Este movimiento refuerza la percepción de una doble estrategia por parte de Nueva Delhi: beneficiarse económicamente del contexto geopolítico, al tiempo que preserva una apariencia de neutralidad ante sus socios occidentales.

La licitación emitida por la IOC confirma que el país busca garantizar el suministro de crudo a medio plazo, evitando interrupciones en la cadena energética. Sin embargo, el documento especifica que los proveedores deberán certificar que los grados ESPO y Sokol del Lejano Oriente no proceden de productores o terminales bajo sanción de Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido o la propia India.

La precisión del texto evidencia el cuidado con el que la empresa intenta mantener una imagen de cumplimiento, sin renunciar a aprovechar la oportunidad que representa el petróleo ruso descontado.

Un equilibrio entre la diplomacia y los intereses energéticos

El contexto internacional en el que se desarrolla esta operación es complejo. Desde el inicio del conflicto en Ucrania, India ha defendido una posición ambigua: no ha condenado abiertamente a Rusia, pero tampoco ha roto lazos con Occidente.

Este equilibrio diplomático le ha permitido mantener relaciones fluidas con ambos bloques, asegurando su acceso a fuentes energéticas diversas y a tecnologías clave.

La decisión de la IOC de buscar crudo ruso fuera del marco sancionado se interpreta como un intento de proteger sus intereses económicos sin desafiar abiertamente las restricciones internacionales.

De acuerdo con fuentes del sector, la refinería habría adquirido recientemente cinco cargamentos de petróleo ruso a entidades no sancionadas, con llegada prevista para diciembre de 2025.

En total, se estima que ha comprado unos 3,5 millones de barriles de crudo ESPO, equivalentes a precios similares a las cotizaciones de Dubái, destinados al puerto de Paradip, en el este del país.

Impacto de las sanciones y el reajuste del mercado

Las sanciones impuestas por Estados Unidos a Rosneft y Lukoil, los dos principales productores y exportadores rusos, han alterado la dinámica del comercio global de petróleo.

Las refinerías indias, que hasta hace poco eran clientes preferenciales del crudo ruso con descuento, se han visto obligadas a reajustar sus compras. La medida estadounidense provocó una carrera por encontrar proveedores alternativos, tanto dentro como fuera de Rusia, a través de intermediarios no sancionados.

Este reajuste no solo afecta a India, sino también a los mercados de Asia oriental y Oriente Medio, donde la demanda de barriles sustitutos ha incrementado los precios.

La IOC, consciente de esta presión, busca asegurar su suministro para evitar futuras tensiones. Al mismo tiempo, ha mostrado interés en adquirir 24 millones de barriles de petróleo de las Américas durante el primer trimestre de 2026, un intento de compensar la pérdida de volúmenes rusos.

Una estrategia pragmática con implicaciones políticas

El gobierno indio ha insistido en que cumple plenamente con las sanciones internacionales, pero su política energética sigue priorizando la seguridad de abastecimiento sobre las consideraciones políticas.

Este pragmatismo, que ha sido clave en la estabilidad de su economía, ha generado críticas en las capitales occidentales, especialmente cuando el país continúa aumentando su dependencia del crudo ruso mientras mantiene acuerdos de cooperación con Estados Unidos y la Unión Europea.

Las declaraciones de altos funcionarios indios reflejan una narrativa centrada en el desarrollo nacional. Según la versión oficial, las importaciones de petróleo son una necesidad estratégica y no un gesto político.

Sin embargo, la insistencia en separar ambos planos resulta cada vez menos creíble a medida que las cifras revelan una participación activa en el comercio de barriles rusos trasladados mediante intermediarios o rutas poco transparentes.