, la dificultad de muchos gobiernos para aprobar reformas estructurales agresivas y un margen de maniobra cada vez menor en las políticas ortodoxas del BCE. “¿Es el EUR la solución a todos estos problemas? Algunos así lo ven, calificándolo como sobrevalorado. ¿Pueden validarlo al observar su evolución histórica?”, se pregunta.
En los dos últimos meses, el euro se ha depreciado un 2% frente a las monedas de los veinte países con los que la Unión Europea mantiene una mayor relación comercial. En el caso de las monedas asiáticas, la caída del euro ha sido superior al 5%, recuerda el analista de Citi. “Al final, el euro se ha depreciado un 10% en términos efectivos desde el inicio de la crisis. ¿Se tendría que haber depreciado aún más? Seguro que los que consideran que siguen sobrevalorado así lo defienden”, apunta.
“Al final, el tipo de cambio real se deprecia más que el nominal. Pero esto es tan sencillo como ganar competitividad vía precios. ¿Se busca ahora ganarla vía tipo de cambio? Sin duda nos vendría bien”, reflexiona. Aunque cree que “de ahí a considerar al euro sobrevalorado hay un problema conceptual importante”, ya que “siempre se puede ganar competitividad a través de ser más productivos, productividad “buena” a través de inversión y eliminando rigideces”. “Pero esto no es fácil”, reconoce, “especialmente esto último desde una perspectiva política”.