Lejos de contraerse, el comercio exterior de China está registrando un superávit histórico que refleja tanto su capacidad industrial como su habilidad para encontrar nuevos socios.

Un superávit que bate récords

El empuje exportador chino se ha mantenido fuerte incluso después de cinco meses de aranceles extraordinariamente altos aplicados por Washington. Este escenario no ha frenado las ventas al exterior, que han impulsado a Pekín a alcanzar un superávit comercial cercano a 1,2 billones de dólares.

La demanda de países emergentes como India o de regiones en desarrollo en África ha sido crucial para sostener este crecimiento.

India, por ejemplo, alcanzó cifras históricas de compras en agosto, mientras que los envíos al continente africano se encaminan hacia máximos anuales. Las ventas al sudeste asiático, por su parte, han superado ya los registros obtenidos durante la pandemia.

Este panorama muestra que, aunque Estados Unidos cierre parcialmente su mercado, las exportaciones baratas de China encuentran nuevos destinos con rapidez.

Reacciones internacionales ante la expansión china

El avance del comercio chino está generando inquietud en múltiples gobiernos. México fue el único país que este año respondió de manera pública con aranceles de hasta el 50% a automóviles, autopartes y acero procedentes de China.

India ha recibido decenas de solicitudes para investigar el posible dumping de productos chinos y vietnamitas, mientras que en Indonesia las autoridades tuvieron que reaccionar tras viralizarse videos de vendedores ofreciendo prendas a menos de un dólar.

En América Latina, países como Chile y Ecuador han comenzado a imponer tarifas selectivas a productos de bajo coste, en un intento de frenar la entrada masiva de artículos que compiten con las industrias locales.

Diplomacia y advertencias de Pekín

Frente a las posibles represalias, China ha desplegado una estrategia dual basada en el atractivo diplomático y en advertencias económicas. El propio Xi Jinping ha pedido a los países BRICS un frente común contra el proteccionismo, al tiempo que funcionarios chinos han advertido a México sobre las consecuencias de adoptar medidas restrictivas.

Este equilibrio entre negociación y presión le permite a Pekín mantener abiertas las puertas del comercio internacional.

El impacto en la economía interna

Aunque las cifras de exportación son impresionantes, la realidad doméstica de China es más compleja. Los beneficios de las empresas industriales cayeron en torno al 1,7% en los primeros siete meses del año. Para mantener su competitividad, muchos fabricantes han optado por bajar precios, lo que ha acentuado un periodo de deflación que amenaza con convertirse en el más largo desde finales de los años setenta.

El propio Partido Comunista ha señalado que uno de los retos inmediatos es reorientar la economía hacia el consumo interno, aunque la presión internacional dificulta esa estrategia. Para algunos analistas, la dependencia de las exportaciones baratas puede comprometer el equilibrio a largo plazo, al relegar la necesaria expansión de la demanda doméstica.

Nuevos mercados, nuevas oportunidades

El rediseño del mapa comercial ha permitido a China encontrar oportunidades en lugares inesperados. En India, las exportaciones alcanzaron en un solo mes más de 12.000 millones de dólares, impulsadas por proveedores tecnológicos que, aunque desplazan parte de su producción, siguen dependiendo en gran medida de componentes chinos.

Además, la venta de chips, teléfonos y maquinaria a países vecinos ha reforzado la idea de que las exportaciones baratas chinas no solo buscan volumen, sino también consolidar su presencia en sectores de alto valor añadido. Europa y Australia se han convertido en destinos clave, absorbiendo gran parte de la producción desplazada desde el mercado estadounidense.