Esta ‘multa’ se deriva del nivel en el que se encuentran los tipos de interés de la facilidad de depósito. En los tiempos normales, estos tipos marcaban el interés que el BCE pagaba los bancos por el dinero de más que tenían por encima de las reservas mínimas que les exigía la institución monetaria. En los tiempos actuales, estos tipos marcan el interés que el BCE cobra a los bancos su dinero sobrante.
El BCE pretende estimular que los bancos no retengan el dinero y lo canalicen en forma de préstamos a la economía real

Y cobra porque esos tipos están en negativo. Lleva siendo así desde junio de 2014. La entidad presidida por Mario Draghi primero los puso al -0,10%; luego los llevó al -0,20%; posteriormente, al -0,30%; y ya en marzo de este año los redujo al -0,40%, nivel que sigue vigente.
Con esta estrategia, el BCE pretende estimular que los bancos no retengan el dinero y lo canalicen en forma de préstamos a la economía real. Si no lo hacen y se guardan más dinero del exigido en las reservas mínimas, pagarán una ‘multa’ –aunque en el sector financiero se asocia más con un impuesto-, resultante de aplicar el tipo de interés de la facilidad de depósito a su dinero ocioso.
CADA VEZ SOBRA MÁS
El problema es que ese incentivo no está resultando como Draghi pretendía. En junio de 2014, el exceso de liquidez existente en la Eurozona se limitaba a 115.000 millones de euros. Más de dos años después, se acerca al billón de euros, una cantidad sin precedentes y que revela que los bancos siguen sin traducir en crédito buena parte del dinero que el BCE está bombeando con su programa de expansión cuantitativa (QE), por un lado, y con sus operaciones especiales de financiación bancaria a largo plazo (TLTRO II), por otro.
La persistencia de este dinero sobrante es la que está alimentando la factura de los intereses que los bancos están pagando al BCE como consecuencia de los tipos de depósito en negativo. Por ahora, asciende ya a 2.800 millones de euros. De hecho, la ‘multa’ diaria se acerca ya a los 11 millones de euros. Y eso, en un momento en el que la rentabilidad del sector está presionada precisamente por los bajos tipos de interés, por la nueva regulación y por la llegada de nuevos competidores tecnológicos, supone un obstáculo añadido para la banca.
4.000 MILLONES AL AÑO

La cuestión es que esta carga no se detiene aquí, sino que va a seguir creciendo porque las medidas expansivas del BCE siguen en marcha. Por ahora, y al menos hasta marzo de 2017, el BCE continuará dedicando 80.000 millones de euros mensuales a la compra de deuda pública y privada en el mercado al amparo del QE. Y en paralelo seguirá adelante con las operaciones del TLTRO II, con la que suministrará más dinero a los bancos.
Con todo este arsenal, y ante la ausencia de un mayor dinamismo del crecimiento y de una demanda de crédito suficiente, es cuestión de tiempo que el dinero sobrante de los bancos se asiente sobre el billón de euros. En ese supuesto, la cuenta pasaría a ser redonda: un año entero con un exceso así y unos tipos de depósito al -0,4% le costaría al sector 4.000 millones de euros.
Consciente de este impacto, el BCE diseñó las operaciones del TLTRO II con el objetivo de matizarlo. Del mismo modo que ahora cobra a los bancos por su dinero sobrante, en el futuro les premiará, pagándoles un interés equivalente al de la facilidad de depósito, si incrementan su volumen de créditos con el dinero que reciban en esas operaciones de financiación.
Los bancos, sin embargo, no están para esperar tanto. Y ya están buscando el modo de reaccionar a esta situación sin precedentes con el objetivo de contrarrestar este efecto de los tipos negativos. Entre las respuestas de algunas entidades ya figura la de cobrar un interés a las grandes empresas y los clientes institucionales por sus depósitos, del mismo modo que ellos están pagando al BCE.