- Recientemente ha publicado junto a Gonzalo Rubio el estudio Desplomes bursátiles, volatilidad y aversión al riesgo. ¿Por qué ahora este trabajo?

El trabajo trata de ser una reflexión sobre lo que hay detrás de los episodios de caída y volatilidad en los mercados. Hemos querido explicar los mecanismos de transmisión e influencia de la incertidumbre y ahí llegamos al papel que juega la aversión al riesgo. Es un factor que todavía está poco estudiado, incluso diría que ignorado en muchos casos a la hora de explicar las fluctuaciones económicas. Son temas de bastante componente académico pero que están siendo objetivo de una atención muy especial porque cada vez está más clara su influencia en la economía real. La mal llamada economía real porque la parte financiera es una parte íntimamente ligada a la economía en todos sus ámbitos.

- Una crítica que se hace al funcionamiento de los mercados es que las cotizaciones oscilan mucho, son muy volátiles mientras los resultados de las compañías son más predecibles y estables. ¿Por qué sucede esto?

Los precios de las acciones en el mercado son el valor actual de los flujos futuros de resultados de una compañía descontados a una cierta tasa de descuento. Sin embargo, es un hecho constatable que estos resultados y dividendos son mucho más estables que las cotizaciones. La clave está en la aversión al riesgo.  Es muy cambiante y contra cíclica, es decir, sube más en momentos malos  y baja en momentos buenos.  Por ejemplo, en momentos de incertidumbre, ningún inversor estará dispuesto a adquirir un activo con riesgo hasta que su precio no sea suficientemente bajo, es decir, que tenga una expectativa elevada de ganancias futuras. Mientras esa expectativa no sea suficientemente amplia, los precios van a seguir cayendo. Esto es lo que sucedió en la recesión iniciada en 2008, la ligada a la crisis financiera. Y lo que ha sucedido en la crisis pandémica actual.  Tampoco es sorprendente que la aversión al riesgo y la volatilidad de las cotizaciones estén muy correlacionadas. La volatilidad también es muy alta en recesiones y es baja en periodos de expansión. También es contracíclica. Índice de volatilidad esperada como el conocido como el índice del miedo, el Vix norteamericano, o el índice de la bolsa española de volatilidad, que es el Vibex, nos permiten cuantificar y entender mejor estos conceptos.

- Parece entonces importante que los mercados permanezcan abiertos. ¿Es así?

Es así. La razón de que las cotizaciones caigan o de que haya mucha volatilidad no es que los mercados sean ineficientes o dejen de funcionar adecuadamente o que incluso los precios no reflejen bien la información. No es así y además debemos ser muy cuidadosos con esto. Los mercados simplemente cumplen un importante papel de valoración en condiciones marcadas por factores como la incertidumbre, y en consecuencia  la aversión al riesgo, pero además el papel de los mercados regulados también es fundamental para garantizar la liquidez de una parte del patrimonio de las familias y los hogares en todo momento y además preservar la transparencia, la seguridad y la integridad de las transacciones financieras. Los mercados  regulados cuentan ya con experiencia y con herramientas para garantizar la operativa en estos escenarios adversos. En la bolsa española s e han ampliado rangos de oscilación de los valores desde el inicio del mes de marzo. También se han activado mecanismos como las subastas de volatilidad, que pausan la contratación continua y concentran las órdenes para tener nuevos precios y así evitan que se estrangule la contratación. Son razones por las cuales parece importante que si los mercados permanezcan abiertos.

- En el trabajo se hace referencia al impacto que la aversión al riesgo tiene en la economía en general. ¿A través de qué mecanismos se trasmite?

Un ejemplo bastante claro es el comportamiento de la inversión en la economía. Los datos históricos de las últimas dos décadas muestran que la inversión en una economía y el PIB no aumentan como respuestas a una caída de tipos de interés y tampoco baja cuando suben los tipos. El origen hay que buscarlo en la aversión al riesgo. Se manifiesta en el mercado de acciones y actúa como referente de la economía.  La aversión al riesgo es un componente fundamental del coste de capital de las empresas. Es decir, de la rentabilidad que los accionistas exigen por invertir su capital en empresas. Un aumento esperado de la prima de riesgo de mercado implica una subida en el coste de capital de las empresas incluso cuando hay un entorno de tipos bajos. Ese aumento del coste de capital se transmite a la inversión en la economía  y, por tanto, también al PIB. Cada vez son más los modelos tradicionales de macroeconomía se revelan incompletos. Al tratar de explicar el crecimiento de la inversión y el PIB solo en función del tipo de interés se quedan cortos. Lo que estamos aprendiendo es que la aversión al riesgo, el ahorro preventivo de los hogares, son factores que tienen una gran influencia en las fluctuaciones económicas. Especialmente en las recesiones.

- Brevemente… ¿cuáles son las claves entonces para afrontar una situación como la actual?

Las recesiones son amplificadas por las variaciones en la aversión al riesgo de los agentes económicos. Lo más importante es tratar de atajar lo más rápidamente posible la incertidumbre asociada por ejemplo a la crisis sanitaria actual. Esto ayudaría a moderar la aversión al riesgo que se manifiesta sobre todo en situaciones de recesión económica esperada. Tiene su impacto en la inversión empresarial, en el desempleo y en suma en la economía. Se trata de atajar rápidamente ese componente de incertidumbre y acortar lo máximo posible.  El aprendizaje de la crisis financiera que se inició en el año 2008 está facilitando mucho en esta ocasión las respuestas de los bancos centrales. Sin embargo, parece que este impacto que vamos a sufrir en la economía es mayor y seguramente en esta ocasión no va a ser suficiente con las estrategias de los bancos centrales en particular del BCE y sí que parece que en Europa en particular sería de gran ayuda el que las autoridades coordinasen instrumentos y acciones fiscales de cara a inyectar liquidez en el sistema en las condiciones más favorables posibles.