Cuenta la historia, que en su lecho de muerte Alejandro Magno, respondió a una última pregunta: ¿A quién dejas tu legado? El macedonio, con un legado en forma de un imperio que abarcaba Grecia, Egipto y toda Persia hasta la India, respondió, “al más digno”.

Tras la muerte del Magnánimo, Grecia, la cuna de la filosofía y a su vez de las civilizaciones más modernas, no había tenido un protagonismo tan importante en el mundo. Desafortunadamente, el protagonismo Griego, no pasa por dominio político, económico o militar sino más bien, por las devastadoras consecuencias que podría tener para el sistema financiero mundial, la no aceptación del plan de rescate por parte del pueblo heleno.

Antecedentes

En octubre de 2.009, Papandreu llega al poder y anuncia a Europa que sus cuentas públicas son falsas, ya que se encuentra con un déficit del 12,5% y con una deuda del 113,4% muy por encima del 3% y del 60% que fija el pacto de estabilidad para los miembros de la Unión.

Acto seguido, las agencias de rating rebajan la calificación crediticia de A- a BBB+, y es entonces cuando en marzo de 2.010, empieza el baile Griego. Tras los rumores sobre el elevado nivel de deuda de Grecia, la desconfianza aumenta en los mercados especulando consecuencias dramáticas para otras economías como Portugal, Irlanda, Italia y España. El FMI y la eurozona, acuerdan un plan de rescate de 750.000 millones de euros. Además, el 10 de mayo, se aprueba la creación de un fondo de estabilización para la eurozona, equivalente a lo que sería el fondo de garantía de depósitos, pero para garantizar el pago de deuda de los países en problemas, y de este modo evitar pánicos de impago. A cambio, los países con más presión de los mercados, se veían obligados a recortar sus déficits con medidas de recortes de gastos y reformas estructurales en sus economías.

Ante este desolador panorama, Grecia comienza a combatir la enorme deuda del 113,4% del PIB con medidas de austeridad, para recortar el déficit del 12,5%. Estas medidas de austeridad se convierten en un círculo vicioso para su economía provocando menor crecimiento económico, más desempleo, menos confianza de los mercados, y más coste de financiación, así sucesivamente una y otra vez hasta el día de hoy. Todo ello, acompañado de revueltas sociales y desestabilización de la unidad del gobierno de Papandreu.

En enero de 2.010 las autoridades europeas, encabezadas por la señora Merkel, someten bajo presión a Grecia, obligando a cumplir los pactos de estabilidad lo que sugiere, un mayor empeño en acometer las reformas. Entre discusiones políticas, entre los ministros de economía de la eurozona y el FMI, los mercados, amenazaban de contagio a Portugal, España e Italia, hasta que el 3 de febrero de 2.010, la Unión Europea, anunció que respaldaría los planes de Grecia para reducir su déficit y se sometería a supervisión al país heleno.

El 25 de marzo, tras fuertes discusiones entre Alemania y el resto de la UE, se aprobó un paquete de ayudas de 23.000 millones de euros. Las agencias de rating contraatacaron rebajando todavía más su calificación crediticia al considerar el paquete de rescate insuficiente. ¿Lo recuerdan? Finalmente, en mayo de 2.010, la eurozona aprobó una línea de crédito de 110.000 millones de euros a Grecia, 80.000 por parte de la UE y 30.000 por parte del FMI. Además se aprobó el fondo de rescate de 750.000 millones de euros, 500.000 por parte de la UE y 250.000 por parte del FMI.

Situación actual

Desde entonces, hemos visto incumplimiento constante de Grecia en sus acuerdos de reducción de déficit y un incremento notable y constante de su deuda. Las medidas de austeridad tomadas por parte de las autoridades políticas y monetarias europeas han demostrado ser un fracaso, ya que partiendo de un 114% de deuda sobre PIB en octubre de 2.009, hemos pasado a un máximo en 2.014 del 185%. ¡Nada menos!

No cabe duda de que la situación de Grecia es de quiebra, empujada por unas medidas de austeridad que han terminado de hundir al país en la más absoluta de las miserias, con graves consecuencias sociales, además del debilitamiento democrático institucional y el aumento de la emigración económica, consecuencia evidente.

deuda Grecia


¿La salida del euro es posible?

Y aquí llega la gran pregunta en cuestión. Considero que es altamente improbable. Salir del euro para Grecia significaría volver al Dracma o como se especula últimamente al USD. Volver al Dracma permitiría una devaluación de su divisa y una importante inflación. Es cierto que la inflación generaría un efecto reductor respecto a los nominales internos de deuda en Dracmas, pero provocaría la quiebra de facto de su deuda pública, que seguiría denominada en euros, ¡claro! Al quebrar, se perdería la confianza del mercado en Grecia, y la falta de liquidez, al tener las finanzas públicas un importante déficit fiscal, provocaría la absoluta parálisis del país, sumiendo todavía más a Grecia en la miseria y dejando en agua de borraja, las promesas de Tsipras, con las consecuencias que de ello se derivaría.

Entonces la apuesta que debería tomar a conciencia tanto la UE como Grecia es el crecimiento a corto plazo, puesto que como hemos podido comprobar, la austeridad engendra más austeridad. El crecimiento a corto plazo es la única solución y para ello, la UE debería reestructurar la deuda Griega con un plan como el que propone Grecia y que nos parece adecuado. Refinanciar la deuda Griega por bonos perpetuos con cupones de rentabilidad, ligados al crecimiento heleno. Restar el elevado coste financiero de Grecia significaría un alivio, lo que permitiría a Grecia aplicar medidas de liberalización económica, para poder fomentar el crecimiento económico, sin embargo, admito que es complicado que Tsipras pueda mantener sus promesas y a la vez sacar a Grecia de la crisis.

Europa tiene que demostrar firmeza respecto al nominal de la deuda, pero ahora ya vamos con retraso y los mecanismos de control respecto al endeudamiento y el déficit que permanecieron antes de la crisis, deberían imponerse una vez veamos solucionada la crisis. Si miramos al otro lado, la UE tampoco forzará la maquinaria, puesto que un default heleno, dejaría el sector financiero en jaque y a los estados con importantes pérdidas sobre sus contribuyentes, sin embargo, el hecho de que los bancos alemanes sean los más endeudados, implica de facto un salvoconducto para economías como la nuestra. Está claro que la partida ha comenzado y que aconteceremos más de un farol, pero al final ambos están abocados a un entente. ¡Veremos en qué condiciones!

Porcentaje


A largo plazo, la UE debería obligar a los gobiernos a cumplir sus planes de reformas estructurales, para sentar las bases de futuro de una eurozona homogénea. La divisa común debería en mi opinión crear un comité de supervisión y un ministerio de finanzas único y escogido democráticamente, para poder crear el Eurobono, y dotado de poder ejecutivo para poder tomar decisiones de forma unilateral, ¿no les parece? Además, los países que han desaprovechado el último ciclo alcista en la economía, creando economías especulativas, basadas en la revalorización del precio de los activos, como por ejemplo España y el sector inmobiliario, deberían realizar reformas en el sistema productivo y en el sistema educativo, para sentar las bases de una economía productiva de futuro. Sin embargo, sin cesar en estas reformas de largo plazo, a corto plazo hay que reactivar el mercado de crédito para lograr crecimiento en la eurozona y en ello radica la esencia de un QE, que no es falto de buenas intenciones, pero que veremos si al final se canibaliza por los propios mercados financieros. ¿Y ustedes, qué ficha moverían?

Gisela Turazzini
Blackbird CEO