Ustedes han lanzado una guía para salir a bolsa ¿Cuál es el motivo que hay detrás de esta publicación?

La guía es una pieza más dentro de nuestro plan de marketing y de apoyo a las empresas. Hace poco lanzamos una iniciativa que se llama BME 4Companies y la guía es una pieza más de este proyecto en el que ofrecemos a las compañías, tanto cotizadas como las que piensan cotizar, toda una gama de productos y servicios que hacen que el mercado les ofrezca muchas bondades, para que las sepan aprovechar de forma eficiente para cada uno de los objetivos en cada fase.

¿Cuáles son las ventajas por las que a una empresa le puede interesar salir a cotizar?

En esta guía resaltamos las más importantes. La financiación es la más importante, pero la visibilidad, la valoración de la empresa o la liquidez que ofrece el mercado, son otras muy importantes.

La financiación es vital en el acceso al mercado, y más después de haber vivido una crisis tan importante donde las empresas han sufrido muchísimo la falta de financiación. En España, en Europa en general, tenemos un cierto desbalance, una descompensación entre los canales de financiación bancarios y no bancarios en el mercado.

Antes de la crisis, el 80% de la financiación de las empresas se hacía a través de canal bancario. Hoy hemos ido corrigiendo estos datos que en 2015 ya apuntaban que era el 75% y en los últimos dos años se ha acentuado muchísimo la utilización de los mercados. Esto es muy sano porque permite a las empresas tener alternativas de financiación de capital. La deuda ha sido muy importante en la crisis que hemos vivido y, por tanto, le da una solidez y una estabilidad a las fuentes de financiación que va en favor del crecimiento de las compañías. Tenemos que intentar equilibrar en Europa este desbalance porque en Estados Unidos es lo contrario, llega casi al 80% y en Asia al 50%.

La internacionalización es otro de los factores que se deriva de esta salida a bolsa. En las cifras de negocio de las compañías cotizadas se han incrementado un 8% los ingresos que vienen del exterior. ¿El hecho de estar cotizada favorece que las compañías salgan fuera a vender sus productos?

Sin duda, los datos así lo reflejan. Una compañía que tiene un acceso a la financiación equilibrada de capital y de deuda a través del mercado, que tiene más visibilidad, obviamente tiene unos mimbres mejores para poder dar el salto a la internacionalización. Eso es lo que hacen las empresas cotizadas, han aprovechado muy bien estas bondades del mercado para intentar cubrir ese déficit que teníamos en la crisis de demasiado negocio doméstico. Y lo han logrado, y yo creo que ha sido uno de los factores claves en la recuperación de muchas de ellas. 

El proceso de salida a bolsa es en el que más tienen que trabajar las compañías ¿Cuánto suele durar y cuáles son las entidades que participan en este proceso para poder salir a cotizar?

Depende de muchos factores, del proceso en sí, de la compañía, del tamaño, del tipo de operación etc. No es lo mismo hacer una operación donde vamos a financiarnos internacionalmente que hacerlo a nivel minorista,  porque requiere más pasos que otro tipo de operativas.

En términos generales un proceso a bolsa suele durar entre 3 y 4 meses. Si luego necesitamos hacer un proceso de colocación internacional o minorista quizás hay que sumarle tres o cuatro semanas más. Lo importante es que el proceso es sencillo, porque muchas veces nos asustamos con términos jurídicos o requisitos legales, pero afortunadamente las empresas, cuando inician el proceso de salida a bolsa van acompañadas de sus asesores. Sus asesores legales y auditores son fundamentales en la primera fase y les ayudan en todo el proceso de entendimiento de la legalidad que hay que cumplir y que está basada en una transparencia mínima en el mercado.

Luego, si queremos vender esas acciones, tenemos que tener en cuenta la ayuda de los asesores financieros, bancos de inversión e intermediarios que nos van a asesorar en cómo establecer esta operación, a quién dirigirnos, en qué plazos y precios. Eso facilita mucho la posibilidad de hacerlo. Todos esos intermediarios y asesores son la clave de una salida a bolsa eficiente.

El proceso de salida a bolsa culmina con el requisito de idoneidad de la compañía, ¿en qué consiste este requisito?

La idoneidad es casi previa al proceso. Suena un poco legal y los que no somos abogados nos asustamos, pero simplemente es que la empresa tiene que ser una sociedad anónima, tener un tamaño medido en su capital social de 1,2 millones de euros aproximadamente, la compañía no tiene que tener acciones con ninguna restricción de transmisibilidad porque el mercado tiene que garantizar la transmisibilidad para que haya una liquidez. Y tiene que cumplir no sólo la empresa sino los valores que coloca una mínima distribución, para que precisamente se cumpla esa liquidez. Tiene que tener un 25% de ese capital distribuido entre los inversores. Eso es lo que conocemos por idoneidad, que por otro lado lo cumplen todas las empresas de España porque es muy fácil cumplirlo.

Una vez cumplidos los requisitos salen a cotizar pero después también tienen un trabajo. Ustedes hablan de ese cambio cultural que tienen que experimentar las compañías, que es un compromiso con los accionistas por un lado y de gobierno corporativo. ¿En qué consiste y cuál es el trabajo que tienen que hacer después de esta salida a bolsa?

Efectivamente nos hemos encontrado con que muchas veces las bondades del mercado las entienden, quieren acceder al mercado porque es su entorno natural de crecimiento pero luego tienen que afrontar algunos cambios que exigen los mercados, por ejemplo la información y la transparencia exigida por los inversores. Tenemos unos nuevos clientes que son nuestros nuevos accionistas y debemos dedicarles un tiempo y una calidad informativa para poder seguir luego requiriéndoles capital, informándoles de cómo va la empresa. Esa relación es vital y requiere que desde toda la empresa se entienda que tenemos un nuevo cliente que nos da acceso al capital y hay que cuidarlo integrándolo en la empresa.

La información que el mercado exige va en formatos de buen gobierno. El buen gobierno es un tema internacionalizado que se está estandarizando cada vez más y requiere cumplir una serie de medidas de determinados estándares en los consejos, determinada organización de comisiones para realizar, una gestión adecuada de temas relevantes y una internacionalización de esta información que permita que cualquier inversor pueda valorar las empresas sean de donde sean.