En la bolsa como en la vida nuestros errores forman parte del aprendizaje que nos lleva a ser mejores. Las adversidades moldean nuestro ser más profundo a su antojo y cuando quieres darte cuenta lo que queda es el resultado de mucho esfuerzo por salir adelante. ¡Hay que salir adelante! Gustave Le Bon mantenía que “cuando el error se hace colectivo adquiere la fuerza de una verdad”, aunque yo siempre he creído más en Gandhi cuando decía aquello de “un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.”


Considero que nos encontramos en un momento de mercado absolutamente determinante, hace semanas que lo mantengo
. Sigo observando el mercado con detenimiento y cierta ejecución, no les voy a engañar, pero aún así me mantengo reflexiva sobre el comportamiento de los inversores ante dicho mercado y tal volatilidad. Desde hace años que escucho una retahíla de teorías, a cuál más equivocada, que se han ido filtrando en la opinión pública acerca de cómo invertir en el mercado. Como bien sabemos son abundantes los mitos y las ideas erróneas acerca de dicho fenómeno, tantas que tengo la esperanza de que tengamos la capacidad de borrarlas de nuestra mente operativa con paciencia, siempre y cuando estén de acuerdo conmigo.

¿Cuántas veces han oído aquello de; “si ya ha bajado tanto es que no puede bajar mucho más”? Esta afirmación me resulta llegados a este punto hasta cómica, estoy convencida de que los analistas de algunas casas reputadas en 2.008 repetían a sus clientes una y otra vez que las acciones de Astroc ya no podían caer más a 45€ por acción, accionistas que vieron caer su cotización hasta 0’076€. Astroc, ahora Quabit, había sido una empresa sólida, con una buena reputación, pero ello llevó a los inversores de la compañía a no darse cuenta de hasta qué punto estaba sobrevalorada. Y como pasa infinidad de veces, con innumerables compañías de ayer, hoy y mañana, en lugar de adaptarse a las circunstancias del mercado siguieron asegurándose a sí mismos la afirmación que citaba anteriormente, y quizás alguna más como “las buenas empresas siempre se recuperan”, o “en el mercado hay que ser paciente y no tiene sentido dejarse asustar si algo es bueno”. ¿Les suena? seguro que en sus hogares como inversores han escuchado alguna de estas frases una y otra vez, ¡yo sí! Así como en los departamentos de gestión de fondos, brokers o casas de análisis mientras las cotizaciones caían sin piedad ninguna ante sus ojos. Ya que… “no puede caer mucho más” ¿verdad? aunque según caía dicha cotización era menor el número de accionistas que se repetían internamente dicha afirmación, evidentemente. Y otros mantenían la férrea convicción de que promediar a la baja era la decisión más acertada. ¡Error garrafal donde los haya! Otros consideran que “siempre se sabe cuando una acción ha tocado fondo” la pesca de fondo como le llaman algunos reputados gestores a quienes admiro, es habitual entre los inversores, pero frecuentemente es el pescador quien resulta pescado. Suelen mantener que tratar de comprar un valor en caída libre en el momento que toca fondo es como hacer lo mismo con un cuchill
o. Por norma general, lo más aconsejable es esperar a que dicho cuchillo llegue al suelo, quede clavado, dejar que vibre un rato y únicamente después intentar atraparlo. Coger una acción que cae con rapidez provoca sorpresas desagradables, pues inevitablemente para nosotros se coge en el lugar inapropiado la gran mayoría de veces, ¿no les ha pasado nunca?. Seamos pacientes, dejemos como decía, que dicha acción vibre durante aproximadamente, basándose en históricos un par o tres de años, a veces incluso más, y plantearnos entonces cambiar de estrategia una vez la tormenta haya pasado.



La verdad es que no hay ninguna regla que pueda decirnos a priori hasta dónde puede caer un valor. Aprendí esta lección a temprana edad, cuando confieso, era más entusiasta a la vez que inexperta después de contemplar horrorizada como una de mis inversiones más “seguras” se desintegraba literalmente ante mis ojos cosa que me quitó para el futuro todas las ganas de anunciar “es imposible que baje más”. Ello, entre otra infinidad de lista de errores que hoy considero inadmisibles me han hechos ser más precavida y sobre todas las cosas, ser consecuente con mis ideales de inversión pero jamás tajante ante la posibilidad de sentenciar un movimiento de mercado.

Del mismo modo, indiscutiblemente todos hemos dicho aquello de “habiendo subido ya tanto, ¿cómo va a subir más?” otra afirmación muy cierta salvo que hablemos de compañías como IAG, Amadeus, o Starbucks entre otras. Que ante nuestros ojos han mantenido una extraordinaria cotización marcando máximo tras máximo, sin duda en todas ellas una impecable tendencia alcista en subida libre.

