Hoy lunes se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, que desde el año 2015 se viene celebrando para propiciar una mejor calidad de vida a las personas que la padecen. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen 50 millones de personas con esta patología neuronal que se puede presentar con múltiples manifestaciones físicas como convulsiones o comportamientos inusuales, y a veces, pérdida de la consciencia.
Para el doctor Eduard Estivill, reconocido neurofisiólogo clínico, especialista en sueño de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud, en este día, es fundamental recordar la importancia y la relación que la epilepsia tiene con el sueño y sus etapas. “Dentro del mundo de las ciencias médicas (académicos, médicos, enfermeros, etc.) es reconocida la acción del sueño como un facilitador tanto de crisis como de anomalías epileptiformes, es decir alteraciones eléctricas en el cerebro sin cuadros clínicos asociados”, asevera el experto.
Tal y como lo explica el doctor Estivill, de modo general, el sueño se lo puede dividir en dos etapas diferenciadas: el sueño no-REM que incluye tanto las primeras etapas del sueño como al sueño profundo, y la segunda etapa es la del sueño REM. “Es durante el sueño no-REM, como en los estados de transición entre fases donde se evidencian con mayor frecuencia las crisis epilépticas y las anormalidades a nivel de la actividad eléctrica cerebral. Por el contrario, el sueño REM tiene un carácter inhibidor de crisis”, señala.
Según el neurofisiólogo esta relación tiene un claro ejemplo práctico en pacientes con epilepsia tanto en el diagnóstico de la enfermedad como en su tratamiento. Los estudios de sueño, normalmente realizados en clínicas especializadas y en condiciones de privación de sueño, facilitan la caracterización y correcto diagnóstico de la enfermedad con mayor facilidad. “La privación de sueño aumenta el riesgo de presentar crisis en pacientes con epilepsia”, afirma Eduard Estivill.
Según el doctor, estos estudios duran varias horas y permiten captar los eventos de crisis de manera muy precisa junto a otros parámetros de movimiento como respiratorios.
Por otro lado, insiste el experto, el buen dormir influye en el paciente que padece epilepsia como mitigante de los cuadros clínicos ya que la buena calidad de sueño mejora la calidad de vida de una persona en general y disminuye los cuadros clínicos en pacientes con crisis epilépticas.
“Estas prácticas, comúnmente referida a higiene de sueño, consisten en rutinas preestablecidas (por ejemplo, evitar pantallas, alcohol o bebidas energizantes cercanos a la hora de dormir) evitando la fragmentación del sueño y al mismo disminuyendo la probabilidad de manifestar episodios clínicos. Además, es importante mencionar que existen trastornos epilépticos que solo se manifiestan durante el sueño y que la calidad del mismo influye directamente sobre dichas manifestaciones. El sueño repercute sobre las manifestaciones epilépticas, pero también la epilepsia influye en el sueño, tanto de manera directa como indirecta. Los pacientes que presentan crisis nocturnas normalmente presentan un sueño más inestable, con mayor cantidad de despertares en detrimento del correcto descansar. El tratamiento farmacológico para tratar los cuadros epilépticos puede provocar, en algún caso, aumento en la somnolencia diurna que repercute sobre la vida cotidiana, el descanso, y el bienestar en general”, concluye el doctor Estivill.