Las bolsas aplauden la llegada de Trump, cuando se cumple un año de su contundente victoria electoral. En este periodo y con los datos en la mano, lo cierto es que las subidas son muy elevadas y con continuos máximos históricos rotos: del 18,3% para el S&P 500 en ese año, del 12,7% para el DOW JONES Ind Average y del 23,2% para el Nasdaq OMX.
Pero en la comparativa con su predecesor, Joe Biden, en su 'segundo' primer año el indicador de indicadores gana la mitad, ya que el S&P 500 se revalorizó el doble en ese mismo periodo. Pero recordemos que, en sus primeros 100 días de gobierno en el mercado, ya marcaban los mercados, a cuenta de los aranceles, el peor comportamiento de los mercados financieros desde Nixon. También sus cifras son inferiores a las registradas en su primer mandato.
El analista de mercados, Manuel Pinto, destaca que "comparado con el primer año posterior a una elección presidencial en las últimas ocho décadas, este rally de estos doce meses ocupa el octavo mejor lugar, detrás de otros nombres como Joe Biden (primer lugar), Barack Obama (quinto) o Bill Clinton (segundo). Además, el último mandato de Franklin Roosevelt ocupa el tercer lugar, y el primer mandato de Trump, el séptimo".
Y buena parte de la culpa de que no haya ido mejor, la tienen sus aranceles que marcan el 7 de abril, especialmente para las compañías tecnológicas y los días circundantes, con las peores caídas del ejercicio, que, al final han truncado subidas mayores en los principales indicadores. Y no solo en Wall Street. También en Europa.
Los indicadores marcan máximos históricos, y casi el último en llegar, el IBEX 35 se revaloriza desde la victoria de Trump un 35,8% tras marcar en octubre, tres máximos históricos consecutivos.
Y hay tres acontecimientos que están marcando su presidencia: Aranceles, relaciones con China en guerra comercial propia y su lucha contra Powell en la Fed.
Para el analista de iBroker, Antonio Castelo, "en el lado positivo, es evidente que la bolsa ha evolucionado muy bien. Inicialmente, los mercados acogieron con optimismo la agenda de recortes fiscales, desregulación y apoyo al sector empresarial, corporativo e industrial. Todo ello impulsó las expectativas de crecimiento y de beneficios empresariales, generando un rally en la renta variable que reflejaba la confianza en el inicio de un nuevo ciclo económico en Estados Unidos".
Pero en la peor, nos encontramos con el efecto China, mientras parece que las cosas se encauzan, aunque sin detalles explícitos, con acuerdos de tierras raras y ante el fentanilo, que tanto preocupa a Trump. "Su agresiva política comercial, especialmente con China, incrementó la incertidumbre sobre las cadenas de suministro, el crecimiento global, los márgenes empresariales y, por supuesto, la inflación".
Y añade que, "todo esto derivó en una mayor volatilidad y en correcciones en el mercado, especialmente visibles en el mes de abril, recordado por aquel “día de la liberación” en el que se anunciaron aranceles que finalmente no se aplicaron. En la práctica, la mayoría de esos anuncios se renegociaron o quedaron sin efecto, lo que permitió una recuperación progresiva de las bolsas y llevó a muchos índices a situarse de nuevo en zonas de máximos", según señala Castelo.
Desde US Bank Asset Management Group, su responsable de investigación en mercados de capitales señala que los mercados han valorado desde abril estos factores: "los inversores han superado la preocupación de que los aranceles afectaran negativamente al crecimiento económico, los beneficios y la inflación. El crecimiento de los beneficios empresariales del segundo trimestre, la reforma fiscal de julio y la bajada de tipos de la Reserva Federal de septiembre impulsaron el optimismo de los inversores. Los resultados empresariales del tercer trimestre muestran los primeros indicios de una fortaleza continua".
En el ámbito económico, lo cierto es que Trump, según las encuestas pierde de forma estrepitosa a decir de sus conciudadanos. De facto, si tomamos como referencia la media de las encuestas generales, que recoge The New York Times, un 55% desaprueba su mandato y un 43% lo aprueba.
