Alberto Guijarro, CEO de Granalu, recuerda sus inicios desde los 12 años, cuando su padre le hacía bajar a la fábrica de semirremolques a “limpiar o barrer”. “Te vas introduciendo poco a poco y vas creciendo desde dentro”, relata. A los 21 ya asumía responsabilidades con personal a su cargo. Subraya que su incorporación fue “muy progresiva” y que “el entorno familiar nunca me ha condicionado”, destacando que siempre tuvo “total libertad para estudiar lo que quisiera”. Se formó en Ciencias Empresariales, movido por su interés en la empresa, la inversión y el emprendimiento.
Sin embargo, Guijarro es crítico con la formación académica. “La carrera entre poco y nada te ayuda directamente. Te da bases, pero si te quieres meter de lleno, te toca hacer formaciones específicas”. Afirma que las habilidades de dirección se adquieren “formándote o viviéndolo”, y que el liderazgo no se enseña en las aulas.
El directivo identifica dos momentos especialmente duros: la crisis financiera de 2007-2009, cuando “todo iba mal y era cuestión de sobrevivir”, y el proceso de sucesión y transformación iniciado en 2020-2021, que marcó el paso “de una empresa del siglo XX a una del siglo XXI”. Este cambio implicó una profunda profesionalización: “Creamos departamentos sólidos y fuertes y un comité de dirección”.
Pero el golpe más duro llegó con el incendio de octubre de 2023. “A las diez de la noche me llama un compañero y me dice: ‘Alberto, Granalu se quema’. Das un salto y dices: ‘¿Y esto qué se hace?’”. Guijarro destaca que la clave fue la reacción inmediata y la unión del equipo: “El éxito no está en el problema, sino en cómo te enfrentas a él para poder revertirlo”. Esa misma noche se organizó un gabinete de crisis y por la mañana ya estaban trabajando en la recuperación. “Salimos reforzados gracias a la unión y al trabajo en equipo”, afirma con orgullo.
Para Guijarro, el éxito se apoya en el valor humano: “Granalu está hecha por la calidad de sus personas. No hoy, históricamente ha sido así”. Añade que la empresa ha sabido modernizar un sector tradicional, aplicando innovación “no solo tecnológica, sino en la forma de hacer las cosas”.
De cara al futuro, su prioridad es reforzar los equipos y los procesos internos: “Trabajo para que los equipos se sientan muy seguros y pisen con fuerza”. También le preocupa el contexto económico: “España crece mientras Europa decrece. Exportamos el 30%, ahora el 20%, porque los mercados europeos están cayendo un 40%. Me preocupa si esa caída se trasladará aquí”.
Además de Granalu, el grupo desarrolla otras líneas como Grukase, dedicada a estructuras metálicas, y Terrabuey “una de las empresas más sexys del grupo”, una explotación ganadera y gastronómica que ha crecido hasta convertirse en “una experiencia 360 de cultura, turismo y gastronomía”. En 2024 han abierto un restaurante en la propia finca y preparan otro en Valladolid. Recuerda a su famoso buey Pocholo, “el más grande del mundo”, que se hizo viral en 2019.
Guijarro explica que su padre, ya jubilado, “sigue yendo cada día a la oficina”, y que su hermano gestiona la parte de restauración y ganadería, mientras él se centra en la industria. “Si quieres llegar a ser CEO, lucha por ello, pero hazlo con humildad. En las empresas familiares hay dos tipos: las que han tenido problemas y las que los van a tener. Y si ves que no eres la persona idónea, da un paso a un lado antes de llevar el negocio a la bancarrota solo por querer ser tú el CEO”.