La verdadera cultura financiera empieza mucho antes. Empieza en entender qué es tu patrimonio, cuál va a ser tu activo vital. Saber cuánto quieres, cómo lo quieres y para qué lo quieres. No se trata de acumular, sino de ordenar.
Tener claro de dónde viene el dinero que gano y por qué me llega. De qué vivo y de qué quiero vivir en el futuro. Cómo voy a generar rentas. Por cierto: ¿qué es renta? ¿Es dinero? No: renta es riqueza. Dinero es sólo un papel impreso que admitimos como medio de pago.
Hay cambios de paradigma, además. El salario no es ya la simple remuneración de unas horas trabajadas. Eso ha quedado atrás, aunque, para empezar, el sueldo es la base del proyecto vital: lo que permite comenzar a edificar patrimonio, diseñar una vida y asumir que nadie (ni el Estado, ni la Seguridad Social, ni el banco central) va a hacerlo por ti.
El salario es un concepto que va a menos. Cada vez es más deflacionario, es decir, se paga menos, y no subirá legislando. No lo hará subiendo el SMI ni obligando a los empresarios a subir los sueldos.
Sólo será alto (o digno) cuanto más valor añadido aportes. Ya sea con ventas, descubrimientos, ventajas competitivas, capacidad de networking… el que piense en horas, salarios tasados, ascensos programados... va al SMI de cabeza. Se remunera el valor, no el tiempo, por mucho que ministras iluminadas se empeñen en tasar y regular las jornadas laborales. Además, la tecnología permite medir casi a la perfección el retorno imputable a cada persona en una corporación.
Lo triste es que la reacción a esto (algo irremediable, si lo pensamos) es refugiarse en el empleo público, donde sí hay garantía de salario sin estar ligada a productividad (valor añadido). Con cargo a los que sí están sujetos a rendimiento, que son los que de verdad mantienen el país.
Tener claro eso es cultura financiera, lo contrario es el espectáculo de La Sexta: “por echar siete horas me pagan 800 euros, ¿con eso dónde voy?”. vociferan. A poco sitios, porque lo malo es que eso se retribuye en un trabajo comoditizado, que todo el mundo puede hacer. La mala noticia añadida es que siempre habrá alguien que querrá hacerlo por 700. O llegará un momento que no querrá hacerlo nadie y la firma cerrará. Y si se sacan leyes obligando a pagar más, la compañía se llevará la producción donde no le aprieten tanto, porque las empresas no existen para generar empleo o ser sostenible: nacen para ser rentables.
La cultura financiera empieza con una constatación incómoda: no se puede depender del Estado. Y menos de un Estado que pretende instaurar una pseudo dictadura del bienestar a golpe de deuda pública e impuestos confiscatorios. Esa deuda que, además, no se paga con esfuerzo productivo, sino con dinero impreso y un peaje no tangible llamado inflación.
Los bancos centrales hacen malabares: un poco de inflación aquí, un poco de tipos allá, tratando de que no se dispare el crédito. Pero el fondo es otro: olvidamos lo que significa renta, crecimiento, valor, trabajo… y, sobre todo, responsabilidad.
De eso va la cultura financiera. No de saberse la jerga de los mercados, sino de asumir la responsabilidad de tu propio futuro. Una vez que entiendes eso, entonces sí: hablemos de warrants, dividendos y opciones. Pero primero lo primero: cultura financiera no es saber definiciones, es saber vivir con las cuentas claras.
Por supuesto, nuestra clase política detesta la cultura financiera y ataca lo que puede a los mercados, que son el aceite del motor de la economía. Pero antes han hecho lo propio con la sociedad: han desincentivado a la gente con redes clientelares y elegía de lo público, mientras que al empleador lo destrozan con fiscalidad, burocracia y regulación.
Cultura financiera es tener claro que lo que imprime el Banco Central Europeo (BCE) es dinero que genera inflación (y por tanto, pobreza). Que la renta es riqueza, bienes y servicios tangibles, fruto del trabajo. Y que el crecimiento llega gracias al incremento de renta que se genera con capital.
El capital es el ahorro procedente de la renta. El capitalismo no es que sea bueno, (ni de derechas o neoliberal), es que es imprescindible para crear renta.
Estrategias de Inversión está firmemente comprometido con hacer llegar la cultura financiera a la sociedad. Desde lo más básico, hasta lo más sofisticado. Porque todo nos influye.