Mientras, The Washington Post/ABC señala que los americanos desaprueban en un 66% sus aranceles, el día a día del gobierno y la economía, con un 63 y 62%, como los asuntos menos favorables ahora mismo para Trump.
Pero si lo miramos desde su cercanía en la última encuesta de septiembre de Fox News tampoco sale bien parado entre sus conciudadanos, a los que en un 37% con diferencia, lo que más les importa es la economía, como principal problema del país ahora mismo frente al 13% que citan la inmigración y el control de fronteras. Y la aprobación de Trump en materia económica, apenas alcanza el 39% y el 36% en aranceles.
Ese sigue siendo un tema claramente espinoso, porque, a la postre, el juego de cambio de porcentajes y los cambios de opinión del presidente se han vuelto claramente en contra de las empresas para las que, supuestamente, se implementaron para elevar el nivel de vida americano.
Tampoco parece que la curiosa denominación de su ley fiscal "The One Big Beatiful Bill" haya sentado cátedra ni entre las compañías y su reflejo bursátil, y los conciudadanos. Especialmente, para los empleados federales, muchos de ellos con una situación incluso precaria tras lo que ya se consolida como el mayor cierre de gobierno de la historia, versado en las diferencias abismales entre republicanos y demócratas.
Es más, según la oficina de presupuesto del Congreso, podría añadir deuda por valor de 3,3 billones de dólares en los próximos 10 años y más de 4 billones de dólares si se tienen en cuenta los intereses adicionales adeudados sobre la deuda nacional.
Las diferencias con la Fed, y en especial con su presidente Jerome Powell, han resultado pavorosas: un presidente que esperaba la caída de un punto en los tipos y que, por ahora se debe conformar con medio punto porcentual. Y puede que ahí quede la cosa. Powell arguye los peligros de los aranceles ante una presunta inflación para, quizá, no volver a tocarlos hasta final de año, sumados a su desconocimiento real de la situación del debilitado hasta ahora mercado laboral, que solo atestigua a futuro, los fuertes recortes de personal que las grandes empresas están implementando.
Y ahora, ¿qué puede pasar en los mercados?. Respecto a la Fed, tiene todas las de ganar, con la salida de Powell en mayo y con cierta dinámica para colocar a gobernadores que le sean cercanos, a pesar de la independencia de la institución y abogar por mayor laxitud en la política monetaria que, junto con la rebaja de impuestos, el dinero puede llegar al bolsillo de los americanos, e impulsar más a los mercados. Para los estadounidenses, el aumento del coste de la vida en general es el peor enemigo de Trump.
Dinero más barato y reducciones de apalancamiento son el caldo de cultivo que espera Wall Street. Aunque como indica Castelo "si la independencia monetaria parece comprometida, los inversores, especialmente en los mercados de bonos y divisas, podrían reaccionar de manera desfavorable, con un aumento del riesgo país y movimientos hacia activos refugio".
En realidad lo que los mercados quieren claramente es Pax bursátil: aterrizaje suave y crecimiento económico junto con mayor margen en la política monetaria. Y Trump tendrá que hacer un esfuerzo añadido : que el mercado supere el ya denominado TACO trade, primero anuncia, luego no implementa y el mercado hace caso omiso, y lo contrario. Otorgar certidumbre y tranquilidad.
Aunque será difícil, porque más allá del efecto IA y de los bancos y energéticas en Europa, Trump considera que las subidas en Wall Street vienen de la mano de los trabajos de su administración.
Otro factor es el cierre gubernamental, que juega a su favor a pesar de ser el más largo de su historia. Para José Luis Cava, la liquidez no fluye y lo hace, al pagar las nóminas del gobierno y falta ahora mismo en el sistema. Cuando acabe, aunque se prolongará más según las encuestas. Cuando vuelva, los mercados financieros podrían volver a subir.