¿Por qué, de un tiempo a esta parte, los bonos verdes se han extendido en el universo de inversión? ¿Cómo ha influido la pandemia del Covid en ello? 

Bruno Patain. No creemos que esté tan ligada al Covid porque el primer bono verde apreció en 2007 y es a partir de 2014 cuando el auge de los bonos verdes se notó en los mercados financieros. Pero hay que tener en cuenta un factor: antes del Covid el mundo se estaba dando cuenta de que había un desafío climático, tenemos un riesgo de biodiversidad,  menos agua potable…varios riesgos que están afectando al planeta y cuyas consecuencias estamos viendo más allá de fenómenos climáticos, como fue el caso de Filomena. 

¿Por qué los bonos verdes? Porque por un lado tenemos regulación a favor, que hará que la reconstrucción postcovid sea más verde; están los ODS de la ONU, el Foro de Davos, que ha puesto el cambio climático como prioridad. Un instrumento para luchar contra esto es financiando proyectos que  permitan ahorrar energía o generar energía renovable, tratar  residuos, purificar agua…que permitan ir a un mundo sostenible para que la sociedad pueda vivir mejor.  

Estamos asistiendo a cada vez más emisiones de bonos verdes por parte de los Estados y empresas. 

Carlos Garay. Creo que el Covid ha generado un punto de inflexión pues los bonos verdes dan un impulso al impacto y ahí sí creo que ha habido un espaldarazo muy importante porque la estrategia de impacto es una estrategia de segunda generación sostenible que ha venido para quedarse. También hay dos fuerzas que se unen: mayor apetito inversor de cara a tener este tipo de emisiones en cartera y también hemos visto como se ha dado un impulso a estas emisiones. Desde 2020 se lanzaron bonos verdes por importe de casi 300.000 millones de dólares y en 2021 fueron más de 400.000 millones. 

Bruno Patain. Para 2022, desde Eurizon estimamos que habrá 900.000 millones que es un importe más significativo incluso el de años anteriores. 

En un mundo con tipos de interés cercanos a cero ¿qué beneficio pueden dar al inversor los bonos verdes?

Carlos Garay. Los bonos verdes sirven para canalizar a futuro inversiones sostenibles a largo plazo. Para crear un impacto  necesitas que éste sea a largo plazo por eso los bonos verdes  suelen tener mucha duración. En este entorno de mercado y con este comportamiento de la renta fija tan errático desde comienzos de año, tener duración no es lo más deseable.  Es por eso que merece la pena tener productos  de bonos verdes que tengan flexibilidad de duración.  Eurizon tiene un producto que cuenta con esta flexibilidad y , mediante derivados, consigue reducir la alta duración del bono. 

Bruno Patain. En bonos verdes no se invierte tanto en países o sectores sino en proyectos y un proyecto de energía renovable o biodiversidad no son de corto plazo. Es verdad que los gobiernos están haciendo emisiones a más largo plazo que las empresas pero hay cierto tema de duración pero lo positivo es que es un activo donde  cada vez más actores se están dando cuenta de la importancia de actuar contra el cambio climático y el mensaje poco a poco está llegando a todas las capas. Si hablamos de rendimiento puro, nuestra cartera está ofreciendo una TIR del 1,7% que no parece tan elevado pero en un contexto de tipos cero está muy bien. Además, tenemos una duración bastante corta. Si bien es cierto que Europa domina en cuanto a emisiones, cada  vez vemos más emisiones que vienen de China o de países emergentes, que emiten con más rendimiento. 

¿Cuáles son los principales riesgos de invertir en productos sostenibles? 
Carlos Garay. El mayor riesgo de invertir en un producto sostenible es incurrir en el greenwashing, vender un producto como sostenible que realmente no lo es. De ahí viene la regulación con la nueva taxonomía que sentará las bases para que esto ocurra cada vez menos. Dentro de los bonos verdes el ratio de Greenwashing es bajo y si luchamos contra eso le haremos un favor al mercado de bonos sostenibles. 

Bruno Patain. Es cierto que el “ecopostureo” es una realidad. Es algo que nosotros mismos hemos detectado en compañías  muy conocidas y cuando esto sucede vendemos el bono. Cada vez más la prácticas son más limpias y el riesgo de grenwashing es menor. Ahí es importante el tema de auditoría y entidades que van a supervisar y luego la labor de las gestoras para ver proyectos, tener cuestionarios y tener una conversación activa que nos permita saber que la inversión en un bono va directa a los proyectos que dicen. Y luego viene la taxonomía con lo que en el mundo de los bonos verdes sí hay criterios adoptados por las gestoras que son los “Green bonds principles” (principios de bonos verdes)  que ayuda a reducir riesgos. 
 

¿Qué destacaría del Eurizon Fund Absolute Green Bonds? 

Bruno Patain. Cuando decidimos lanzar nuestra propia estrategia que fue hace cuatro años veíamos que había ciertos riesgos – duración, exceso de crédito y exposición a divisas – y queríamos dar un producto de retorno total que pudiera navegar en distintos entornos de mercado. Sin duda está invertido en bonos verdes, que es lo que domina, intentando reducir estos riesgos vía gestión activa de la duración con productos derivados e incluso haciendo gestión activa de las divisa que podamos tener. Queremos dar un acceso a los bonos verdes con menos riesgo y volatilidad.

Carlos Garay. Por la sensibilidad específica de nuestros clientes veíamos que querían focalizar sus inversiones hacia las inversiones sostenibles. En Sabadell Urquijo Gestión vimos en 207 la necesidad de lanzar productos específicos para atender esa necesidad. Y decidimos lanzar carteras de fondos sostenibles que denominamos “Generación futura”, fuimos de las primeras gestoras en lanzar estos productos y siempre lo hacemos vía fondos. Estas carteras de fondos buscamos que cumplan con la regulación, que sean artículo 8 ó 9 SFDR y cada vez veo más presencia fondos de renta fija con estas emisiones de bonos verdes. 

Por otro lado, he visto a la industria muy enfocada en la A de Medioambiental y lo que hemos visto con el covid es que este foco empieza virar hacia la S (social), donde también está metida la salud, y la G (gobernanza). Se empieza a focalizar en otro orden de cosas y el impacto genera una forma de cambiar esas inversiones. Es importante tener diversificación de productos sostenibles, tocar todo el espectro – tanto la A, la S como la G – e ir rotando y gestionándola activamente en función de la situación del mercado. 

Bruno Patain. Es verdad que la industria está muy enfocada en el tema de medioambiente y con el Covid estamos empezando a mirar temas sociales. En cuanto a gobernanza llevamos varios años las gestoras fijándonos en cómo se comportan los directivos de las empresas, qué prioridades pueden dar a la parte social y medioambiental. En este sentido es verdad que estamos muy enfocados en el tema ambiental pero la S y la G también tienen cabida en la cartera. Y hablando de impacto por cada millón de euros que tenemos en el fondo conseguimos producir 779 MWh de energía limpia, conseguimos ahorrar 187.000 litros de agua y reducir la producción de Co2 en 662 toneladas. El fondo son 2.300 millones con lo vemos un impacto muy real. Y sabiendo que entidades como Sabadell Urquijo promocionan la inversión verde está aumentando el tamaño de los fondos que luchan contra el cambio climático.