Europa y EEUU seguirán dependiendo de los bancos centrales

Desde la crisis financiera mundial de 2008, los bancos centrales de Estados Unidos, la zona euro, Reino Unido y Suiza han seguido el ejemplo de Japón, proporcionando a los bancos una amplia liquidez mediante la compra de títulos. En el momento álgido de la crisis financiera, en torno a la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, los bancos ya no se mostraban dispuestos a prestarse dinero a un día. La liquidez se encareció tanto y la desconfianza en la capacidad de reembolso del prestatario creció hasta tal punto que el mercado interbancario se paralizó por completo. La compra de deuda soberana y de otros valores propiedad de los bancos permitió conseguir dinero del banco central y entregárselo a las entidades crediticias. El mercado interbancario volvió a cobrar impulso y el efectivo volvió a circular de nuevo. A diferencia del BCE, la Fed suspendió su programa de compra ya en octubre de 2014, reinvirtiendo primero fondos para estabilizar el balance general total.

No fue hasta 2018 cuando la Fed, a través de Janet Yellen, consideró que el mercado bancario y la economía estadounidense eran lo suficientemente sólidos para iniciar la revocación del programa de compra de bonos y reducir su balance total, el cual se había incrementado hasta los 4,5 billones de dólares. A finales de agosto de 2019, había un total de aproximadamente 3,8 trillones de dólares en los balances de todos los bancos de reserva federal en Estados Unidos. En apenas 20 meses se retiraron 700.000 millones de dólares del mercado. Además de aumentar el tipo de interés básico del 0 % al 2,25 % de diciembre de 2015 a diciembre de 2018, el banco central estadounidense ha aplicado una política monetaria contractiva, que llegó a su fin en 2019 con el incremento de la incertidumbre económica a pesar de que la tasa de paro alcanzaba niveles mínimos.

Indicios que apuntan a un bloqueo en el acceso a la liquidez

El interés a pagar por los prestatarios consta de varios componentes que determinan conjuntamente el precio del crédito. No solo se tiene en cuenta el riesgo de incumplimiento de la contraparte, sino también, como es natural, la preferencia por la liquidez del prestamista. En definitiva, el precio refleja también una escasez relativa. Los instrumentos financieros actuales permiten desglosar los componentes del tipo de interés. Así, el diferencial de las permutas de créditos impagados promedio de los proveedores de servicios financieros de Estados Unidos (America Fin Sr IG 5Y CDX), que hace posible valorar el precio de los riesgos de incumplimiento en el sector, solo ha subido unos pocos puntos básicos. También en el mercado euro-dólar, el mercado internacional más importante de provisiones de liquidez a corto plazo en USD, no se produjeron perturbaciones como las del mercado estadounidense de las cesiones temporales a un día.

Por lo tanto, en las subidas del tipo de interés para cesiones temporales a un día que se vieron en septiembre no observamos indicios de que se vaya a repetir la crisis financiera y crediticia de 2008. La solvencia de los bancos en sí no está golpeada. Con todo, interpretamos esto como la confirmación de nuestra estimación de que los tipos de interés se mantendrán bajos aún por mucho tiempo. Las tres bajadas de tipos de interés de la Fed este año y las recientes perturbaciones vividas en el mercado interbancario estadounidense son un claro indicio de la fragilidad de la situación de los bancos y, por consiguiente, de la economía estadounidense, y sobre todo de la desigualdad en la distribución de la liquidez excedentaria que impera en el mercado bancario estadounidense.

Probablemente la tensión de septiembre en el mercado interbancario estadounidense de créditos a un día no sea señal de una nueva crisis bancaria de dimensiones similares a la vivida en 2008, pero no cabe duda de que Estados Unidos y la zona euro seguirán dependiendo de que los bancos centrales les proporcionen liquidez.