¿Tiene sentido ser bajista en los mercados actuales? Más concretamente, ¿en Bitcoin, en el S&P 500 o en el oro?

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Empezando por Bitcoin, en mi opinión, no tiene sentido ser bajista. Muy al contrario, estamos ante una oportunidad de compra. ¿Por qué? Por fundamentales. La cotización de Bitcoin mantiene históricamente una alta correlación positiva con la liquidez global, y en estos momentos esa liquidez está aumentando. Sin embargo, el precio del Bitcoin aún no lo ha reflejado, lo que sugiere que el activo todavía no ha descontado este incremento monetario.

La Reserva Federal, además, ha detenido su proceso de reducción del balance, ha vuelto a inyectar liquidez en el sistema, y todo apunta a que los tipos de interés continuarán bajando, ante un mercado laboral que se enfría. Si a eso sumamos que el Tesoro estadounidense mantiene más de un billón de dólares en su cuenta en la Fed —fondos que saldrán al mercado cuando se levante el cierre temporal del gobierno—, el escenario apunta a nuevas inyecciones de liquidez. Por tanto, y en coherencia con su comportamiento histórico, Bitcoin debería reaccionar al alza.

El segundo argumento es el sentimiento de mercado. Los inversores minoristas están agotados y mayoritariamente bajistas, mientras Bitcoin consolida desde julio dentro de un triángulo expansivo, una figura de alta volatilidad que suele anticipar movimientos bruscos —en este caso, previsiblemente al alza—. Los particulares venden, pero el precio resiste por encima de los 100.000 dólares. Esa absorción de ventas revela que las manos fuertes están acumulando silenciosamente.

A esto se suma el creciente interés institucional: la solicitud de nuevos ETFs de Bitcoin al contado confirma que el dinero profesional está preparado para entrar. Y mientras tanto, la red de Bitcoin alcanza máximos históricos en su hash rate, reforzando su seguridad, solidez y fiabilidad.

En definitiva, Bitcoin está en fase de acumulación institucional, y cuando ese proceso concluya, lo más probable es que asistamos a un movimiento explosivo al alza.

En cuanto al S&P 500, muchos analistas advierten de que el índice sube apoyado en pocos valores —los llamados “siete magníficos”—, mientras el resto de sectores muestran debilidad. Es cierto, pero no suficiente para justificar una visión bajista. Primero, porque los beneficios empresariales siguen creciendo.

Segundo, porque el Dow Jones también marca máximos históricos, lo que refleja una amplitud algo mayor de lo que se percibe.

Y tercero, porque el sector tecnológico mantiene valoraciones exigentes pero no en niveles de burbuja: el PER medio del sector IT ronda las 31 veces, lejos de los excesos del año 2000. Además, las tensiones comerciales entre EEUU y China parecen relajarse, lo que permitiría a compañías como Nvidia seguir operando con normalidad en el mercado asiático, reforzando el impulso alcista del sector.

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Por último, el Oro también se beneficia del mismo entorno: mayor liquidez, tipos a la baja y búsqueda de activos refugio. Su comportamiento confirma la correlación con los flujos monetarios y la percepción de estabilidad relativa frente a la incertidumbre global.

Dicho esto, ni en Bitcoin, ni en el S&P 500, ni en el oro encuentro razones sólidas para adoptar una posición bajista. El contexto monetario, los fundamentales y el sentimiento del mercado apuntan a fases de consolidación previas a nuevos tramos alcistas.