Los gases renovables en general, y el hidrógeno renovable en particular, jugarán un papel crucial para hacer este cambio fundamental en nuestro sistema energético. Puede y debe ser un elemento clave en la solución del problema climático, ya que la generación renovable no será suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades energéticas.

El hidrógeno renovable representa una oportunidad de crecimiento ya que puede ser utilizado en muchas aplicaciones gracias a que se trata de un vector energético. Para usos finales en los que la electrificación no sea ni técnica ni económicamente viable, es una solución eficiente y de descarbonización inmediata. Puede ser utilizado para desplazar combustibles fósiles en usos térmicos, tanto en la industria como en aplicaciones comerciales y residenciales. Y también permite la descarbonización del transporte rodado pesado, el transporte marítimo y el transporte ferroviario.

Naturgy lleva años investigando el desarrollo del hidrógeno y está trabajando en el desarrollo de grandes hubs de producción. Algunas de estas iniciativas están vinculadas a zonas de Transición Justa, especialmente en áreas afectadas por el cierre de las centrales térmicas de carbón del Grupo. El objetivo de estos hubs multi-demanda es empujar el desarrollo de nuevos mercados para consumos directos en industria, la inyección en la red de gas para su comercialización con garantías de origen, la movilidad o la producción de derivados del hidrógeno, como el amoníaco o el metanol.

Uno de los principales proyectos en marcha es el desarrollo de una planta de hidrógeno en La Robla (León), en el entorno de la central térmica que Naturgy clausuró en 2020, y también se están planteando proyectos similares en otras zonas de Transición Justa, como el entorno de Meirama, en Galicia. Paralelamente, la compañía trabaja también en el desarrollo de proyectos de producción de hidrógeno onsite vinculados a la industria calorintensiva, que por sus características es de difícil electrificación.

A raíz de la publicación del segundo paquete legislativo “Fit for 55” de la Unión Europa, que tiene por objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030, se ha dado un rol esencial a los gases renovables en la descarbonización. Se reconoce su papel y el de la infraestructura gasista actual para, en el largo plazo, satisfacer la demanda y descarbonizar la economía.

Las redes de gas permiten aportar gran flexibilidad a los grandes valles de generación de hidrógeno absorbiendo las variaciones en la demanda. Este modelo es muy interesante porque permite la integración entre el sector eléctrico y el gasista, creando así un sistema energético global más eficiente, resiliente y con un mayor nivel de interconexión, que va a ser necesario si España quiere cumplir con el objetivo de un 74% de penetración de renovables en el sistema eléctrico para 2030. Un nivel tan elevado de generación renovable en las redes eléctricas requerirá de un mayor nivel de sistemas de balance, y el hidrógeno puede jugar un papel fundamental en este campo. Además, el hidrógeno puede ser clave en el almacenamiento a largo plazo. Las redes de gas pueden actuar como almacenamiento estacional, algo fundamental en un escenario con excedentes renovables en los periodos estivales y con consumos energéticos elevados en la época invernal.

A futuro, el excedente de energía renovable, la infraestructura existente y la posición geoestratégica de España le permitirán convertirse en exportador de hidrógeno al norte de Europa. Por ello, debemos aprovechar todos los recursos para caminar con paso firme en el desarrollo de este vector energético y seguir avanzando en la transición energética.