Por regla general se considera small caps aquellas cotizadas y cuya capitalización de mercado se sitúa entre los 300 millones y los 1.000 o 2.000 millones de euros dependiendo también del tamaño del mercado. Suelen ser empresas con potenciales de crecimiento y rendimientos atractivos, debido a que en su mayoría están en etapas iniciales o tempranas de desarrollo, aunque dotadas de elevada volatilidad y de menor liquidez. Eso se traduce también en que son empresas con un riesgo más elevado, por lo que los inversores más conservadores quizás deban optar por mantenerse al margen.

Pero para aquellos con más apetito por las emociones, lo cierto es que 2025 no está yendo mal, al menos en el mercado española, y lo que queda de ejercicio y el próximo 2026 “podría ser un período interesante para plantearse la inversión en small caps”. Así lo considera el analista independiente José Ramón Sánchez Galán, que explica que son compañías con “potencial de crecimiento, infravaloradas según el Análisis Fundamental, que ofrecen una elevada ventaja de diversificación ya que se encuentran en diferentes sectores”. Además, ofrecen la “posibilidad de elevadas rentabilidades bursátiles frente a sus hermanas mayores (las ‘large caps’), ya que muestran mayores recorridos según el análisis Técnico”, mientras que “el entorno macroeconómico se está mostrando comparativamente más favorable que hace un año, con previsiones optimistas”. 

“Es buen momento” para invertir en small caps, abunda David Cabeza, gestor del Renta 4 Small Caps Global, que pone énfasis en las “atractivas valoraciones”, ya que “cotizan con descuento frente a múltiplos históricos y frente a empresas de gran capitalización”, así como en la “mejora de momento de resultados y  liquidez”. El experto de Renta 4, destaca que estas pequeñas empresas “se deberían beneficiar de políticas monetarias y fiscales, bajos precios de la energía, mejora de PMIs, y superciclo de la inversión”.

Ahondando en la senda de recortes de tipos tanto del BCE como de la Fed estadounidense, Cabeza explica que “afectan positivamente a las acciones de pequeña capitalización debido a la estructura de su balance, la mejora en sus costes de financiación (con mayor exposición a deuda con tipo de interés flotante) y a la mejora general de la liquidez, en un entorno monetario que impulsa la búsqueda de activos de riesgo”.

“Una disminución de los tipos de interés es favorable debido a que el potencial de crecimiento es mayor toda vez que los costes de financiación se reducen”, señala Sánchez Galán, que matiza que “es importante considerar que las decisiones sobre tipos se han de mantener a largo plazo, ya que estas empresas son muy sensibles ante variaciones de tipos en el corto plazo”. Así pues, dado el elevado grado de endeudamiento de algunas de ellas, la posibilidad de aligerar el coste de créditos, préstamos (en definitiva, deuda), alivia las presiones de las cargas a asumir por las empresas los que les posibilita llegar a mejores objetivos de crecimiento y beneficios lo cual redunda positivamente en los inversores”. 

Asimismo, “estas empresas están muy ligadas al ciclo económico, con lo cual, una bajada de tipos que busca estimular la economía y la demanda, es una situación ideal para ampliar mercados o resultados, incentivando la inversión en el mercado, aumentando sus perspectivas alcistas bursátiles y, por extensión, incrementando sus valoraciones para un mayor atractivo hacia la posibilidad de nuevos inversores”.

Los aranceles, un riesgo añadido

Un factor a tener en cuenta, no obstante, son los aranceles tras la agresiva política comercial de EEUU desde el desembarco de Donald Trump a la Casa Blanca. 

Un arancel, en síntesis, es un incremento de costes de mercado”, recuerda Sánchez Galán. En consecuencia, “un aumento de aranceles no resulta favorable a las small caps tanto exportadoras como importadoras por la razón de que implican un aumento de gravamen para ambas”. En cuanto a las exportadoras, “repercuten en la posibilidad de trasladar a sus consumidores el coste de los aranceles puesto que su capacidad de negociación en el mercado es escasa”. Mientras, en las importadoras, a pesar de que un arancel sobre la entrada de bienes en un país trata de favorecer su mercado, en la práctica “aquellas small caps que dependen en gran medida de la adquisición de elementos para su producción, podrían ver como sus costes se elevan y, por tanto, surge la posibilidad de que pudiera afectar negativamente a su producción final”.

“Es un tema complejo”, reconoce Cabeza. Aunque el consenso general sugiere que “su naturaleza más doméstica las convierte en una clase de activo más blindada frente a la tendencia de desglobalización y las disrupciones arancelarias en comparación con las grandes capitalizaciones”, lo cierto es que “muchas small caps con cadenas de suministro o mercados finales específicos se ven afectadas negativamente por los aranceles”. En el caso de small caps con negocios globales, “el hecho de tener fábricas / instalaciones de producción locales, y tener elevado poder de fijación de precios, ayudan a mitigar el impacto arancelario”, explica el gestor de Renta 4, que pone de ejemplo a la española Viscofan o a la italiana Interpump. “Se requiere por tanto una selección cuidadosa de acciones para evitar aquellas empresas, incluso si son small caps, que tienen cadenas de suministro globalizadas o una alta exposición a aranceles específicos en su estructura de costes o ingresos”.

