Valoración de la pausa de tipos de la Fed y del mensaje de Powell

Desde que Jerome Powell asumió la presidencia de la Reserva Federal ha sido constante en su mensaje: su mandato se centra en dos objetivos clave, la estabilidad de precios (inflación) y el pleno empleo (crecimiento económico). En todas sus intervenciones ha insistido en que vigila de cerca ambas variables, y sus decisiones de política monetaria desde 2021 lo confirman. Primero, anunció subidas de tipos de interés y la reducción del balance. Luego, en 2022, cumplió su promesa de llevar los tipos a los niveles previstos. Más adelante, anticipó que los mantendría elevados durante un periodo prolongado y, en 2023, señaló que podría haber hasta tres recortes de 25 puntos básicos, lo cual también se materializó. En lo que va de 2025, Powell ha mantenido la misma línea: su guía sigue siendo clara y coherente.

Lo más llamativo de su última intervención fue la introducción, por primera vez, del término "estanflación". Lo mencionó sin dramatismos pero lo dejó sobre la mesa. Aun así, reiteró que sigue observando con atención el mercado laboral —que se mantiene robusto— y la inflación —que aún no se sitúa en el nivel deseado.

Y aquí surge una pregunta clave: si la economía estadounidense sigue mostrando fortaleza, con un crecimiento sostenido, bajo desempleo y un consumo resiliente, ¿cuál sería la razón para bajar los tipos de interés? A día de hoy, no parece haber motivos sólidos para hacerlo. Por eso, considero que mantener los tipos en los niveles actuales es una decisión sensata y coherente con el contexto macroeconómico. Podemos especular, por supuesto, sobre los posibles efectos inflacionistas de los aranceles, sobre si el simple temor a la estanflación puede trasladarse a las negociaciones salariales y empujar al alza los sueldos, lo que a su vez podría alimentar la inflación. Pero hoy, con los datos actuales, la Reserva Federal actúa con lógica: vigila el empleo, sigue de cerca la inflación y evalúa los riesgos potenciales.

Además, si atendemos a las encuestas entre los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto, el consenso apunta a entre dos y tres recortes de 25 puntos básicos a lo largo del año. Así, podríamos cerrar 2025 con los tipos en el 4% o incluso en el 3,75%, frente al 4,5% actual. Sin embargo, insisto: si las variables económicas se mantienen como hasta ahora, no sería descartable que en junio no haya ningún recorte, simplemente porque no es necesario.

En definitiva, si el dinero tiene un valor y la inflación está bajo control, ¿por qué un inversor debería aceptar prestar su capital sin una rentabilidad adecuada, como ocurrió en otras épocas? En este contexto de crecimiento sostenido, los mercados deberían mantenerse tranquilos. Lo que ocurra con los aranceles y su impacto, lo iremos viendo, pero conviene evitar caer en exageraciones.

Con el tema arancelario en negociaciones, la buena reacción del mercado a Powell y las caídas en bolsa de 2025 que han dejado ciertos valores más baratos, ¿es buen momento para comprar renta variable americana?

No podemos atribuir toda la corrección del mercado únicamente a los aranceles. En realidad, algunas señales de ajuste ya estaban presentes antes de que entraran en juego. También debemos tener en cuenta el peso que tenían las valoraciones extremadamente elevadas de un grupo específico de compañías. No todas las empresas cotizadas en EEUU estaban caras, pero sí había un segmento muy concreto que cotizaba a múltiplos exigentes, y lo sigue haciendo.

Por lo tanto, podríamos decir que, en realidad, conviven dos bolsas dentro del mercado estadounidense. En este sentido, las 7 Magníficas esas empresas estaban especialmente sobrevaloradas. Ahora, estamos empezando a ver cierto enfriamiento en la inversión en ese ámbito. El ejemplo reciente de una empresa china, que demostró que se puede lograr un rendimiento tecnológico similar a menor coste, ha reducido notablemente el entusiasmo inversor. A ello se suma el elevado consumo energético de los centros de datos, un problema aún sin resolver.

Con todo, creo que una parte del mercado estadounidense —la de las grandes tecnológicas multinacionales— sigue estando cara, pero hay otro segmento más atractivo -el de las compañías medianas y, sobre todo, pequeñas que producen y venden principalmente dentro de EEUU-, que están menos expuestas a los vaivenes del comercio internacional y a los efectos de los aranceles. Ahí es donde veo una oportunidad interesante, en las pequeñas empresas centradas en el consumo interno estadounidense.

