Hay quienes culpan la política de bajos tipos de interés auspisiciada por el entonces presidente de la FED, Alan Greenspan, como el germen de todo lo que sucedió después.
El castillo se desmorona
Cada vez eran más los estadounidenses sin recursos que no podrían pagar su hipoteca y cuyas deudas eran cada vez más altas que el precio de sus casas. Se tambaleaban los cimientos de un catillo de naipes construido sin cimientos que estaba a punto de desmoronarse.
Meses antes del cierre de los fondos de BNP habían quebrado algunas entidades en Estdos Unidos como new Century Financial, American Home Mortgage. Pero los medios anglosajones no hablaban aun de crisis, sino de “subprime meltdown”.
Pero aquél 9 de agosto de 2007 todo se tornó diferente. El Bundesbank ya comenzó a hablar de la posibilidad de rescatar a la primera entidad europea, IKB cuyo balance estaba rebosante de subprime.
Se cierra el mercado crediticio
Los problemas de BNP Paribas hicieron correr un escalofrío por la piel del sistema financiero cuando el banco comunicaba que había encontrado problemas para realizar el cálculo del valor liquidativo y la valoración objetiva de estos fondos debido a las incertidumbres sobre el mercado de crédito y las citadas hipotecas basura.
Eso sí, nadie esperaba que esa “basura” llegara al sistema, ya que todo el mundo confiabaen que la liquidez terminaría por superar los obstáculo. Pero los bancos, que comenzaban a imaginar que aquellos CDOs (Collateralized Debt Obligation) en los que les habían empaquetado las hipotecas menos solventes no valían lo que habían pagado por ellos, comenzaron a cerrar el grifo del crédito. Nadie se fiaba de nadie. El mercado estaba literalmente seco.
El Banco Central Europeo y la Reserva Federal decidieron comenzar a inyectar dinero en el sistema en un movimiento al que parece que los mercados se han enganchado. El BCE soltó en el mercado 95.000 millones de euros y la FED actuó dejando otros 24.000 millones de dólares. Unas inyecciones que se sucedieron en los siguientes días y que parecieron calmar a los mercados.
Pero la brecha en el casco ya era incontrolable. Todas las agencias y organismos internacionales comenzaban a ser conscientes de que las subprime no sólo eran un bache en el camino, sino que iba a poner en jaque al crecimiento mundial. Nadie se imaginaba, no obstante, que algo más de un año después las subprime terminarían colapsando al mercado, que la Reserva Federal dejaría caer a uno de los grandes y que la quiebra de Lehman Brothers se convertiría en el Pearl Harbour de las finanzas del último siglo.
Seis años después de ese día, los mercados de todo el mundo siguen pendientes de lo que van a hacer los bancos centrales, siguen preocupados por la liquidez del sistema y siguen debatiendo si las fórmulas para salir de esta crisis han sido las adecuadas.
Mientras tanto en el mundo de las finanzas se siguen sucediendo burbujas. Hay quién es hablan de la de la vivienda en China o, incluso, de la del oro, que lleva subiendo consecutivamente doce años. Pero el 9 de agosto recordamos cómo era el mundo hace seis años, no cómo será a partir de hoy.