Moody´s rebaja sus expectativas, el Presidente de EEUU, Donald Trump , se ofrece como salvador; Desde el Banco Central Europeo Mario  Draghi prevé retirar, en breve, el balón de oxígeno de la compra de bonos y las entidades italianas notan como el Gobierno de Giuseppe Conte le tira cada vez más tejos para que actúen como prestamistas domésticos ( como ya hicieron en 2011-2012). Sin embargo, esta vez la situación es diferente. A todo lo anterior hay que sumar el peligro turco y los bancos italianos saben que les puede costar muy caro tratar de rescatar la deuda del país.

A los inversores extranjeros no les ha gustado nada los planes del Ejecutivo italiano de elevar el gasto público y aliviar el déficit y retiraron la cifra record de  38.273 millones de euros en bonos del gobierno italiano en el mes de junio. Un 13 % más recorte que el mes anterior, tal y como confirmó el Banco de Italia la semana pasada.

Cuando se desarrolló una tendencia similar durante la crisis de la zona euro, los bancos locales respondieron atiborrándose de bonos de alto rendimiento que reforzaron sus ingresos en los próximos años. El ritmo anual de aumento en sus tenencias de bonos nacionales se elevó al 20% frente al 1% de promedio del periodo 2004-2007.

Según el analista de Goldman Sachs  Matteo Crimella, el mercado se preguntan si con la situación actual los bancos pueden volver a actuar igual. Según Crimella "Cualquier renuencia de los bancos nacionales a cumplir ese rol podría llevar a un déficit en la demanda, especialmente si el gobierno persigue una expansión fiscal voluminosa".

Los bancos italianos han incrementado las compras frente a la reciente venta masiva y sus tenencias alcanzaron el máximo anual de 370 mil millones de euros en junio, frente a los 342 mil de abril.

Por su parte, los analistas de Bank of America Merrill Lynch estiman que los bancos italianos tienen espacio para comprar otros 44 mil millones de euros, antes de que los bonos del gobierno italiano en su balance lleguen al máximo de 2015 del 11% de los activos totales.

Sin embargo, cualquier compra aumenta los riesgos para los balances bancarios, donde el daño por la caída de los precios de los bonos de Italia ya es evidente.

La banca italiana ya acusa las pérdidas

Los bancos italianos han fortalecido su capital en los últimos años y están muy por encima de límites marcados por la regulación europea, pero los inversores siempre desconfían de la disminución de los niveles de capital.

UniCredit e Intesa San Paolo perdieron en torno al 30% de su capital principal por culpa de la venta masiva, aunque Intesa pudo compensar el impacto mediante la emisión de nuevos títulos para recompensar a los empleados y mediante la conversión de los mismos.

La casa Jefferies calcula una erosión adicional del capital de 0,15 a 0,20 puntos porcentuales en los dos principales bancos de Italia este trimestre, sobre la base de los niveles actuales de rendimiento de los bonos.

 

 

Según apuntan los analistas de Reuters, Banco BPM sufrió aún más después de que las turbulencias del mercado le hiciesen ver como su capital se reducía en  un  0,84%, lo que complica los planes de eliminación de deuda para el cuarto banco más grande de Italia.

Y es que cualquier disminución en los ratios de capital podría obstaculizar los intentos continuos de lidiar con un legado de préstamos incobrables, que se dispararon después de una dura recesión y se han convertido en el foco de preocupaciones de reguladores e inversores.

El Banco Central Europeo (BCE), que supervisa directamente a los bancos italianos más grandes desde noviembre de 2014, ha hecho que recortar los préstamos morosos sea una prioridad y los bancos necesitan preservar su capital para poder capear el impacto de las ventas a pérdida.

Según explican los analistas de Reuters, las pruebas de resistencia a nivel europeo, que la Autoridad Bancaria Europea está llevando a cabo este año, también pueden aumentar la conciencia de los prestamistas sobre los riesgos soberanos.

La voluntad de los bancos nacionales de absorber los bonos italianos podría ponerse a prueba en los próximos meses a medida que los veredictos de las agencias de calificación se ciernen sobre la deuda de Roma y la intensificación de las tensiones sobre el presupuesto de 2019 podría poner nerviosos a los compradores extranjeros.

En relación a los bonos a diez años, la rentabilidad exigida alcanzó a finales del pasado mes de mayo el 3,388%, relajándose ligeramente a continuación hasta algo por encima del 3% actual, lo que supone un diferencial respecto al ‘bund’ de unos 270 puntos básicos, frente a unos 150 puntos básicos al finalizar el año pasado.

 

 

Así las cosas, los analistas de Bank of America Merry Lynch advierten que la prima de riesgo podría ampliarse hasta 4 puntos porcentuales, o reducirse a 1,7 puntos, antes de fin de año, dependiendo de los próximos movimientos del Gobierno.

Con este escenario, los prestamistas locales tienen muchos riesgos para evaluar antes de continuar con su reciente juerga de compras de la deuda del Gobierno de su país, que con el 132% de su PIB en 2017, es el cuarto Estado más endeudado del mundo por detrás de Japón (220,8%), Grecia (179%) y Portugal (138%).