A título personal y para mis clientes, ya reduje en octubre pasado la exposición general a la renta variable estadounidense, y recientemente la he recortado aún más. Sigo viendo un riesgo real de recesión en EEUU, y si se materializa, es probable que incluso las empresas más defensivas se vean afectadas por arrastres generalizados en las cotizaciones. Por eso, mantengo la idea de reducir exposición a EEUU y canalizar la parte restante hacia empresas pequeñas —preferiblemente que se dediquen al consumo básico— que puedan ofrecer cierta protección frente a un ciclo económico adverso. 

Europa ha subido y sigue subiendo mucho. ¿Seguimos apostando por este mercado?

También en Europa encontramos un mercado dividido. Por un lado, hay empresas cotizadas con valoraciones elevadas y que además podrían verse afectadas por medidas como los aranceles o una posible contracción de las exportaciones. Pero, por otro lado, hay un grupo muy interesante de compañías más centradas en el consumo interno europeo, en su mayoría pequeñas y medianas empresas, que tienen una mayor agilidad para adaptarse a entornos económicos cambiantes. A pesar de la revalorización que han experimentado en los últimos meses, estas empresas aún muestran potencial de crecimiento. 

Por todo ello, creo que hoy tiene más sentido estratégico mirar hacia Europa que hacia Estados Unidos. Dentro del continente, además, existen sectores que deberían quedar al margen de las tensiones comerciales globales, como el inmobiliario. Recuerdo perfectamente cómo, en su momento, me sorprendió el castigo bursátil que sufrió Colonial el mismo día en que se anunciaron medidas arancelarias, a pesar de ser una compañía totalmente ajena a cualquier conflicto comercial con EEUU. Precisamente es en esos movimientos de ventas masivas e indiscriminadas donde surgen oportunidades, porque cuando te encuentras con una empresa que, el día anterior, ya estaba razonablemente valorada y de pronto cotiza con un fuerte descuento sin que haya cambiado nada en su modelo de negocio, ahí es donde se puede actuar con criterio. No hace falta reinventar nada: se trata de comprar bueno y barato.

¿Seguirá aumentado la divergencia entre la bolsa europea y la americana? ¿En qué países debemos poner el foco?

En los últimos meses, Europa está superando claramente a EEUU en términos bursátiles, y lo está haciendo en prácticamente todos los segmentos y nichos. Pero también dentro de Europa hay un mercado más caro y otro más barato. Y aquí merece la pena destacar un caso muy concreto: el de España, uno de los pocos países europeos que, según las previsiones del FMI, la OCDE y otros organismos internacionales, crecerá este año en línea o por encima de la media mundial, y muy por encima de la media regional. Además, si analizamos el conjunto del mercado bursátil español, representado por sus principales índices, vemos que se trata de una bolsa aún barata en comparación con otras.

Es cierto que los nuevos máximos del mercado español están impulsados principalmente por dos sectores con gran peso en el índice: la banca y las eléctricas tradicionales. En el caso del sector eléctrico, con excepciones como Redeia —que ha sufrido con motivo del reciente apagón—, las empresas mantienen una posición sólida. Y el sector bancario, por su parte, no se enfrenta hoy por hoy a desafíos relevantes. Además, nuestros bancos, tanto los centrados en el negocio doméstico como los que han apostado por la internacionalización, están ahora recogiendo frutos de esa diversificación, ya que muchos de los países en los que operan tienen buenas perspectivas de crecimiento. Por eso creo que la bolsa española aún tiene recorrido. Habrá bandazos, por supuesto; de hecho, creo que en 2025 viviremos una segunda oleada de caídas aunque más selectiva, lo que generará nuevas oportunidades de entrada. En mi opinión, la bolsa española no es para reducir peso, sino para mantener e incluso aumentar en las correcciones. Es en esos momentos cuando hay que reforzar la exposición.

El otro mercado al que estoy prestando especial atención es China. Lo sigo desde diciembre de 2023, aplicando un enfoque técnico basado en la desviación típica: reduzco exposición cuando hay un exceso al alza y la aumento cuando se produce una desviación excesiva a la baja. A pesar de la reciente revisión de sus expectativas de crecimiento, China sigue proyectando cifras muy superiores a la media global y regional. Además, su mercado bursátil continúa claramente infravalorado.