Si se unen los aranceles con los recortes de tipos antes mencionados, “en 2025 y para 2026, el entorno en conjunto es complicado”, añade Sánchez Galán. “Todo ello se traduce en un ambiente de elevada incertidumbre lo que conlleva a un incremento de volatilidad y, por ende, de riesgo añadido para los inversores”. No obstante, “las previsiones de un crecimiento global de la economía podría ser el catalizador determinante para entrar en el mercado de las small caps”. 

Las apuestas de los expertos

Dicho esto, ¿qué empresas suponen una oportunidad de inversión?. Cabeza explica que en el Renta 4 Small Caps Global, “tenemos en cartera Viscofan, Laboratorios Rovi, Vidrala, Fluidra o MERLIN Properties”, dentro de lo que es la Bolsa española. En Benelux las apuestas son Fagron (salud),  Corbion (ingredientes) ,Theon (defensa) o Inpost (logística). En Alemania, Fielmann (ópticas), Kontron (IT) o Kion (intralogística). En Reino Unido, Rentonkil (control de plagas), JD Sports (distribución de artículos deportivos), Hikma (Pharma) o Convatec (medtech). Y en EEUU, Elf Beauty (cosmética), Cooper (salud del consumidor), Tenable u Okta (ciberseguridad).

En general, en el fondo “favorecemos sectores salud, tecnología, consumo e industriales, sectores que históricamente han mostrado un mejor comportamiento frente al mercado, y donde encontramos compañías de calidad y crecimiento”. Por el contrario, “estamos infraponderados en bancos o utilities”.

En cuanto a Sánchez Galán, añade a la lista entre sus apuestas a Elecnor, “dado que se encuentra en el sector de renovables con elevadas posibilidades de crecimiento”. También le gusta Metrovacesa, ya que las dificultades del mercado inmobiliario español están llevando a los precios a niveles históricamente elevados, y CIE Automotive, porque “el sector del automóvil se está diversificando cada vez más, modernizando los vehículos e incorporando los híbridos y eléctricos con potenciales de desarrollo”. También cita a Renta 4.

En otros mercados, destacarían los ya mencionados Tenable y Okta, dos empresas de ciberseguridad estadounidenses, “sector muy en auge en la actualidad”; Sartorius Stedim Biotech, empresa francesa en un sector que está empezando a cobrar protagonismo en el país como es el  sector salud; y GigaCloud, una empresa de bienes de hogar bienes para el hogar y e-commerce mediante B2B (para otras empresas que los comercializan). No obstante, esta última cuenta “con cierto riesgo actualmente, dado sus nexos con China”.

En cuanto a los sectores, Sánchez Galán aconseja apostar por aquellos que “ofrezcan características innovadoras y posibilidades de adaptación y resiliencia ante situaciones cambiantes del entorno”. Entre los que menciona estarían las fintech, los servicios de inversión, la defensa y ciberseguridad, la tecnología, la salud y biotecnología, las energías renovables y el consumo. Por el contrario, llama a evitar las utilities, que “dependen en gran medida de contratos públicos y de las circunstancias cíclicas del entorno”, y los sectores industriales. 

¿Qué papel deben jugar en la cartera?

Las small caps ofrecen a los inversores “altas posibilidades de rentabilidad ante empresas con potenciales de crecimiento muy positivas, dado que se encuentran en mercados de expansión”, así como “una diversificación adecuada a las necesidades del inversor o alternativas de inversión eficientes a través de productos financieros como Fondos de Inversión o ETFS”, cree Sánchez Galán. Sin embargo, hay que tener en cuenta que “están sujetas a mayor volatilidad y riesgo que las large caps, ya que son muy receptivas ante entornos muy adversos”. “Debe ser necesario un estudio del perfil del inversor ya que no suelen entrar en cartera para perfiles bajos o conservadores”. 

En caso contrario, el asesoramiento y seguimiento son imprescindibles si se opta por incorporarlas a la cartera”. En cuanto al plazo u horizonte de inversión, “no ha de ser especulativo debido a su escasa liquidez sino más bien orientado al largo plazo ya que algunas de ellas podría no repartir dividendos llegado el caso”.

En general, el papel de las small caps en la cartera de un inversor “debería ser de potencial generador de Alpha, así como proporcionar exposición a fuentes de crecimiento e ineficiencias de mercado que son menos accesibles en las acciones de gran capitalización”, cree Cabeza. Son un tipo de activo con un componente estructural que “ofrece una proposición interesante en términos de crecimiento, valoración y riesgo ajustado a largo plazo”. 

Por último, el gestor de Renta 4 destaca que se benefician de una mayor actividad de M&A frente a las grandes compañías (más del 95% de todas las operaciones de M&A son de compra de “small y mid caps”, con una prima promedio del 35%).

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