Se trata de un nuevo estrato dentro de la riqueza; hablan en la firma de esos hogares cuyos activos financieros se mueven en la horquilla de los 100.0000 y los 2 millones de dólares.

Se trata de un segmento que en los últimos cinco años ha crecido mucho y que puede aumentar exponencialmente en los próximos ejercicios, según este informe. “Se trata de un segmento de población constituida por profesionales, ejecutivos y emprendedores que desafían cualquier estereotipo”, aseguran. Por eso llamarlos “nuevos ricos” en español –que sería la traducción más literal no resulta aplicable.




Cabría señalar que este tipo de familias está creciendo, sobre todo, en países emergentes. En zonas donde la sociedad está más asentada y los niveles de renta no varían tanto como Europa y EEUU, estos NWB no crecen con tanta euforia. Es la India el país en el que nacen anualmente un mayor número de esta clase de nuevos inversores pudientes que no pueden ser, de todos modos, considerados multimillonarios.

En total, en la actualidad se habla de 267 millones de hogares con un patrimonio conjunto de 88 trillones –billones europeos- de dólares. Esa cifra podría aumentar en 2020 hasta 136 millones y casi 150 trillones.



Estos nuevos ricos son muy diferentes a las clases pudientes anteriores. Se trata de personas hechas a sí mismas, que valoran mucho su profesión y, además, comparten toda una serie de valores en cualquier geografía del mundo.
El 77% de los NWB han ganado su dinero en los últimos 10 años y sólo un 3% admiten que se trata de patrimonio heredado. Por eso sus pautas de inversión también son diferentes.

Según este estudio a pocos de ellos les gusta que los consideren ricos. Un 83% no consideran que lo sean. La mayor parte de ellos creen que los millonarios deben tener al menos 1 millón, o 2 de dólares para invertir.

Entre sus prioridades se encuentra la educación, el conocimiento y el valor del trabajo duro. Entre ellos suelen valorar mucho la independencia, la motivación intrínseca y la responsabilidad social.



Se trata, en muchos casos, de ciudadanos globales. Un tercio de ellos envían a sus hijos a estudiar al extranjero, la mitad de ellos viaja por placer más de dos veces al año y un 25% tienen cuentas en un par de países diferentes.

Entre ellos es importante ofrecer a la sociedad parte de lo que han ganado y por eso un 97% suele trabajar en proyectos sociales como ONG.

Su forma de invertir también es diferente, aunque suelen decidir por ellos mismos donde ponen su dinero, alrededor de la mitad busca asesoramiento técnico o fiscal.

Por lo general suelen elegir renta variable de sus países, seguidos de fondos de inversión o bonos soberanos. Para ellos es cada vez más importante la inversión con carácter ético.

Pero además, suelen dedicar parte de su dinero a arte, joyería u otro tipo de activos no financieros. Sin embargo, según este estudio sólo un 15% de ellos tiene entre sus prioridades aumentar su riqueza.


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