Dejando a un lado la conocida frase española de “a buenas horas mangas verdes” sobre la decisión de constituir en este momento este instrumento financiero, estamos en el inicio de una decisión a priori adecuada para sanear la economía financiera de nuestros bancos, pero parece que hay algunas posiciones que no acaban de aclararse y contribuyen a mantener ese “lado oscuro” del sistema .

Para constituir este banco que debería de recoger los activos malos de nuestro sistema financiero, es evidente que se necesita dinero o activos. Y de momento algunos fondos internacionales han rechazado aportar capital para su constitución, estando en mejor disposición para hacerlo los bancos españoles. Sin embargo, no hay mucha voluntad en lo referente a la aportación de activos inmobiliarios, que es el origen y el fin para el que es creado. Así pues la situación sigue estando enrarecida ¿por qué? ¿Por qué no quieren participar aportando activos al banco malo las entidades españolas y sí aportando capital? Hay varias razones muy sencillas de comprender y que constituyen el núcleo fundamental de la desconfianza sobre la banca española a nivel internacional y sobre la imposibilidad manifiesta de aportar activos a este banco malo por parte de las entidades.

En primer lugar, la falta de trasparencia y claridad en sus balances en lo que respecta a la morosidad real. En el sector del ladrillo es superior al 30%, según los últimos datos. Como hemos indicado muchas veces, la desconfianza internacional se basa en los sucesivos informes de consultoras internacionales y estudios que descalifican los datos reales auditados que presentan los bancos españoles y son una cortina de humo que no ha reflejado nunca la realidad, porque les ha convenido mas esperar a que amaine la situación y que el tiempo todo lo cure, como ha pasado en otras crisis anteriores, la morosidad actual declarada por el sistema llega al 10%.

En segundo lugar, existe un riesgo reputacional que descalificaría aun más si cabe a las entidades españolas, que serían vigiladas con un mayor rigor y ya tienen calificaciones cercanas al bono basura o bono basura directamente y eso dificulta si situación a nivel crediticio internacional.

En tercer lugar, y lo más importante, es que saldría a la luz la realidad oculta de sus balances, porque el sector de la construcción es de por sí una mora global, pero contablemente no es así al estar activas operaciones que deberían estar en mora y al pasar al banco malo activos morosos supondría que la entidad ya está limpia en ese sector y eso no sería nunca verdad, porque sería imposible asumir la situación y las amortizaciones que comportaría, y de no ser así, saldría a posteriori mora en ese sentido que descalificaría aun mas su crédito.

En cuarto lugar, las aportaciones al banco malo de activos se deben hacer con descuentos entre el 60 o 75%, lo que supone ceder con pérdidas que no se podrían asumir, dado que las amortizaciones realizadas no llegan al 40% de su valor contabilizado real de años antes de la crisis, sería como poner el contador a cero, y eso no se puede asumir por los llamados bancos sanos entre comillas, el BdE siempre ha hecho la vista gorda en ese sentido y ahora se pagan las consecuencias, además según el decreto publicado solo están obligados a ceder estos activos los bancos nacionalizados, los demás es por voluntad propia y ahí se cogen como salvavidas de su situación las entidades, pero una cosa esta clara la incertidumbre no se despejara mientras no se hable realmente y con claridad y trasparencia de la situación de cada entidad, alargar mas la agonía no es la mejor medicina nunca.

Por todo ello sigue y seguirá planeando la sombra de la transparencia en nuestro sistema financiero, la cual es un antídoto frente a los abusos cometidos y las irregularidades existentes, no hay más que ver los casos de las entidades nacionalizadas , plagadas de subterfugios contables sin paragón.-Seguimos siendo un país de picaros en algunas facetas y ello nos perjudica sobremanera.


Rafael Montava Molina
Consultor Financiero empresarial
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