Este escenario se produce en un contexto marcado por nuevas decisiones políticas desde Estados Unidos hacia Venezuela. La combinación de sanciones, restricciones logísticas y dependencia técnica plantea un riesgo real para la continuidad del suministro y para la capacidad del país sudamericano de sostener su producción.
Un insumo clave para el crudo pesado venezolano
Venezuela cuenta con una de las mayores reservas de petróleo del mundo, pero gran parte de su producción corresponde a crudo extra pesado. Para que este petróleo pueda transportarse y comercializarse en los mercados internacionales, es imprescindible mezclarlo con diluyentes como la nafta, que permiten reducir su viscosidad y facilitar su flujo.
En los últimos meses, las importaciones de nafta rusa hacia Venezuela han aumentado de forma notable.
Según datos recogidos por Reuters, el país sudamericano recurrió a Rusia después de que se interrumpieran los envíos procedentes de otras regiones, lo que dejó a la estatal PDVSA con opciones muy limitadas para mantener sus exportaciones.
Esta dependencia ha convertido a la nafta rusa en un elemento estratégico para la industria petrolera venezolana.
Sanciones y bloqueo a los petroleros
El equilibrio alcanzado comenzó a resquebrajarse tras el anuncio del presidente estadounidense Donald Trump de reforzar el bloqueo a los petroleros sancionados que se dirigen a Venezuela o salen de sus puertos.
Esta decisión afecta de lleno a la logística del suministro ruso, ya que gran parte de la nafta se transporta en buques cuyos propietarios u operadores figuran en listas de sanciones internacionales.
De acuerdo con comerciantes citados por Reuters, esta situación convierte a los cargamentos en objetivos directos del bloqueo, elevando el riesgo de incautaciones, desvíos forzosos o cancelaciones de contratos. La incertidumbre no solo afecta a Venezuela, sino también a los intermediarios y a los mercados que siguen de cerca la evolución del suministro.
Cargamentos desviados y señales de alarma
Las primeras consecuencias ya empiezan a ser visibles. Según datos de LSEG, al menos un petrolero cargado con unas 32.000 toneladas métricas de nafta rusa que se dirigía a Venezuela cambió de rumbo a finales de la semana pasada y ahora navega hacia Europa con la carga intacta.
Este movimiento ha sido interpretado por analistas como una señal clara del impacto inmediato de las nuevas restricciones.
Los comerciantes consultados por la agencia señalan que otros envíos podrían seguir el mismo camino si el bloqueo se intensifica.
Todo ello, pone en riesgo la capacidad de Venezuela para diluir su crudo pesado y cumplir con sus compromisos de exportación, en un momento en el que el país depende de esos ingresos para sostener su economía.
Impacto potencial en la producción y el mercado
Las consecuencias de una interrupción prolongada podrían ser severas. En el peor de los casos, y según estimaciones, Venezuela podría llegar a perder hasta 500.000 barriles diarios de producción si se combinan restricciones adicionales y una escasez prolongada de diluyentes. Esta cifra representa una parte sustancial de su capacidad actual.
El riesgo de una menor oferta venezolana ya se ha reflejado en los mercados. Tras el anuncio del bloqueo, los precios internacionales del petróleo registraron un aumento superior al 2% en las primeras horas de la jornada, impulsados por la preocupación sobre la disponibilidad futura de crudo.
Exportaciones bajo presión y foco en China
Los datos más recientes muestran que Venezuela exportó alrededor de 600.000 barriles diarios de petróleo el mes pasado.
Así lo indicaron los estrategas de materias primas de ING, Warren Patterson y Ewa Manthey, en una nota citada por Reuters. Ambos analistas subrayaron que estos volúmenes podrían reducirse a corto plazo como consecuencia directa de las últimas novedades.
Según su análisis, la mayor parte del crudo venezolano tiene como destino China, lo que añade una dimensión adicional al problema. Una caída en las exportaciones no solo afectaría a los ingresos de Caracas, sino también a los flujos energéticos hacia Asia, en un momento de alta sensibilidad para los mercados globales.