Cuando la empresa o particular no lo podía hacer por diversas circunstancias en su banco o caja, se acudía a ellas porque era imposible el camino financiero normal. Pero ahora las reglas han cambiado, la prolongada crisis financiera que obliga a muchas empresas a cerrar porque no hay crédito, y sin crédito no hay recuperación, hace que proliferen empresas que facilitan esta liquidez a tipos de interés más acordes con los del mercado, con lo cual éste se amplía considerablemente y prolifera el negocio ante la debilidad prolongada de las entidades financieras que, más necesitadas de cubrir sus desfases de capital, sus provisiones y tapar sus agujeros negros, no pueden destinar las ingentes cantidades de liquidez que recogen del BCE al crédito y, por consiguiente, a la recuperación si no a cubrir sus propias necesidades internas y de esta manera la situación entra en una rotonda de la cual es difícil de salir.


La mayor parte de estas empresas financieras del llamado mercado paralelo funcionan con la propia liquidez que les genera la cesión de estas operaciones de descuento en las propias entidades de las que a su vez, son clientes por medio de líneas de descuento. El negocio está en el diferencial del tipo de descuento y la retención hasta el vto. de parte del principal al cedente, las garantías suelen ser las mismas, personales y del propio documento cedido al descuento.
Las entidades financieras no descuentan estas operaciones normales a las empresas y sí lo hacen en conjunto a estas empresas financieras paralelas. De la liquidez que les proporciona la elevada rotación de estas operaciones, se suelen realizar operaciones de préstamo con garantías que no superan el 30% del valor de la prenda como máximo a tipos también elevados.

No sé a quién le sorprende que este mercado paralelo exista, siempre ha estado ahí y ha cubierto un segmento de negocio que la banca no cubría, ahora está compitiendo en el mercado financiero normal por la ausencia de liquidez en los bancos y cajas.

Este panorama se prevé prolongado. Las nuevas necesidades y exigencias de provisiones para determinados riesgos inmobiliarios, especialmente en suelos que se calculan en cerca de 52.000 millones de euros, no hacen más que agudizar esta falta de liquidez en las entidades financieras. Y eso sin tener en cuenta las refinanciaciones que ocultan de manera deliberada morosos en sus balances que, sin duda, afloraran con el tiempo ya que los peores créditos casi nunca se clasifican como morosos, son créditos normales que por su cuantía o implicaciones se refinancian de una manera inconsciente con periodos de carencia y además con otra característica más beneficiosa para la entidad, y es que el importe del principal se incrementa por el monto total de los intereses de ese periodo de carencia que se destinan a un plazo fijo pignorado que se irá reduciendo en la medida que venzan los plazos de interés a pagar. Se aumenta el pasivo y se aumenta el activo, el papel es muy sufrido.

Estas situaciones hacen que los importes gestionados por esta banca en la sombra alcancen en nuestro país el 3% del negocio financiero. Por otras circunstancias derivadas del mayor desarrollo del sistema financiero en EEUU alcanzan el 40% y en el Reino Unido el 13%, por lo que se augura un margen de recorrido importante de este tipo de negocio que es necesario regular debidamente.

Meter sin control dinero en el sistema no es la medicina adecuada para reflotarlo, una vez que están ya identificadas las entidades insolventes hay que extirparlas del sistema a la vez que es necesario eliminar los inconvenientes para que la liquidez aportada llegue al mercado y se produzca la necesaria aplicación a la economía real, no que se quede para poder solventar sus necesidades de tesorería.


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Rafael Montava Molina
Consultor empresarial