El repaso anual del mercado viene siempre de la mano de BME, cuyas cuentas no han escapado a una caída del 26% en el efectivo negociado y, de lo que queda en casa, unos 900.000 millones de euros de capitalización, el 38% está en manos extranjeras, un porcentaje que aumenta hasta cerca del 70% si hablamos en términos de operaciones de trading.


No obstante, nuestras cotizadas tienen caja. Hasta el mes de noviembre, habían repartido 25.000 millones de euros en dividendo a sus accionistas, de los que 8.200 millones corresponden a la nueva moda financiera como el 'scrip dividend', según datos facilitados por Bolsas y Mercados en el 'Balance del Ejercicio 2012'. El Banco Santander se coloca a la cabeza del selectivo en lo que se refiere a la retribución al accionista, por encima del 10%, seguido de BME, todo un clásico, y que en ambas situaciones se ven favorecidas por la salida del ránking de la gran Telefónica.

Pero, ¿mantendrá BME su jugoso dividendo? El presidente de la compañía, Antonio Zoido, asegura que “la voluntad es la mantener la política de dividendos lo más generosa posible en línea con los resultados de la compañía”, aunque reconoce que pueden darse “pequeñas o medianas fluctuaciones que dependen naturalmente de los beneficios”. Este próximo jueves, se adoptará esta decisión durante el Consejo de Administración de BME. De momento, hay analistas que apuntan que la compañía podría llegar incluso a suprimir el conocido como 'dividendo extra', de 0,37 euros, aunque Zoido dice no haber oido nada al respecto.

En todo caso, ¿cuál es la situación técnica de un valor sostenido en las carteras por su dividendo?
Luis Lorenzo, analista de Dif Broker, considera que “BME, como gran parte del Ibex 35, se está enfrentando a los máximos del último tramo alcista que empezó en agosto. Nos enfrentamos a dicho nivel con el RSI sobrepasando los 70, con lo que hay que tener muy cuidado en la posible ruptura”.

El experto recomienda poner especial atención a la zona de los 18,40 euros “dado que es posible que tome un pequeño descanso antes de atacar la resistencia”. Si BME logra superar este nivel, Lorenzo considera posible “tomar alguna posición con objetivos en la línea directriz bajista que baja por los niveles de 19,70”.

GRÁFICO DIARIO BME (FUENTE: DIF BROKER)


Más allá del terreno puramente técnico, el 'lastre' -que no es tanto- de las cuentas de Bolsas y Mercados viene provocado en parte por la prohibición de las posiciones cortas que, para colmo de muchos, ha sido prorrogada hasta el próximo año, una situación que tan sólo se da en España y en Grecia, tal y como recalca Zoido. “Han tomado esa decisión en base a circunstancias excepcionales, pero nosotros queremos que entiendan que esas circunstancias ya han concluído y que, por tanto, esa prohibición desaparezca. Realmente no favorece al mercado, no ayuda a las horquillas de precios porque se deterioran y no es favorable para el desarrollo de la fluctuación de precios”, concluye el presidente de BME.

Algo menos crítico se mostraba, sin embargo, respecto a la mayor presión impositiva a la que se verán sometidas las plusvalías el próximo ejercicio. Y es que se tratará de un cambio sustancial. Actualmente, pongamos por caso, un accionista que obtiene una plusvalía de 5.000 euros, deberá pagar a Hacienda, algo más de 1.000 euros teniendo en cuenta que la tasa impositiva para cantidades inferiores a 6.000 euros se encuentra en el 21%. Pues bien, a partir de enero, el dinero a pagar sería de 2.800 euros si nos ceñimos al aumento de hasta el 54% por el que se calcurará este tipo de actividades vinculadas al IRPF y, por lo tanto, a las rentas del trabajo. Todo ello sin contar los cambios respecto al periodo temporal en el que se obtienen. Antonio Zoido no se atreve a estimar la repercusión que pudiera tener sobre la bolsa, aunque apunta a que va, a priori, en la dirección contraria. “Los temas que puedan favorecer el acceso al capital serían interesantes y positivos en una situación en la que lo que nos sucede es que hay un exceso de deuda y se da una necesidad de capitales. Más allá de eso, los ajustes por razones recaudatorias pueden tener un efecto difícil de estimar”. En su opinión, el Gobierno debería favorecer un “reequilibrio en las empresas entre deuda y capital”.