Con el verano a las puertas, el panorama económico global presenta más preguntas que certezas. Lejos de los tradicionales meses de calma en los mercados, este 2025 se perfila como un verano de vigilancia activa. Las tensiones geopolíticas, la reintroducción de aranceles por parte de Donald Trump y una Europa que muestra síntomas de desaceleración se entremezclan con un entorno monetario aún incierto. En este contexto, los inversores se preguntan: ¿cómo gestionar la cartera para encarar la segunda mitad del año con éxito?
La respuesta empieza por una correcta asignación de activos. La incertidumbre macroeconómica, la persistencia de la inflación subyacente y el papel de los bancos centrales en el ajuste de tipos han configurado un 2024-2025 especialmente exigente. Ante este escenario, la diversificación estratégica, la selección táctica de activos y una visión de medio plazo se han convertido en pilares clave para los gestores. Adaptarse con flexibilidad a los distintos escenarios que plantea la coyuntura económica es, más que nunca, una cuestión de supervivencia financiera a la hora de posicionarse en los mercados para ganar en la segunda parte del año.
En renta variable, la cautela marca el tono. Las valoraciones exigentes, especialmente en Estados Unidos, junto con unas primas de riesgo bajas, justifican un posicionamiento prudente. Muchas gestoras están reduciendo ligeramente su exposición a renta variable en sus carteras, especialmente en perfiles moderados. El enfoque gira hacia la calidad y la diversificación, con un sesgo defensivo que favorece temáticas estructurales y compañías con sólidos fundamentales. En este contexto, las megatendencias cobran un protagonismo renovado.
Y dentro de las megatendencias de largo plazo, la ciberseguridad destaca como una megatendencia que ha pasado de ser una necesidad tecnológica a convertirse en una prioridad nacional y corporativa. En un mundo hiperdigitalizado, proteger la información es tan crucial como proteger los activos físicos. Invertir en empresas líderes en este segmento no solo responde a una lógica de crecimiento estructural, sino también a una lógica defensiva ante un entorno geopolítico cada vez más complejo.
Por regiones, Europa gana enteros frente a Estados Unidos. A pesar de las subidas acumuladas en los mercados europeos, el viejo continente sigue siendo atractivo por valoraciones y exposición a sectores clave. Infraestructuras, defensa y banca forman el tridente estratégico con el que muchas carteras buscan capear la volatilidad global y ofrecer estabilidad a largo plazo.
Y es que, en relación al primero de los tres mencionados, uno de los sectores que más interés está despertando es el financiero. La normalización monetaria, la consolidación del sector y el impulso tecnológico lo posicionan como un segmento con potencial tanto cíclico como estructural. Con balances sólidos, beneficios al alza y valoraciones razonables, la banca vuelve a atraer el foco inversor. Eso sí, con una gestión activa que permita discriminar entre oportunidades reales y trampas de valor en un entorno aún volátil.
Fuera de Europa (y EEUU), los mercados emergentes —y en particular China y Japón— siguen generando debate. El primero, a pesar de toda la incertidumbre que rodea a su economía y de que lleva tres años prácticamente sin aportar rentabilidad —salvo algunos repuntes puntuales como el de septiembre y octubre del año pasado—, sigue siendo para nosotros un “gigante dormido” con valoraciones muy atractivas. Lo mismo ocurre con Japón, donde la debilidad del yen ha generado oportunidades interesantes, haciendo que los activos allí resulten muy baratos en términos relativos.
Y cuando se trata de convertir visión en rentabilidad, la gestión activa sigue demostrando su valor. Los fondos globales más rentables de 2025 —excluyendo los ligados al oro y las materias primas— no han sido necesariamente los más populares, sino los que han sabido posicionarse en nichos concretos. Fondos como BGF FinTech, MFS Meridian Contrarian Value, BNY Mellon Global Infrastructure y BGF World Financials han superado al MSCI ACWI gracias a estrategias temáticas, sesgo value y una clara exposición a sectores con viento de cola estructural.
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