Claro es que no podemos estar subidos en todos los carros, a menudo me preguntan si he entrado aquí o allá y si he hecho esto o aquello a nivel operativo, nosotros siempre exponemos gran parte de nuestra operativa públicamente, no temo hacerlo, pero como buenos francotiradores no podemos apuntar a todos los frentes y ello nos hace ser muy selectivos con los valores y las inversiones que acarree nuestra gestión. Sinceramente no creo que exista ningún límite que indique arbitrariamente cuánto puede subir un activo, y si su evolución por ejemplo en el caso de una acción es buena, el BPA aumenta y los fundamentales siguen siendo buenos, considerar que no puede subir mucho más es una pésima razón para desdeñar un valor. Pero honestamente, nunca he sido capaz de prever qué valores van a multiplicar por cinco la inversión y qué valores por diez, simplemente trato de mantenerlos en cartera mientras mis parámetros de inversión se mantengan intactos, con la esperanza de llevarme una grata sorpresa referente a lo que dé de sí su cotización.



Podría escribir cientos de páginas acerca de las afirmaciones más comunes de la bolsa, aquellas que como a la gran mayoría, forman parte de mi aprendizaje como Trader, inversora y analista. Han tenido que pasar muchos años para darme cuenta de que si un título baja hasta 0 el inversor lo pierde todo, tanto si la acción cotizaba a 50€ como a 1€. Cuántas veces ha oído a la gente decir a 1€ por acción, ¿qué puedo perder? Si el mismo título pasa a valer 0,50 céntimos de euro, las consecuencias son algo distintas. El inversor que compró las acciones a 50€ pierde el 99% de su capital, y el que pagó 3€ pierde el 83%, pero ¿es eso un consuelo?. Creo que lo más importante es comprender que una mala acción barata es tan arriesgada como una mala acción cara, cuando empieza a bajar. Pero… “al final todos los valores se recuperan” ¿no? esta es otra de las celebres afirmaciones más escuchadas en el seno de cualquier núcleo de inversión novel. Los humanos tenemos una fuerte tendencia a pensar que cuando algo ha ido un poco mal, no puede ir a peor. Entonces nos decidimos a esperar, irónicamente tratamos de convencernos de que ¡cuando vuelva a 10€, vendo! aunque según mi experiencia, ninguna acción que haya caído por los suelos vuelve al precio al que uno había decidido vender por norma general, quizás ustedes tuvieran más suerte que yo antaño cuando pensaba que “después de tanto tiempo ya no va a pasar nada”, esta convicción se sucede cuando uno se rinde con un valor porque se ha cansado de esperar a que suceda algo fantástico… Y perdemos infinidad de oportunidades a las cuales respondemos con ¡mira cuánto dinero he perdido por no haber comprado esta acción! Porque automáticamente relacionamos el dejar de ganar, con perder y eso evidentemente no es correcto. Pero rápidamente nos autoconvencemos de que ¡ésta me la he perdido, pero aprovecharé la próxima”

En definitiva, si tuviera que elegir una única gran falacia relativa a las inversiones, me quedo con la de creer que “si el precio de un activo sube es que se ha hecho una buena inversión”. A menudo la gente se reconforta al ver que una compra reciente de algún valor o activo sube en el corto plazo como si ello demostrara el acierto de la decisión. Nada más lejos de la realidad. Obviamente, si venden rápido al precio superior obtienen un buen resultado, pero la mayoría de la gente no vende en tales circunstancias favorables. Por el contrario, se llega a la convicción de que el incremento de precio demuestra que dicha inversión vale la pena, y conservan esos títulos hasta que la caída de su precio les convence de que no es así. Al final, no nos equivoquemos, la evidencia es la respuesta y si después de comprar un activo su precio sube o baja sólo significa que había alguien dispuesto a pagar más -o menos- por ese mismo activo.

Si algo me ha enseñado mi querido mercado es que en la mayoría de los casos es una buena idea dar un paso atrás y dejar que las cosas sucedan. Hoy, nuestro entorno de mercado me invita a ser más ambiciosa puesto que como he venido manteniendo y argumentando en mis últimas notas de opinión, la adaptabilidad es muy importante en el Trading, y entender en qué momento hay que aplicar conceptos operativos en tendencia es clave para tener rentabilidades consistentes a largo plazo, ya que estar en el mercado es necesario si queremos aprovecharnos de los arranques en tendencia que de manera esporádica, ocasional y breve en el tiempo componen las tendencias primarias.

No se engañe, entrando y saliendo constantemente del mercado, sentirá una intensidad emocional insuperable, pero eso le acercará al juego, que no a la inversión y el único que se lo agradecerá será su broker, no su cuenta. En el mercado, hay que estar si lo que pretendemos es aprovechar las tendencias puesto que si usted es incapaz de dormir teniendo exposición en dicho mercado, probablemente estará haciendo mal su trabajo, bien porque no ha realizado una correcta gestión monetaria o bien porque no entiende que cuando compra un activo, su dinero desaparece y se convierte en una inversión que como todas, precisa de un tiempo de maduración. La ansiedad no le hará rico, la paciencia le acercará a ello. ¡Seamos pacientes pues!

Gisela Turazzini
CEO, Blackbird