Como escuela pública, ¿cómo os representáis ahora mismo y cómo estáis compitiendo con una escuela de negocios privada?
Nosotros solemos decir que es una vuelta a los orígenes. La escuela, que justo este año cumple 70 años, se creó en 1955 con un objetivo muy claro: formar directivos públicos para acometer toda la industrialización de España. Es muy importante señalar que somos una fundación pública adscrita al Ministerio de Industria, por eso decimos lo de volver a los orígenes.
Y sí, por supuesto que queda espacio para nosotros en la actividad de la escuela, que en los últimos 30 años ha formado a 200.000 personas en los diferentes ámbitos de actuación. Quizás la cuestión que más pueda llamar la atención es cómo podemos competir con el resto de escuelas de negocio, y lo hacemos simplemente con la calidad por bandera.
Contamos con un claustro de colaboradores docentes que procede de las principales empresas del país, profesionales de primer nivel a los que tenemos acceso directo. En muchos sentidos somos incluso más ágiles que las propias escuelas de negocio, precisamente por nuestras características.
En la evolución que estamos viendo en el sector, observamos que cada vez más el modelo de escuela de negocio se complementa con el de universidades o institutos. Muchas de ellas ya están ofreciendo formación también en este formato, lo cual es un devenir lógico.
Nosotros, sin embargo, lo tenemos muy claro: nuestra misión es formar a las personas, formar talento. A eso nos dedicamos desde 1955 y lo hacemos pensando en un futuro seguro y sostenible. En ese sentido, son precisamente la industria de este país y las pymes industriales, que son muy importantes, las que nos trasladan sus necesidades formativas. Y nosotros trabajamos para dar respuesta a esas demandas.
¿Cuál es el perfil de alumno que viene a buscar vuestros cursos de posgrado y programas?
Por la propia naturaleza de nuestra actividad, nuestro perfil de alumno puede considerarse universal. En función del área, ya sea de políticas públicas, formación privada o del Centro de Estrategia y Prospectiva Industrial, cada programa atrae a un público distinto.
Abarcamos desde jóvenes titulados con dos o tres años de experiencia, que cursan nuestra formación más tradicional, como el MBA o másteres más académicos, hasta programas ejecutivos dirigidos a profesionales con un perfil diferente.
Es importante destacar que aplicamos una política transversal de promoción del talento femenino. Actualmente hemos alcanzado la paridad: el 50% de nuestros alumnos son mujeres, lo que supone un logro significativo. Hace quince años, cuando comenzamos a hablar de impulsar el talento femenino en las empresas, grandes, medianas y pequeñas, casi nadie creía en ello. Hoy podemos decir que lo hemos conseguido.
Nuestro público es, por tanto, muy variado. Contamos con profesionales con diez o quince años de experiencia que buscan desarrollar su carrera mediante procesos de upskilling o reskilling. También tenemos alumnos que desean reorientar su trayectoria profesional, es decir, reinventarse. Después de más de 70 años de historia, hemos formado a generaciones completas: incluso bisnietos de antiguos alumnos han pasado por nuestras aulas.
Otro de los rasgos distintivos de la escuela es la fidelidad de nuestros estudiantes. Muchos realizan varios programas y forman parte activa de la comunidad alumni. Más allá del precio, esta escuela genera un vínculo tanto emocional como académico. Y eso se debe, en buena medida, a nuestra agilidad para responder a las demandas de las empresas.
Fuimos la primera escuela de negocios en ofrecer formación en hidrógeno renovable. Ya hemos formado a cerca de 300 profesionales que hoy trabajan en las principales compañías del país. Ahora apostamos también por el biometano y la eólica marina, dentro de nuestro compromiso con las energías renovables, uno de nuestros grandes pilares.
En cuanto al público, varía según el programa que cursa. Los tres pilares fundamentales de la escuela, desde el punto de vista académico, son las energías renovables, la sostenibilidad y la digitalización, junto con el management y la gestión empresarial tradicional.
Aplicamos los valores propios de una escuela pública, promoviendo un management humanista y una sostenibilidad entendida de forma transversal. No nos centramos solo en la vertiente medioambiental, sino también en la sostenibilidad financiera y en la de gobernanza, tanto de las instituciones como de las empresas. Nuestro objetivo es ofrecer esa visión integral en todos los programas.
¿Cuántos campus tenéis y tenéis alumnos de otras partes del mundo?
