En un mundo donde la comunicación es clave, la voz se convierte en una herramienta de trabajo indispensable para millones de profesionales. Docentes, actores, cantantes, locutores y teleoperadores dependen de su voz para desempeñar su labor diaria. Sin embargo, el uso excesivo o incorrecto de esta herramienta puede tener un alto coste para la salud.

“La sobrecarga vocal es un riesgo laboral silencioso, pero real, especialmente entre quienes usan su voz de manera intensiva y prolongada”, advierte el Dr. Miquel Vila Sabaté, responsable de Vigilancia de la Salud Individual en Quirónprevención. “En estos casos, la voz no solo es un medio de expresión, sino una herramienta de trabajo que, si no se cuida, puede acabar fallando”.

¿Cómo se produce la voz?

La voz es el resultado de un proceso fisiológico complejo. Comienza con el paso del aire desde los pulmones a través de la laringe, donde las cuerdas vocales —dos bandas de tejido muscular— vibran y generan sonido. Esta vibración, combinada con los espacios resonadores (nasal, bucal, faríngeo) y la acción de órganos como la lengua, glotis, labios, paladar y dientes o nariz, da lugar a la voz que usamos para hablar.

Las principales cualidades acústicas de la voz —timbre, intensidad, tono y duración— son claves para la comunicación, pero también marcan el nivel de exigencia vocal en cada profesión.

Profesiones con alto riesgo vocal

“Las personas que tienen que hablar mucho, en espacios poco acondicionados acústicamente o sin pausas adecuadas, están especialmente expuestas a la fatiga vocal”, explica el Dr. Vila Sabaté. Según este especialista, el nivel de exigencia vocal varía por profesión: un maestro necesita más resistencia vocal que calidad estética, mientras que un actor o cantante requiere ambas.

Un cuadro comparativo elaborado por expertos clasifica las exigencias vocales en función de dos variables: calidad acústica (la belleza de la voz) y resistencia (capacidad para no fatigarse). En él, profesiones como la enseñanza o la atención telefónica, actores y cantantes líricos, trabajadores al aire libre con maquinaria ruidosa, aparecen como altamente demandantes en términos de resistencia vocal.

Factores que agravan el riesgo

Los riesgos vocales no se deben únicamente al uso excesivo. Factores ambientales como el polvo, la sequedad del aire, excesivo frío o calor, irritantes u otros contaminantes, el ruido ambiental, la mala ventilación, la calidad acústica del local también contribuyen al deterioro vocal. A ello se suman elementos organizativos (como la falta de pausas o el exceso de carga laboral), posibilidad de hacer pausas, falta de formación, y factores personales, entre ellos el estrés, el tabaquismo, el consumo de alcohol o enfermedades respiratorias y digestivas, determinados medicamentos, caramelos y sustancias derivadas del mentol y eucalipto (efecto rebote) .

“Una persona puede tener predisposición a problemas de voz si presenta alergias, reflujo gastroesofágico o ha sufrido disfonías en la infancia. Si a eso le sumamos un entorno laboral hostil, el riesgo se multiplica”, señala el Dr. Vila Sabaté.

Disfonía: la alarma de la voz

Los efectos sobre la salud se manifiestan principalmente en forma de disfonías, es decir, alteraciones de la calidad vocal que dificultan la comunicación. En casos más graves, la voz puede desaparecer por completo, lo que se conoce como afonía.

Existen tres tipos principales de disfonía:

  • Funcionales: causadas por un mal uso de la voz, sin lesión física.
  • Orgánicas: provocadas por lesiones en las cuerdas vocales (como pólipos o tumores).
  • Mixtas: una combinación de ambas, derivadas de un uso inadecuado prolongado que genera daño físico.

Entre las lesiones más comunes en profesionales de la voz están los nódulos de las cuerdas vocales, pequeños abultamientos que aparecen por el abuso vocal continuo. “Los nódulos deben considerarse una enfermedad profesional, como lo recoge el Real Decreto 1299/2006” en las actividades allí descritas, recuerda el Dr. Vila Sabaté. También son frecuentes los pólipos y los edemas de Reinke, ambos relacionados con inflamaciones crónicas de las cuerdas vocales.

Señales de alerta

Reconocer a tiempo los síntomas puede prevenir daños mayores. Algunos signos de alarma incluyen: Ronquera o voz rota, carraspeo constante, dolor o tensión en el cuello, sensación de cuerpo extraño en la garganta, fatiga vocal al final de la jornada, dolor, tensión y/o pinchazos en la zona anterior o lateral del cuello dificultad para controlar el tono o la intensidad de la voz.

“El problema aparece cuando el descanso no alivia los síntomas. En esos casos es fundamental consultar con un especialista”, aconseja el Dr. Vila Sabaté.

Cuidar la voz también es prevenir

Como en todo riesgo laboral, la prevención es clave. Según el Dr. Vila Sabaté, es fundamental que los profesionales que dependen de su voz reciban formación en técnicas de higiene vocal y organización del trabajo. “Hacer pausas regulares, hidratarse adecuadamente, evitar forzar la voz y mantener una buena postura corporal son medidas esenciales para proteger nuestra herramienta más valiosa: la voz”, concluye.