Aunque en realidad, como resalta Bankinter, la de Jackson Hole no es solo una cita para banqueros centrales, sino también de académicos, ministros de finanzas e incluso algunos directivos y empresarios de compañías privadas.

Se reúnen para hablar de la situación y los retos de la economía mundial, supuestamente sin presiones externas. Para ello se retiran a un lugar apartado de Wyoming que se llama Jackson Hole y que debe ser una maravilla.

El nombre formal de esta reunión de 3 días que se celebra desde 1978 es “the Federal Reserve Bank of Kansas City’s Economic Symposium” porque la promueve la Fed de Kansas, cuyo distrito incluye una zona de Wyoming en la que se encuentra este pueblo llamado Jackson Hole.

“La conclusión básica de Jackson Hole será que los bancos centrales irán más despacio de lo esperado en sus estrategias de salida, que los Duraderos Ex–Transporte americanos del viernes serán buenos y que se mantendrá viva la expectativa de que Trump saque adelante alguna”reforma fiscal, por lo que las bolsas podrían volver a rebotar el viernes… esperemos”,  añaden desde Bankinter.

La entidad también resalta que la última vez que asistió el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, fue en 2014 y asistirá de nuevo este año. Por eso hay cierta expectación que probablemente se verá frustrada, ya que estos analistas consideran que el banquero italiano mantendrá un perfil bajo.

 

Sobre la presencia de Mario Draghi en Jackson Hole, Christopher Dembik, jefe de análisis macro de Saxo Bank recuerda que “la última vez que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, asistió al simposio de Jackson Hole anunció el quantitative easing, convirtiéndose en el banquero central favorito de los inversores. Draghi volverá a Jackson Hole este año, y podría verse animado por la mejora de los datos económicos de la eurozona, pero los cambios estructurales y demográficos a largo plazo complican su capacidad de endurecer la política monetaria”.

El estratega de inversión de Aberdeen Standard Investments, Luke Bartholomew, considera que “la reunión de Jackson Hole de este año podría producir el sentimiento de final de una era. Es probable que sea la última de Janet Yellen si es reemplazada a comienzos del año que viene como se espera”.

“Simbólicamente, han pasado siete años desde que Ben Bernake prácticamente anunció el QE2 y nos encontramos en la cúspide de la reversión de la Fed de aquella expansión masiva de sus balances en la última década. Así que la Fed está de alguna manera en un punto de giro. El debate de que este y otros bancos centrales deberían tener en Jackson Hole es cómo lidiar con futuras crisis”, añade.

¿Tercer incremento de tipos en EEUU?

En cuanto a los planes de Yellen, Orey Financial, considera que tras la segunda subida de tipos de interés que llevó a cabo la Fed en el mes de junio, situando la tasa en el 1.25% actual, y tras la anterior subida que se produjo en el mes de marzo del presente año, el mercado está a la expectativa de conocer si habrá un tercer incremento de tipos, y de ser así cuando sería.

El retroceso de la inflación y el atasco en la materialización de los estímulos fiscales podrían llevar a la Fed a ralentizar el ritmo de subida de tipos que tenía marcado inicialmente.  

Sin embargo, Orey Financial deja la puerta abierta al afirmar que “hay que estar atentos, ya que en las últimas semanas hemos asistido a una fuerte devaluación de la divisa americana, motivada principalmente por las políticas del presidente Donald Trump, con lo que podríamos ver un discurso algo más agresivo de lo normal por parte de Yellen para intentar dar oxígeno al dólar”.

Esperando a Mario Draghi

El mercado espera que en la reunión del 7 de septiembre el BCE adelante sus planes para ir reduciendo paulatinamente las medidas de estímulo.

Así, los analistas de esta firma prevén que “muy probablemente la retirada del programa de compra de activos no se empiece a implementar hasta enero del año que viene pero, con cierta antelación, el BCE tendrá que comunicar cómo visualiza esta salida, y se da por hecho que será muy gradual, es decir, que el programa no se acabará de un día para otro. A la vuelta de verano se verá si el BCE sigue los pasos de la Fed o elige su propia estrategia.