Tenemos dos campus, en Madrid y en Sevilla. No obstante, nuestra labor como agentes públicos nos lleva a desarrollar actividad en todas las comunidades autónomas, a través de distintos programas vinculados al Fondo Social Europeo, iniciativas de coworking y otros proyectos.
En los últimos años hemos llegado a formar a cerca de 25.000 personas anualmente solo en este ámbito. Aun así, nuestras dos sedes principales, Madrid y Sevilla, concentran la mayor parte de la oferta formativa de la escuela.
¿Cómo estáis incorporando la sostenibilidad y la digitalización en vuestros programas?
Fuimos pioneros en este ámbito. La Escuela de Organización Industrial tiene en su ADN ese carácter innovador. En el caso de la digitalización, nuestra apuesta se remonta al año 2000, cuando fuimos la primera escuela en ofrecer una formación de posgrado en esta materia. En aquel momento hablar de digitalización no era habitual, y sin embargo conseguimos posicionarnos a la vanguardia.
Hoy en día, cuando se habla de digitalización, lo primero que viene a la mente es la inteligencia artificial. Es un tema amplio y complejo, porque la propia inteligencia artificial nace con determinados sesgos: está desarrollada en otros idiomas y, en muchos casos, con una visión de género muy limitada, ya que la mayoría de los modelos han sido creados por hombres.
Desde la EOI buscamos aplicar la inteligencia artificial desde una perspectiva humanista y en español, algo especialmente relevante al ser la única escuela de negocios pública de España. Nuestro compromiso es formar a profesionales con una visión ética, orientada al servicio público y a la responsabilidad social.
¿Cómo lo hacemos? A través de microcredenciales y programas cortos, muy enfocados. Hoy tanto las empresas como los propios alumnos demandan formación directa, right to the point. No se trata de entrar en debates excesivamente teóricos, sino de ofrecer conocimiento práctico: cómo funciona la inteligencia artificial generativa, cuáles son sus riesgos y cómo puede utilizarse correctamente, siempre en consonancia con la legislación española y europea.
En una escuela de negocios el networking y las salidas profesionales son aspectos fundamentales. ¿Contáis con departamentos específicos para ello? ¿Cómo trabajáis las relaciones que mejoran la empleabilidad de quienes se forman con vosotros?
Me alegra que hagas esa pregunta porque, de hecho, os podemos dar una exclusiva. Contamos con el Club EOI, una asociación de antiguos alumnos fundada en 1975 que reúne a una comunidad muy activa. Aunque el club es una entidad privada de exalumnos, nuestro próximo proyecto es la creación de un departamento alumni dentro de la propia escuela.
¿Por qué ahora? Porque en los últimos 30 años han pasado por nuestras aulas más de 200.000 personas, entre ellas muchos de los principales directivos del sector energético de este país. Tradicionalmente se nos ha conocido como la escuela de los ingenieros, y hoy, en ese proceso tan comentado de pasar de ingeniero a consejero, buena parte de los profesionales que acceden a consejos de administración se han formado aquí.
Queremos consolidar esa comunidad alumni dentro de la EOI para fidelizar y, sobre todo, para que la experiencia formativa no termine al finalizar un programa. Queremos que los alumnos mantengan ese vínculo con la escuela a lo largo del tiempo, no solo desde el sentido de pertenencia, que ya existe, sino también desde la integración activa en nuestra estructura y actividades.
Ahora pondremos en marcha un departamento específico dentro de la escuela dedicado a fortalecer la relación con nuestros antiguos alumnos, impulsar el networking y generar nuevas oportunidades de desarrollo profesional.
Disponéis también de una serie de programas dirigidos al mundo emprendedor, algo tan necesario hoy en día. No solo en la escuela, sino también en otras provincias y comunidades donde tenéis presencia. ¿En qué consisten estos programas y cómo habéis llegado a plantearlos? ¿Es difícil desarrollar iniciativas para emprendedores?
En realidad, ha sido el propio devenir económico del país el que nos ha llevado a ello. A menudo se dice que España no es un país emprendedor, pero los datos demuestran lo contrario: la gente sí emprende, y mucho. Nuestra misión es que, además de emprender, lo hagan bien. Por eso desarrollamos una amplia gama de programas, en su mayoría financiados con fondos del Fondo Social Europeo, destinados a enseñar a las personas a emprender con éxito.
Contamos con iniciativas realmente inspiradoras. Por ejemplo, tenemos espacios de coworking musical en los que ayudamos a pequeñas bandas y artistas a profesionalizar su carrera y a desenvolverse en el mercado. Les enseñamos desde habilidades básicas, como hablar en inglés o negociar, hasta aspectos más técnicos, como la gestión de sus derechos de propiedad intelectual. Todo aquello que un emprendedor necesita para dar el salto con una base fuerte.
