Es un hecho que los años no perdonan y también que a punto de cumplir los 95 años, Warren Buffet ya lo ha hecho todo en el mundo de las finanzas y de la inversión. Pero su salida de Berkshire Hathaway y la asunción de Greg Abel, su colaborador más cercano durante los últimos 20 años como CEO de su conglomerado financiero, no parece gustar mucho al mercado.
Seguro que le pasa algo parecido a JPMorgan cuando abandone el barco Jamie Dimon, pero lo cierto es que, si atendemos a los números, Berkshire Hathaway (BRK) pierde más de un 14% desde que se anunció su salida mientras el S&P 500 ha recuperado más de un 11% con máximos sobre máximos.
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Además hasta ese momento las acciones de Berkshire Hathaway se había revalorizado por encima del 19%. En tres meses, han perdido un 10,3% y ahora apenas se mueven con ganancias del 1,29%.
Y eso la coloca incluso en el undécimo lugar de los valores que más ponderan en el mercado, con un valor bursátil de la compañía, ligeramente por debajo del billón de dólares.
La última estocada sobre el valor ha venido de la mano de sus resultados que no han gustado al mercado. Se trata de una empresa que, paradójicamente, nunca ha repartido dividendos directos. Pero ahora el mercado le penaliza ante una de las cosas que más valora de cara a los accionistas: la recompra de acciones. Y la pausa anunciada, sin llevarlas a efecto en el primer semestre del año, no ha gustado en Wall Street.
La caída interanual del 4% en sus ganancias operativas vienen de la mano de dos factores: los recortes en la suscripción de seguros y la pérdida de valor de Kraft Heinz de la que BRK tiene un 27%.
Incluso parece que Buffet había reconocido que había pagado más de la cuenta por la compañía, ante la competencia del sector y se había mantenido en libros con precios por encima de su valor de mercado durante algún tiempo. En concreto, la depreciación apuntada en la compañía de salsas alcanza los 3.760 millones de dólares.
Mucho se ha especulado desde julio con la venta de la participación de Berkshire Hathaway, pero finalmente y a pesar de la salida del consejo de dos de sus representantes, no se ha producido.
La empresa de inversión de Buffett, Berkshire Hathaway, compró Heinz allá por el año 2013, en una inversión conjunta con la firma de capital riesgo 3G Capital.
Posteriormente, ambos presentaron una oferta por la empresa cotizada Kraft Foods en 2015, haciéndose con la mitad del fabricante de productos que van desde la desde mayonesa hasta los macarrones con queso, pero esta operación final fue claramente fallida, mientras que su compañero 3G Capital vendió sus acciones.
Otro de los factores que ahora mismo más preocupan a los accionistas es el nivel de liquidez que mantiene el conglomerado empresarial que todavía dirige Buffet. Al cierre semestral, hablamos de 344.000 millones de dólares, muy cerca de su máximo histórico.
En concreto, ha cosechado ventas netas por valor de 4.500 millones de dólares en acciones en los seis primeros meses de 2025, mientras que este último trimestre es el número 11 de ventas consecutivas que se produce.
El mercado sigue considerando que, a largo plazo, la figura de Greg Abel sí ganará tracción en Berskshire Hathaway a ojos de los inversores a largo plazo, pero a pesar del cuidado que ha puesto Warren Buffet en buscar sucesor, de momento, no parece que esté obtenido el beneplácito deseado por Wall Street.
Recordemos que el canadiense Greg Abel lleva 20 años trabajando con Buffet. Se trata de un multimillonario, una figura que sí buscaba el Oráculo de Omaha para evitar que la codicia presidiera sus inversiones. Y también cuenta con un atributo más: el hecho de que su participación en Berkshire Hathaway sea relativamente pequeña, y básicamente alimentada por las compensaciones de acciones como parte de sus retribuciones. Representa el 18% de sus inversiones con un valor de mercado en torno a los 175 millones de dólares.
Aunque no sabemos cómo será su comportamiento respecto a su exposición pública, se espera que siga la tónica reservada que ha mantenido hasta ahora y que además caracteriza a Berkshire Hathaway. Solo indicar que su sede sigue en Omaha, en Nebraska en un edificio que tienen arrendado a Blackstone y en el que ni tan siquiera hay cartel exterior de que la compañía se ubica allí.