Por eso, actualmente estoy reduciendo exposición a Estados Unidos y reforzando posición en dos áreas que considero clave: España y China.

¿En qué valores españoles tiene que fijarse los inversores en momentos de corrección?

Los inversores deberían centrar su atención en compañías que dependan menos de sus exportaciones a Estados Unidos y más del consumo doméstico. Cuanto mayor sea esa vinculación con la demanda interna, mejor. Por ejemplo, dentro del sector financiero, es preferible fijarse en bancos como Bankinter o CaixaBank antes que en grandes entidades internacionalizadas como Banco Santander, cuya exposición a Estados Unidos podría suponer una fuente de vulnerabilidad en el actual contexto, o BBVA, que aunque cuenta con una posición fuerte en México -una economía con buenas perspectivas- también mantiene una importante presencia en Turquía -un mercado que sigue siendo foco de incertidumbre constante-. En cuanto al sector inmobiliario español, existe una oferta variada e interesante. Dentro del Ibex 35 tenemos a dos grandes socimis: Merlin Properties e Inmobiliaria Colonial. Pero fuera del índice también encontramos opciones relevantes, como AEDAS Homes, entre otras. Este segmento cobra especial interés ahora, considerando que es probable que sigamos viendo recortes en los tipos de interés en Europa. Además, todo apunta a que los tipos bajos podrían mantenerse durante un tiempo prolongado, lo que favorece al sector inmobiliario en general.

Sobre la volatilidad, no es que espere necesariamente una gran caída inmediata, sino que, históricamente, cuando se ha producido un repunte tan acusado de la volatilidad como el que vimos en abril, ese episodio no ha venido solo. En todos los casos anteriores -y solo han ocurrido seis veces en lo que va de siglo-, a los pocos meses se ha repetido un nuevo pico, con una segunda oleada de caídas. Esta segunda corrección, eso sí, tiende a ser más selectiva. Y aquí viene lo relevante: si uno observa los datos históricos, las rentabilidades obtenidas uno, dos y tres años después de comprar durante ese segundo episodio de corrección han sido extraordinarias. Por eso, lejos de ser motivo de alarma, esa nueva sacudida que espero para este año debería verse como una oportunidad para posicionarse estratégicamente en el mercado.

Perspectivas y activos en los que fijarse en renta fija en 2025

La incorporación de renta fija en las carteras no responde únicamente a una lógica de diversificación frente a la renta variable, sino principalmente a la necesidad de cubrir posibles requerimientos de liquidez de los clientes en el corto y medio plazo. Por ello, es clave contar con instrumentos de renta fija tanto de corta como de media y larga duración. Los años 2023, 2024 y lo que llevamos de 2025 han sido —y están siendo— muy favorables para la renta fija, aunque muchas veces se habla de este activo de forma genérica. Más allá de los índices agregados, conviene mirar fondos concretos bien gestionados, como el Bayn Hall Bonds, productos de ABS como los de Man Group, o vehículos como Dunas Valor Prudente y Dunca Alpha Bonds, que han ofrecido rentabilidades muy destacadas.

La renta fija es un universo amplio y segmentado: desde deuda soberana hasta crédito corporativo, con diferencias sustanciales dentro de cada categoría. En el caso del high yield europeo, que hasta ahora no resultaba atractivo por su baja prima de riesgo frente al grado de inversión, recientemente ha mejorado sus diferenciales y empieza a ofrecer oportunidades selectivas.

En mi caso, he mantenido una exposición significativa a bonos de entidades financieras con grado de inversión, que dieron un 9 % de rentabilidad en 2023 y un 3 % en lo que llevamos de 2025. Sigo viendo potencial, especialmente en renta fija europea, que considero más estable que la estadounidense ante posibles episodios de recesión.

En deuda soberana europea también veo recorrido, incluso tras absorber shocks como el anuncio del fondo europeo de defensa de 800.000 millones. Para perfiles más conservadores, los bonos de interés flotante a corto plazo (vinculados al Euribor) representan una buena alternativa a los fondos monetarios.

Entre los fondos más adecuados para posiciones prudentes destaco Dunas Valor Prudente, La Caixa Renta Dinámica —de enfoque técnico y muy estable—, y Dunca Alpha Bonds, menos sensible a movimientos de tipos.

En resumen, en horizontes de dos a tres años, la renta fija europea, bien seleccionada y diversificada, sigue siendo uno de los activos con mayor potencial de retorno ajustado al riesgo.