Aunque ese programa de coworking musical es quizá el más llamativo, no es el único. Existen muchas empresas de gran relevancia en España que nacieron precisamente en la Escuela de Organización Industrial, gracias a este tipo de programas de apoyo al emprendimiento.
En cuanto a nuestra implantación territorial, tenemos espacios de coworking en todas las comunidades autónomas. En circunstancias normales formamos cada año a cerca de 10.000 personas, de las cuales unas 3.000 participan en programas centrados en el desarrollo de habilidades emprendedoras. Más que enseñar a “emprender” en el sentido clásico, ayudamos a las personas a convertir sus ideas y sueños en proyectos viables, acompañándolas durante todo el proceso.
Además, contamos con una metodología propia de emprendimiento, que complementa la labor de otras entidades del ecosistema. En este sentido, trabajamos muy estrechamente con ENISA, nuestra organización hermana, muy conocida en el mundo emprendedor.
Conviene recordar que el Ministerio de Industria y Turismo es también el Ministerio de la Pequeña y Mediana Empresa, y ahí tanto ENISA como nosotros desempeñamos un papel clave: ofrecer instrumentos ágiles y accesibles que faciliten el desarrollo empresarial. Es una labor muy gratificante, porque nos permite ver cómo proyectos que empezaron aquí, con una idea inicial, se convierten en empresas consolidadas. Y eso, sin duda, es lo más bonito de este trabajo.
Dentro del ecosistema emprendedor están las startups. Todo el mundo habla de ellas: son empresas que crecen rápido, aunque luego no siempre logran consolidarse. ¿Ofrecéis formación o apoyo específico para este tipo de compañías que quieren escalar?
Sí, ofrecemos tanto formación como programas específicos. Uno de los más destacados es Activa Startup, un proyecto diseñado para conectar pymes y startups mediante retos tecnológicos reales.
El funcionamiento es sencillo: una pyme plantea un reto tecnológico que no puede resolver por sí misma, y nosotros lanzamos esa necesidad al ecosistema startup para que sean estas empresas las que aporten la solución. Nuestra labor consiste en asegurar que los derechos de propiedad intelectual y el desarrollo tecnológico permanezcan en la startup, porque la única forma de que una startup crezca, por definición, es que tenga negocio propio.
Nosotros ponemos en contacto a la pyme con la startup y, en el programa que estamos finalizando ahora, damos ayudas de hasta 40.000 euros a las pymes para que contraten a una startup, siempre que no sean capaces de resolver ese reto tecnológico por su cuenta y necesiten recurrir a una. Puede parecer poco, pero para una startup una ayuda de hasta 40.000 euros puede suponer la diferencia entre seguir adelante o quedarse en el camino.
También realizamos una labor de formación, educación y, si me apuras, incluso de evangelización, para explicar en qué consiste un reto tecnológico que una pyme no puede superar por sí sola. Por otra parte, lo que hacemos es inyectar, a través de la solución de la startup, financiación y apoyo para que pueda progresar.
Y somos muy claros: hay que preservar a la startup. De lo contrario, corremos el riesgo de que acabe convirtiéndose en una parte más del funcionamiento de la pyme, y ese no es el objetivo. Lo que buscamos es que la startup contrate esa solución puntual con la pyme, pero que, gracias a esa experiencia, pueda después ofrecer más soluciones y seguir creciendo.
¿Cómo llegan estas startups?
Son convocatorias públicas tanto para la pyme como para las startups.
¿La formación in company también la trabajáis dentro del mundo industrial o habéis avanzado más allá?
Nuestro público es muy amplio, así que también impartimos formación tanto a pymes como a grandes empresas. Uno de nuestros principales valores es precisamente ser un punto de encuentro, un auténtico meeting point, entre pymes, empresas, industria y administración. Somos ese vínculo entre unos y otros.
Se habla mucho de colaboración público-privada, y este es un ejemplo real de ello. A menudo nos llegan empresas que nos dicen: “tenemos un problema”. Y no hablamos de cuestiones menores: cuando un país pierde inversiones o negocios por falta de capital humano cualificado, es un problema grave.
Por ejemplo, en el ámbito del hidrógeno renovable, se calculaba que España necesitaba formar a unas 200.000 personas. Son las propias empresas, grandes y pequeñas, las que nos trasladan estas necesidades de formación, y nosotros, por nuestras características, podemos crear programas ágiles, específicos y de calidad que respondan a esa demanda.
