La autoridad monetaria de la zona euro ha roto cualquier previsión anterior a la crisis sobre los estímulos que podría llevar a cabo para impulsar la inflación y buscar la estabilidad económica de la zona euro. Sin embargo, las políticas fiscales y estructurales no están acompañando a la del BCE. Éste es el mensaje que cada vez más repetidamente y con mayor intensidad está utilizando Draghi, y que ya puso encima de la mesa en las últimas dos reuniones del consejo de gobierno de la institución, en abril y en junio, tras las drásticas medidas expansivas anunciadas el 10 de marzo.
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Esta vez lo ha hecho en su ponencia ante el Foro Económico de Bruselas, en la que ha recordado que el objetivo del BCE es de buscar una tasa de inflación cercana pero por debajo del 2% a medio plazo, y que el ritmo en que esto se consiga con la política monetaria dependerá de ésta y de las condiciones económicas. En este sentido, avisa que hay algunas posibles perturbaciones en la economía que pueden dañar al indicador, como la prolongación de los precios bajos del petróleo.
¿QUÉ HA HECHO EL BCE PARA ESTABILIZAR LA ECONOMÍA?
No obstante, "esto no depende de nosotros", pero "la política monetaria sí puede actuar de manera decisiva para apoyar la demanda, estabilizar las expectativas de inflación y evitar efectos de segunda vuelta en los salarios y en los precios, que es lo que el BCE ha hecho exactamente durante los dos últimos años". "Pero si otras políticas no están alineadas con la monetaria, existe el riesgo de que la inflación regrese hacia el objetivo a un ritmo más lento".
Si otras políticas no están alineadas con la monetaria, existe el riesgo de que la inflación regrese hacia el objetivo a un ritmo más lento
Con esta última advertencia, el banquero italiano ha comenzado a señalar a los gobiernos de la zona euro. En su opinión, hay tres áreas de políticas que son importantes para lograr la estabilidad de las distintas variables económicas. La primera es la monetaria, capaz de "avivar la demanda y la inflación", y para la que importa especialmente la eficiencia del sistema financiero para transmitir los impulsos monetarios a la economía. Un mecanismo de transmisión que en ocasiones no ha sido eficaz, argumenta Draghi, como se vio con el aumento de las primas de riesgo en el pasado por "temores injustificados sobre la supervivencia del euro", y después por el desapalancamiento generalizado de los bancos.
"Hemos compensado esto diseñando medidas para desbloquear la transmisión de los estímulos". señala Draghi, que recuerda además la importancia de que "la política fiscal dirija la demanda agregada hacia la misma dirección y con la misma fuerza que la política monetaria". "La política fiscal fue contractiva durante varios años por la pérdida de la confianza en la deuda soberana en 2010, y el efecto negativo sobre el crecimiento se ha agravado en algunos países por el aumento de impuestos en lugar de reducir gastos". Esto ha dado más trabajo al BCE, argumenta Draghi, ya que "toda la carga de la estabilización macroeconómica ha recaído sobre sus acciones". Sin una política fiscal más favorable, insiste, "el retorno a la producción potencial es más lento".

Draghi se escuda en esto para argumentar la necesidad de otras políticas fiscales diferentes a las actuales, que sean más expansivas. Además, recuerda que el apoyo a la demanda no es sólo cuestión del presupuesto final, sino de su composición, "especialmente de la presión fiscal y la proporción de la inversión pública". Así, "no debemos verla como una herramienta exclusivamente macroeconómica y sólo disponible para los países con finanzas públicas sólidas. También puede servir para mejorar el crecimiento, incluso cuando las finanzas públicas necesiten ser consolidadas".
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ESPAÑA COMO EJEMPLO
Draghi pone como ejemplo a España, y la reforma laboral del año 2012, que "ha sido un factor que ha apoyado el crecimiento del empleo desde entonces"
Por último, el economista italiano reclama reformas estructurales, para "limitar la profundidad y duración de las crisis" y "aumentar las expectativas de inflación". Estas medidas pueden facilitar la transmisión de los efectos positivos de la política monetaria a la economía, y aumentan el crecimiento potencial de las economías, con mayores inversiones. "Esto crea las condiciones para el banco central pueda regresar a la política convencional de tipos de interés a medio plazo".
Draghi explica que algunas de estas reformas necesarias ya se han llevado a cabo en la zona euro durante los años de la crisis, y ahora "pueden verse los beneficios". Así, pone como ejemplo a España, y la reforma laboral del año 2012, que "ha sido un factor que ha apoyado el crecimiento del empleo desde entonces". "Esto debería dar aliento a continuar con el esfuerzo de reformas en otros países, en particular en aquellos en los que el alto desempleo se ha mantenido durante tanto tiempo que es una norma social".
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¿RESPUESTA A ALEMANIA?
Las críticas hacia el BCE y en especial a Mario Draghi no se han frenado, y se mantienen especialmente desde Alemania. El banquero no ha hecho mención explícita, aunque sí ha dicho que "el BCE podrá volver a su política convencional de tipos" cuando aumenten las expectativas de inflación, para lo que se necesitan los estímulos actuales y políticas fiscales y estructurales desde los países miembros de la zona euro.
Un día antes del discurso de Draghi, el banco alemán Deutsche Bank ha criticado la política monetaria acomodaticia del Banco Central Europeo (BCE) al señalar que "amenaza" al proyecto europeo en su conjunto y fomenta "el desarrollo de extremismos y populismos". Así se desprende de un informe publicado este miércoles por Deutsche Bank y que está firmado por el economista jefe de la entidad financiera alemana, David Folkerts-Landau, quien señala que el programa de compra de activos por valor de 80.000 millones de euros mensuales y los tipos negativos "amenazan" la estabilidad de la eurozona en el largo plazo, según Europa Press.
A esto hay que sumar los mensajes habituales del ministro de finanzas germano, Wolfgang Schäuble. A su juicio, "es necesario reconocer" que el BCE aplica una política monetaria común para los 19 Estados miembros que "no es la óptima para Alemania". El ministro también ha señalado que todas las instituciones públicas, incluido el BCE, deben estar abiertas a que sus decisiones sean debatidas públicamente.
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