2025 ha sido el año de los máximos históricos, en activos que ya nos tenían acostumbrados - como la renta variable americana o el oro  - y en otros que han tardado décadas, como el Ibex 35.  Los mercados encaran 2026 con muchas dudas - muchas de las cuales ya se han empezado a cotizar este año, como las que giran en torno a la sostenibilidad de las valoraciones de la IA - y riesgo de caídas. Y es que, siempre va a haber caídas en los mercados.  Uno de los índice con mayor rentabilidad del siglo pasado, el S&P 500,  sufre caídas de más del 30% cada 10 años (en promedio). Desde 1928, eso ha sucedido en un 10% de los casos. No es mucho, pero un -30% sí lo considero palabras mayores.

El mercado cae a menudo… pero sube aún más a menudo. Más del 75% de los años termina en números verdes. “Como he contado en alguna ocasión, recuerdo de forma muy nítida las caídas del -34% durante el Covid. Por supuesto, muchos inversores salieron corriendo, y el año terminó en más de un el año terminó en un +18,4% y el año siguiente hizo un +28,7%. Para tirarse de los pelos, sí”, reconoce Carlos Arenas, director de fondos de Ei en ¿Por qué no deberías temer a las caídas del mercado?.

Quienes marcan el ritmo de la “movida” no son los resultados empresariales, ni siquiera las tensiones geopolíticas. Estos son elementos que impactan, claro, pero serían como la velocidad y calidad a la que fluyen las copas, por ejemplo. Pero realmente, lo que de verdad afecta más, es la liquidez. Y la liquidez viene medida, resumiendo mucho, con la M2. La M2 es una medida de la cantidad de dinero en circulación (aunque incluye depósitos a la vista y depósitos a plazo en cuentas de ahorro). Y cuando la banca central amplía la M2, están metiendo en el sistema, literalmente (como se dice mucho ahora), más dinero. Y ese dinero tiene que ir a parar a algún sitio… Ver: Cuando hay liquidez, los mercados tiran.


Lo que se perfila para 2026 es una «nueva brecha de ritmo» en la economía mundial. Mientras Estados Unidos sigue lidiando con las presiones políticas, la inflación persistente y los riesgos del mercado derivados de una concentración excesiva en un puñado de acciones, otras regiones están mostrando una resistencia inesperada. Europa, China e India, en particular, están emergiendo como centros de crecimiento alternativos, impulsados no solo por valoraciones más atractivas, sino también por un claro impulso político y tendencias estructurales favorables.

El año 2026 promete ser un año que obligará a los inversores a reevaluar los patrones establecidos. El orden mundial se está fragmentando; sin embargo, al mismo tiempo están surgiendo nuevas vías. Los inversores que se tomen en serio la diversificación adopten una perspectiva geográfica más amplia e identifiquen las tendencias tecnológicas y estructurales descubrirán un sinfín de oportunidades, a pesar de la incertidumbre. Te interesa: 2026: Un mundo a dos velocidades. 

Y esto podría favorecer al oro. Este año hemos tenido un nuevo catalizador clave para el oro: la demanda de inversión. Tras tres años de salidas en los ETF de oro —algo lógico en un entorno de tipos de interés elevados en EE. UU. y a escala global—, por fin volvimos a ver entradas, y además entradas muy significativas. Esto se ha debido a varios factores que han marcado el año: dudas sobre la Reserva Federal y su independencia, temores sobre el crecimiento global y la posibilidad de una burbuja bursátil vinculada a la IA, además del inicio del ciclo de recortes de tasas por parte de la Fed. Todo ello impulsó con fuerza la demanda de refugio y, en consecuencia, los flujos hacia los ETF, que fueron el principal motor del alza del oro. A esto se suma la sólida compra de oro por parte de los bancos centrales, que ya fue un catalizador importante en 2023 y 2024 y que ayuda a mantener un suelo para el precio.

De cara al futuro, creemos que las preocupaciones de este año tendrían que materializarse en eventos reales para que el oro siga subiendo: por ejemplo, una corrección efectiva en las bolsas o una desaceleración global visible, será un empuje para el oro. Nuestro escenario es que el oro se estabilice durante un tiempo y que, desde estos niveles, pueda volver a avanzar con relativa facilidad. Ver: Máximos para el oro y mínimos para el petróleo Brent en 2026: "4.700 dólares vs 50 dólares".

En cuanto a las dudas que están pesando sobre las compañías tecnológicas, aún estamos en una fase temprana-media de adopción de la IA. La construcción de infraestructuras —especialmente en chips, centros de datos y redes— sigue dominando la inversión a corto plazo, a medida que crece la demanda de capacidad de cálculo. El software, aunque va por detrás, tiene un gran potencial de recuperación conforme las empresas pasen de la experimentación al despliegue masivo, desbloqueando ingresos a través de la automatización, el análisis de datos y aplicaciones nativas de IA. No te pierdas: La gran rotación silenciosa en las carteras de IA: este fondo apuesta por China y sorprende al mercado.

A lo largo de las próximas décadas las tecnologías de inteligencia artificial van a ir integrándose en la mayoría de los productos de software y hardware, y también que utilizaremos todo tipo de robots en nuestra vida cotidiana. El camino será muy irregular, y aunque es cierto que nos enfrentaremos a fases alternas de euforia y decepción, confío en que los sistemas inteligentes acaben siendo omnipresentes en toda nuestra economía, dice Mark Casey - Gestor - Capital Group en Inversión en tendencias imparables. 

En este entorno, a medida que se deprecia el dólar, "nos estamos fijando en otras monedas en busca de exposición defensiva, como el euro y el yen. También nos parecen más prometedoras la deuda y las acciones emergentes y en este sentido, esperamos que Asia salga beneficiada el próximo año a medida que los inversores sigan diversificando y alejándose de los activos denominados en dólares", dice Pilar García - Germán, Directora Asociada de Ventas de Fidelity.  Ver: Perspectivas Fidelity 2026: menos dólar, más Asia y diversificación obligatoria

Y en cuanto a la exposición a Asia, “dentro de la región, Corea del Sur continúa siendo el mercado donde detectamos el mayor potencial; de hecho, mantenemos una posición especialmente significativa desde hace aproximadamente año y medio. Además, vemos atractivo en sectores que el mercado ha castigado en exceso; un ejemplo evidente es el sector del automóvil, prácticamente abandonado por muchos inversores y que, en nuestra opinión, concentra un valor muy relevante. En cambio, evitamos la exposición a Estados Unidos, especialmente al sector tecnológico y a las grandes multinacionales americanas que cotizan con múltiplos muy elevados. Este tipo de compañías no encaja con nuestra filosofía de comprar barato”. Ver: El fondo que compra barato negocios de calidad… y consigue un 17% de rentabilidad.