No somos los únicos que ofrecemos este tipo de servicios, hay otras escuelas de negocios que también lo hacen. Pero nuestra ventaja es que formamos en los sectores que el propio Ministerio de Industria considera estratégicos para el país, y lo hacemos con una orientación pública y de servicio.
Podría mencionar grandes compañías que han trabajado con nosotros, como Moeve o Iberdrola, en el ámbito energético, pero también colaboramos con empresas de otros sectores industriales e incluso con medios de comunicación. Todo ello se articula a través de nuestro Centro de Estrategia y Prospectiva Industrial, uno de los tres pilares de la escuela. Este centro actúa como un think tank que analiza cómo será la industria del futuro y qué perfiles profesionales necesitará España dentro de diez años.
A partir de esas conclusiones, diseñamos programas formativos adaptados a las necesidades reales del tejido industrial. Es una forma de cerrar el círculo: somos una escuela de negocios con tres vertientes muy claras: la académica y formativa, la de servicio a la industria y a las pymes, y la de generación de conocimiento a través del think tank. En ese sentido, sí podemos decir que somos la única escuela de negocios en España que cumple plenamente con esos tres pilares.
Es otro de nuestros grandes retos y lo estamos impulsando con fuerza. De hecho, el próximo día 27 tenemos previsto un encuentro en el que presentaremos parte del trabajo que estamos desarrollando.
La defensa se ha convertido en una de las grandes áreas de desarrollo industrial y tecnológico. ¿Cómo está contribuyendo la EOI a formar profesionales y pymes capaces de integrarse en este sector?
Es otro de los grandes ámbitos en los que estamos avanzando, con un programa ejecutivo pionero en industrias de la defensa. Es cierto que, igual que ocurrió en su momento con el hidrógeno renovable, ahora parece que el sector de defensa va a resolverlo todo. Pero hay que hacerlo con cabeza.
Las grandes empresas del sector ya están consolidadas; el reto está en formar a las pymes y, sobre todo, explicarles cómo pueden acceder a los contratos de defensa, que funcionan de manera muy distinta al sector privado y están altamente regulados.
En noviembre celebraremos la segunda edición del Programa Ejecutivo en Industrias de la Defensa, abierto a profesionales tanto del sector público como privado. Actualmente es el único programa de estas características en España. Nuestro objetivo es formar a las pymes y a los profesionales interesados en este ámbito, que ofrece enormes oportunidades tanto desde el punto de vista presupuestario como industrial.
Muchas empresas no son conscientes de que tienen tecnologías duales, es decir, desarrollos que pueden aplicarse también al ámbito de la defensa. Parte de nuestra labor, igual que ocurre con la innovación abierta, es “evangelizar” y explicarles que su tecnología puede tener un uso en este sector.
España cuenta con un tejido industrial, empresarial y de startups muy potente, y ahí está la gran oportunidad: escalar y convertir ese potencial en una verdadera autonomía estratégica. Lo contrario sería ver cómo nuestras empresas acaban trabajando para otros países, algo que sería un error.
Si realmente queremos garantizar esa autonomía estratégica, primero debemos creérnoslo y ser conscientes del potencial tecnológico que ya tenemos. Como solemos decir, a veces uno pierde el tren no porque llegue tarde, sino porque ni siquiera sabía que existía. Estamos justo en ese punto: ayudando a las empresas españolas a descubrir que ya tienen el tren delante y que pueden subirse a él.
Y para terminar, ¿cómo imaginas la EOI dentro de cinco años?
Nosotros trabajamos en prospectiva, así que solemos mirar más a diez años vista que a cinco. Pero si pienso en la EOI dentro de cinco años, la veo como una escuela de negocios muy especializada, orientada al 100% a dar respuesta a las necesidades de la industria española.
Sabemos que nuestra formación ha evolucionado mucho desde los orígenes y seguirá haciéndolo. Creemos firmemente en la formación especializada, dirigida a un público que quizá no es el habitual de las escuelas de negocios tradicionales. Queremos abrir el universo EOI a cualquier trabajador o profesional que desee cursar un posgrado.
La EOI del futuro debe abrazar la universalidad como su principal valor. Toda persona que quiera desarrollarse profesionalmente debe poder acceder a una formación de calidad a precios asequibles. No necesariamente públicos, pero sí razonables, que permitan estudiar sin necesidad de endeudarse. Ese es nuestro compromiso: formación de excelencia, accesible y al servicio de todos los profesionales.
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